Entrevista a Pedro Zugasti, presidente de la Asociación para la Promoción de Actividades Socioculturales APAS, promotora de los premios El Batefuego de Oro.
«El Observatorio del Batefuegos de Oro pretende que los que saben más de incendios forestales tengan mejores herramientas para evitarlos y que la transmisión de sus conocimientos a la sociedad sea ágil y eficaz»

Pedro Zugasti en la entrega de los premios El Batefuegos de Oro 2017.
Los premios Batefuegos de Oro son una institución en el sector de la extinción de incendios forestales. Numerosos profesionales y entidades han presentado su candidatura para recibirlos a lo largo de sus diecisiete años de vida. Sin duda, su trabajo, dedicación y compromiso merecía un reconocimiento social, algo que observó Pedro Zugasti, presidente de APAS, cuando puso en marcha la idea.
Ahora, para dar un impulso a la visibilidad de los profesionales que trabajan en la prevención y extinción de incendios forestales, se ha creado el Observatorio del Batefuego de Oro, en el que participan numerosos colectivos del sector.
Pedro Zugasti, casi dos décadas después, continúa tenaz en su objetivo de lograr el reconocimiento de los que trabajan por evitar y acabar con los incendios forestales. Es su forma de contribuir a solucionar el problema.
¿Cuáles son los principales objetivos de los premios El Batefuego de Oro?
Por un lado reconocer el trabajo de los profesionales del sector. Por otro, animar a la población a respetar el medio ambiente y ayudar a evitar que se produzcan los incendios forestales.
¿Cómo surgió la idea de dar estos premios?
Como consecuencia de una serie de conversaciones con responsables de incendios forestales de distintas administraciones públicas que habían acudido a unas jornadas de materiales de apoyo a la educación ambiental que llevamos a cabo en el CENEAM en 1997.
Tuvimos la impresión que había algo que faltaba y que era necesario poner encima de la mesa.
¿Por qué son necesarios los premios El Batefuego de Oro?
Todos necesitamos un reconocimiento en nuestras vidas, puntual o diario. Y los profesionales del sector forestal también. Es curioso cómo asociamos a los bomberos urbanos o a cualquiera de los que luchan contra las llamas en el ámbito urbano a los héroes de las películas. Sin embargo, los que se dedican a combatir las llamas en el sector forestal suelen asociarse a pirómanos por la sociedad.
Es cierto que hay personas que se enfundan un traje de bombero y esconden un personaje que necesita de asistencia psicológica. Pero eso ocurre también entre los bomberos urbanos. Y lo mismo se puede decir en casi todas las profesiones. Oímos con demasiada frecuencia los médicos o enfermeras que matan a sus pacientes, los religiosos o entrenadores que tienen un entorno fácil para sus desviaciones pederastas, etc. En todas partes hay manzanas podridas, pero una gran mayoría están sanas. Y es bueno decirles, al menos una vez a año, que son estupendos y que nos agrada contar con su esfuerzo y sacrificio, que lo reconocemos y que esperamos que sigan por el mismo camino en el futuro.
es bueno decirles a los profesionales que luchan contra los incendios forestales que son estupendos y que nos agrada contar con su esfuerzo y sacrificio, que lo reconocemos y que esperamos que sigan por el mismo camino en el futuro.
Se han entregado este año los decimoséptimos premios, ¿es una cifra lo suficientemente importante como para catalogar a estos premios como los más importantes del sector?
Yo no soy quién para decir si son los más importantes o no. Sí puedo comentar que nos agrada enormemente que el jefe del Servicio de Extinción de Incendios Forestales de los EEUU, una persona que en casos de emergencia tiene más poder que el mismísimo presidente en dos tercios del territorio estadounidense, recogiera con lágrimas en los ojos el Batefuegos de Oro concedido a su Servicio. Puedo emocionarme al recibir una comunicación del presidente de Bombardier, una multinacional premiada con el Batefuegos de Oro al avance tecnológico que emplea a casi cien mil personas en todo el mundo y con una cifra de negocio superior al PIB de muchos países, que excusa su presencia en la entrega de los premios porque tenía la firma de una venta de diez aeronaves en Japón y estaba fijada con unos meses de antelación. Sin embargo, manda a su Vicepresidente para Europa a recoger “y agradecer tan honroso y emblemático premio”.
