Subdirector de Emergencias
Agencia de Seguridad y Respuesta a las Emergencias de la Generalitat Valenciana.
“Avanzar a base de ser visionarios y no rendirse”
Jorge Suárez fue junto con Juan Carlos Mérida uno de los impulsores de los registros estadísticos de incendios forestales ordenando todo el caos que existía y analizando las causas que provocaban los incendios forestales en Valencia. Crearon una base de datos con la cual podíamos conocer cómo, dónde y por qué se están produciendo los incendios. Ese trabajo, no muy grato para las personas que creen que los incendios son únicamente actividad física, es hoy día el fundamento del combate con los incendios.
Ha pasado por todos y cada uno de los estamentos, especialmente dedicado a la prevención y a la educación ambiental realizando múltiples campañas en todos los colegios de la Comunidad Valenciana. Ha sido un verdadero visionario de hacia donde debía avanzar la lucha contra los incendios forestales.

Subdirector de Emergencias
Agencia de Seguridad y Respuesta a las Emergencias- Generalitat Valenciana
¿Cómo llegó usted a los incendios forestales?
De incendios en la universidad se estudiaba la Monografía 24 del ICONA y poco más. Empecé a trabajar en una consultora haciendo planes de defensa contra incendios.
Vine a vivir a la Comunidad de Valencia coincidiendo con el gran incendio de Buñol, en el año 91. Yo trabajaba en una empresa haciendo planes de ordenación de recursos naturales y ya empezábamos a meter la cuestión de incendios.
En diciembre de 1993 entré a trabajar como interino en la administración valenciana y me asignaron al Servicio de Incendios. Entonces llevábamos extinción y prevención y, a partir del 1 de enero de 1994, pasamos a llevar solamente prevención. Mientras tanto yo me había especializado en Sistemas de Información Geográfica y asumí toda la parte de estadística, que me apasiona, y así es como me di cuenta de lo que eran los incendios. Empecé a hacer un primer boletín cada mes con un resumen de todo lo que había ocurrido en la Comunidad Valenciana, para distribuir a todos los colectivos de medioambiente. Siempre he luchado para que los incendios no fueran un compartimento estanco del Servicio de Incendios.
Luego fui Jefe de Sección de Prevención de Incendios y me dediqué a temas de educación ambiental y gestión de infraestructuras.
He sido un gran defensor de la necesidad de distinguir entre lo que es prevenir la iniciación y por otro lado las infraestructuras que son necesarias para que la gente pueda trabajar con seguridad. Fuimos de los primeros que empezamos a hacer planes de prevención. Estábamos de apoyo para la extinción. Me inventé una palabra; “preventor”.
Mi primera presencia en una extinción fue en un incendio en La Torre de les Maçanes, en Alicante, mucho antes del trágico incendio de 2012. Recuerdo una sensación rara, como de malestar, no se podía respirar y entonces intuías que algo no iba bien. Esto lo he vivido en otros incendios y cuando lo analizas técnicamente ves que a veces coincide con situaciones de estabilidad atmosférica o inversión térmica y que de repente se va a romper. Desde entonces tengo respeto a esos incendios en los que de vez en cuando llueve algo y además tienes esa sensación de angustia.
¿Cuál ha sido el aspecto de la defensa contra incendios forestales en el que más ha trabajado?
Lo que más me ha fascinado ha sido la prevención y la educación ambiental. El saber que se podía cambiar la percepción de la sociedad, conseguir la reducción de incendios y llegar a que solo hubiera incendios por causas naturales, era nuestro objetivo.
Hemos ido cambiando la opinión de la gente y consiguiendo que nos vieran de otra manera, con charlas en los colegios, a agricultores, etc. Ahí se ha hecho mucho y creo que el tratar cada incendio como un hecho individual y analizarlo, con el apoyo de la investigación de causas, nos permite sacar consecuencias.
¿Cuáles son los aspectos más destacados en los que hemos conseguido avances importantes?
Las cosas han cambiado mucho desde que yo empecé hasta ahora y en España lo hemos hecho muy bien. Está claro que los incendios del futuro van a ser muy diferentes. Hay gente muy buena y con muchas ganas. Se ha avanzado a base de ser visionarios y de no rendirse.
Antes el bombero forestal venía de otros sectores y trabajaba en verano apagando incendios. Ahora es un profesional con formación y equipamiento. El perfil del trabajo ya no es el mismo, ha evolucionado. Tienen que estar permanentemente conectados, tener un sistema de seguridad, una cadena de mando estructurada, trabajar junto a otros colectivos, responder ante una sociedad exigente.
Es un trabajo duro pero engancha.
¿Qué cambiaría de estos años?
En algunas cosas tengo la sensación de que seguimos dando vueltas a determinados temas. Hemos avanzado mucho en concienciación, en la visión global de la emergencia en un incendio forestal, nos hemos esforzado en dignificar el servicio, que haya buenos medios, buenas redes de comunicación, que la gente tenga información… En eso hemos avanzado, pero queda mucho en cuanto a ordenación del territorio.
¿A qué personas le gustaría recordar?
Me gustaría recordar a muchas personas. El primero un agente forestal que murió hace muchos años: Tortajada, que además tiene un pino dedicado en el Rincón de Ademuz. Fue uno de los primeros agentes forestales que conocí, entonces te trataban de usted. Me acuerdo de una de esas primeras quemas en las que estabas un poquito asustado, y cómo te sugería: “yo creo que debe usted decir o hacer esto”. Le recuerdo trasmitiéndome su experiencia con humildad, compañerismo y conocimiento.
Luego por supuesto a todo el equipo fundacional: Luis Velasco, Alberto Solana, Francisco Tejedor, Juana Hernández, Mª Jesús La Torre, etc.
¿Algún mensaje para las nuevas generaciones de profesionales que luchan contra incendios forestales?
Los jóvenes que se incorporan a esta profesión deben ir con calma y antes de ponerse con un tema mirar si se ha hecho algo ya. Los procedimientos existen por algo y tienen un motivo y una razón de ser. No hay soluciones mágicas y las soluciones que funcionan no se pueden extrapolar de una Comunidad Autónoma a otra o de un país a otro sin adaptarlas.
¿Qué anécdota se le ha quedado grabada de estos años?
Las anécdotas me las cojo de los últimos incendios en los que he participado, que han sido incendios muy complejos. Cuando han terminado, tenemos una borrachera de adrenalina, estamos todos como si hubiéramos fumado o bebido algo y hay una alegría, una hermandad, se te saltan las lágrimas, nos damos abrazos… Luego llegas a casa oliendo a humo. Yo tengo un gato y a veces cuando he llegado, ha salido corriendo.
Miguel Ángel Porrero e Isabel Poza