Ingeniero Técnico Forestal
Jefe de Sección. Conselleria de Agricultura, Medio Ambiente, Cambio Climático y Desarrollo Rural Generalitat Valenciana
“De la necesidad surge la capacidad”
Alberto Solana comienza su andadura profesional como otros tantos jóvenes ingenieros técnicos forestales impartiendo clases en las aulas en la naturaleza. Los estudiantes de ingeniería explican, a los niños que acuden los fines de semana al centro de rehabilitación de fauna salvaje de la Casa de Campo de Madrid, los principios de la conservación de la naturaleza. Esta formación será fundamental para forjar el carácter de Alberto, un hombre que siempre escucha, dispuesto en ayudar en todo momento y con la mayor disposición a colaborar en cualquier cuestión e iniciativa novedosa.
Su talante moderado y positivo ha hecho que muchas de las acciones que se han desarrollado en la Comunidad Valenciana hayan pasado por sus manos. Ha desarrollado campañas escolares, ha participado activamente en la extinción de los incendios forestales y ha contribuido a crear las patrullas verdes de las que tan orgulloso se siente. Junto con Jorge Suárez y Paco Tejedor ha sido uno de los pilares en la defensa contra incendios forestales en la Comunidad Valenciana.

Ingeniero Técnico Forestal
Jefe de Sección Conselleria de Agricultura, Medio Ambiente, Cambio Climático y Desarrollo Rural. Generalitat Valenciana
¿Cómo llegó usted a los incendios forestales? ¿Recuerda el primer día que trabajó en esta especialidad?
Desde que llegué al Servicio Forestal en 1987 empecé haciendo guardias sin saber nada de incendios. Aprendías de los compañeros sobre la marcha. Había que hacer de todo: gestión, dirección, organización y hasta comprar los bocadillos. Ahora las cosas han cambiado mucho. Antes, incendio que empezabas incendio que terminabas. Aun así, era una experiencia emocionante y bonita.
El primer incendio en el que participé fue en Cortes de Pallás. El terreno allí es una planicie con una altitud importante dentro de un estrato montañoso. Era el clásico incendio con propagación en círculos concéntricos. En seguida comenzó a expandirse. Los vientos eran cambiantes y lo único que sabías era que el viento de poniente era malo en la Comunidad Valenciana. Hoy en día sabemos hacer previsiones. En aquellos años y empezando, ni se pensaban.
En aquel incendio y en los siguientes en los que participé aprendí este oficio que es la extinción de incendios forestales.
No existía la figura del coordinador de medios aéreos. Los ingenieros teníamos que dirigir la extinción en tierra y dirigir a los medios aéreos. Nos fiábamos de la profesionalidad del piloto y la verdad es que siempre iban a la zona más conflictiva.
Yo creo que es la parte que nos emocionaba a la gente de los incendios, el decir: “he podido con ello, estuve allí y he podido gestionarlo todo”.
Al final de cada incendio íbamos a tomar unas cervezas para celebrar que lo habíamos controlado. Era un subidón de adrenalina para unos jóvenes que estábamos construyendo los nuevos servicios de extinción.
Era una época de gran presión mediática. Se pensaba que al destinarse medios caros a la extinción como helicópteros y aviones, el problema ya estaba solucionado, pero no era así.
¿Cuál ha sido el aspecto de la defensa contra incendios forestales que más le ha fascinado?
En la primera etapa de mi vida laboral trabajé en extinción. Después se creó el Servicio de Prevención de Incendios Forestales. Solamente estaba el jefe de Servicio. La prevención era la parte pobre, porque casi todo el presupuesto se dedicaba a la extinción. Estaba bastante abandonada. Me llamaron y comencé a trabajar allí.
A raíz de los grandes incendios forestales del 94 y 95, en la Comunidad Valenciana, se decidió crear las “patrullas verdes”. Actualmente, es un proyecto que se ha consolidado en el Plan de Vigilancia de incendios forestales de nuestra comunidad.
Es una satisfacción estar diseñando, planificando y al final salir al campo y ver lo que has creado. He sido afortunado.
¿Cuáles son los aspectos más destacados en los que hemos conseguido avances importantes?
Desde que empecé en 1987, hemos mejorado en la profesionalización. Antes el personal trabajaba más por intuición, pero le faltaba la profesionalidad, la formación. Hoy en día la formación que se da es importante en todos los aspectos.
La tecnología también ha ayudado. Hoy tienes la ortofoto, la imagen de satélite y todas las mediciones son exactas. Antes lo hacías a mano y simplemente con el grueso del lápiz te ibas unas cuantas ha. La tecnología también ha ayudado en la planificación y el análisis.
El intercambio entre comunidades es muy positivo, aunque muchas cosas no sean extrapolables, te da ideas sobre cosas que puedes aplicar en tu Comunidad adaptándolas a tus necesidades.

Alberto Solana junto a Miguel Ángel Porrero en un momento de la entrevista
¿Qué aspectos del trabajo de lucha contra los incendios cambiaría de estos años?
El problema que sigue habiendo es que cada cuatro años tienes que convencer al político de turno y explicarle ¿quién eres?, ¿qué haces?, ¿por qué lo haces?, ¿qué es esto de la prevención?
Los funcionarios son personas bastante responsables que le van a intentar asesorar de forma conveniente, pero hay algunos que vienen con unas ideas equivocadas. Lo primero que deberían hacer es conocer el territorio, cuál es el trabajo que se está haciendo y porqué.
Da la impresión de que cada cuatro años el que se examina es el técnico y no el político que acaba de llegar.
¿A qué personas le gustaría recordar?
En este trabajo hay mucho compañerismo. Con mis compañeros Luis Velasco y Jorge Suárez he tenido discrepancias, nos hemos levantado la voz, pero yo creo que entra dentro de lo normal. Luego hemos seguido siendo tan amigos.
¿Qué consejos podría darle a las nuevas generaciones de profesionales en defensa contra incendios forestales?
A las nuevas generaciones les diría que se dejen enseñar. El saber la teoría es un punto, pero al final lo más importante es la práctica. Hay que dejarse asesorar por las personas que tienen experiencia.
¿Qué anécdota se le ha quedado grabada?
Recuerdo un brigadista que sufrió un ataque epiléptico en un incendio, al que tuvimos que prestar los primeros auxilios que habíamos visto en las películas, hasta que le evacuaron. También recuerdo un incendio en el que contábamos con la ayuda del ejército (no era la UME de ahora). Teníamos que cortar un pino para cruzar un río, pero no eran muy duchos en el manejo del pulaski. Les tuve que pedir amablemente que lo dejaran y terminamos cruzando el río mojándonos hasta la cintura.
Miguel Ángel Porrero e Isabel Poza