En sentido contrario, tengo que lamentar que, tal vez por estas y otras razones, “los de casa” suelen colaborar poco o, incluso, poner zancadillas. Nuestros políticos y funcionarios de alto rango, en demasiadas ocasiones, no saben estar a la altura de sus cargos. Quizás porque los Batefuegos de Oro son importantes ellos no supieron cooperar como era su obligación. Ya sabe lo que suele ocurrir: “si no es idea mía, o no se hace o la elimino”.
¿Cómo es el proceso de selección de los ganadores?
Desde su puesta en marcha en 2002 y hasta 2015 había una selección previa que realizaba entre las distintas candidaturas un comité técnico. Ellos elegían un máximo de tres candidatos por categoría oficial y un número indeterminado de menciones especiales. Posteriormente se reunía un jurado nacional que votaba los méritos de esos finalistas. La suma de puntos nos daba el ganador en cada categoría.
Desde 2016 se ha cambiado el formato. Hemos pasado a tres categorías y creado en Observatorio Social El Batefuegos de Oro. Sus componentes son los que puntúan y deciden quiénes son los que se llevan la estatuilla a sus casas o centros de trabajo.
Hay ediciones en los que elegir a los premiados puede ser algo más que difícil porque los méritos de los aspirantes son muy similares y probablemente todos ellos merecerían el reconocimiento del premio. ¿Suelen presentarse en alguna otra ocasión los aspirantes que no hayan sido elegidos o se produce un cierto desencanto?
Esas posibilidades que apunta en su pregunta se repiten año tras año. Desde nuestro punto de vista, como entidad convocante, creemos que todas las candidaturas tienen peso como para el reconocimiento que pretenden los Batefuegos de Oro. Sin embargo, había que poner unas reglas y conceder sólo un premio por categoría (aunque en tres ocasiones ha habido empate a puntos y hemos decidido no elegir nosotros “al mejor” sino dar el premio a ambos).
Algunas de las candidaturas se presentan en ediciones consecutivas hasta que logran recoger el Batefuegos de Oro. Como se apuntaba antes, los premios tienen un reconocido prestigio a nivel nacional e internacional por lo que los aspirantes perseveran (algo que nos agrada pues nosotros creemos que se lo merecen y debe ser reconocida su labor).
Desde nuestro punto de vista, como entidad convocante, creemos que todas las candidaturas tienen peso como para el reconocimiento que pretenden los Batefuegos de Oro. Algunas de las candidaturas se presentan en ediciones consecutivas hasta que logran recoger el premio
¿Qué es lo que más le ha impactado en estos diecisiete años de premios El Batefuegos de Oro?
Lo más impactante siempre es la entrega de las menciones especiales a los familiares de las víctimas mortales. En 2005 se juntaron las víctimas del incendio de Guadalajara con otras cinco más. Ver a casi 250 familiares compartiendo la mención con otros tantos asistentes “convencionales” fue espectacular, especialmente durante la intervención del Coro de la Politécnica que nos hizo llorar con el Requiem que tuvieron a bien brindar a la memoria de los fallecidos.
En el extremo opuesto está la pelea que solemos mantener con alguna administración pública que nos amenaza con llevarnos a la cárcel por intentar recabar los datos de los familiares de las víctimas para contarles qué hacemos y que nos gustaría que estuvieran con el resto de los presentes para recoger el cariño y el apoyo del sector y de toda la sociedad civil de la que, pedantemente, nos erigimos en representantes. La famosa Ley de Protección de Datos es más dañina a veces que el peor de los cánceres.
Lo más impactante siempre es la entrega de las menciones especiales a los familiares de las víctimas mortales.
Usted no es especialista en extinción de incendios, procede del mundo de las actividades socioeducativas, lo cual le puede dar una visión del sector con más distancia, no sé si con más objetividad. ¿Hay mucha carga emocional en el trabajo de la prevención y sobre todo de la extinción de incendios?
Pienso que cualquier actividad que realice el ser humano que tenga de compañera habitual a la muerte tiene una enorme carga emocional. Dese una vuelta por oncología infantil, por ejemplo, y hable con el personal que se encarga de su tratamiento y custodia.
Las llamas son una guadaña al rojo vivo de la que se sirve la muerte para cumplimentar sus objetivos y la carga emocional de los que trabajan en el sector se hace patente con recurrente frecuencia. Nosotros escuchamos mucho a los profesionales y podemos analizar sus comentarios con mayor objetividad porque no nos va la vida en ello. Y hay cosas muy curiosas y otras muchas que deberían cambiar. Pero los oncólogos te dicen cosas similares, como el personal de los juzgados o los responsables de infraestructuras. Quizás todo sea que vivimos en un universo regido por la teoría del caos, de la que la Tierra y sus habitantes no se escapan.
Cualquier actividad que realice el ser humano que tenga de compañera habitual a la muerte tiene una enorme carga emocional
Recientemente han creado el Observatorio del Batefuegos de Oro ¿cuáles son sus principales objetivos?
En los estatutos se recogen los principales, aunque yo los resumiría en conseguir que los que saben más de la problemática de los incendios forestales tengan mejores herramientas para evitarlos y que la transmisión de sus conocimientos a la sociedad sea ágil y eficaz para que entre todos lo consigamos lo antes posible.
¿Quiénes forman parte de este observatorio?

Entrega de los Batefuego de Oro 2018: Ricardo Vélez, presidente de Honor del Batefuegos de Oro; Carlos Novillo, director general de de la agencia de Seguridad y Emergencias 112 de la Comunidad de Madrid; José Antonio Jiménez de las Heras, vicedecano de la Facultad de Ciencias de la Información, Pedro Zugasti, presidente de APAS.
En la constitución del observatorio han participado colectivos profesionales de peso en el sector. Posteriormente se han incorporado alguno más. Pero a mi modo de ver, lo más importante está por llegar, ya que la idea es ir incorporando la presencia de personas y colectivos que formalmente no son del sector pero pueden aportar grandes cosas a la consecución de los objetivos.
Por poner un ejemplo, en un de las reuniones del jurado nacional del Batefuegos de Oro invitamos a técnicos de la Fundación Telefónica para que desarrollaran herramientas útiles a los servicios de extinción. En aquella época las comunicaciones eran con walkie talkie y se empezaban a intuir las posibilidades de los satélites o la telefonía móvil. Hoy parece algo del Pleistoceno pero la criatura aún no ha alcanzado la mayoría de edad.
Hay muchas posibilidades y en un futuro inmediato veremos colectivos y situaciones que irán rompiendo la endogamia del sector. Mucho de lo que hay, “ahí fuera”, puede ser de gran utilidad y hay que aprovecharlo.
Con el Observatorio de El Batefuegos de Oro la idea es ir incorporando la presencia de personas y colectivos que formalmente no son del sector pero pueden aportar grandes cosas a la consecución de los objetivos.
¿Por qué una asociación como APAS se implica en reconocer la labor de los profesionales, instituciones, administraciones y empresas que trabajan en la extinción de incendios?
¿Y por qué no? APAS comenzó su andadura cuando se puso en marcha la famosa Ley de Educación con la que el PSOE aspira a cambiarlo todo cuando llego al Gobierno en la época de Felipe González. La idea no era mala pero no permitía un desarrollo adecuado por falta de medios, como siempre. A nosotros se nos ocurrió generar alianzas entre colectivos que pudieran colaborar pero no sabían cómo. Recabábamos información de los policías locales para temas de seguridad vial que poníamos a disposición del profesorado. Hacíamos otro tanto en temas de salud con la Asociación Española Contra el Cáncer, o la Fundación Española del Corazón en lo que a salud se refería. Con Telefónica o Apple trabajamos para lo que iban a ser los laboratorios de informática. Con UNICEF, Peace Child International, Ayuda en Acción o la Fundación Vicente Ferrer para lo relacionado con la Cooperación al Desarrollo. Y en lo que se refiere a la educación ambiental, comenzamos charlando con el CENEAM, donde había buenos profesionales con cosas curiosas que decir y hemos colaborado en proyectos muy curiosos y provechosos con administraciones públicas de todo tipo o con entidades privadas que han aportado su granito de arena. Porque la playa –como decía aquel excelente anuncio de Cruz Roja- es la suma de millones de granitos de arena.
Y como he dicho antes, el sector de la prevención y extinción de los incendios forestales realiza un buen trabajo que ha de ser reconocido y agradecido. Nosotros ensuciamos y quemamos el monte y son ellos los que se juegan la vida para que el daño sea el menor posible. APAS, como cualquier otra entidad que lo entienda lógico, puede y debe reconocer ese trabajo bien hecho.
¿En qué otros campos desarrolla o ha desarrollado APAS sus actuaciones?
Ya le comenté antes que somos “multidisciplinares”. Tal vez sea más rápido relatar en qué campos hemos permanecido inactivos. Ahora mismo, y después de 33 años de “entretenimiento” no se me ocurre nada en lo que no hayamos intentado colaborar.
Ismael Muñoz
@Ismaelnatura