Las subvenciones y los desencuentros que queman el monte

Uso del fuego como herramienta de trabajo para obtención de pastos; cultura ancestral que ha modelado el paisaje; despoblamiento rural; subvenciones de la Política Agrícola Comunitaria; intereses encontrados; desencuentro entre el mundo rural y el urbano; sentimiento de propiedad del monte, que provoca sensación de impunidad; percepción de la sociedad rural de abandono por las demandas no atendidas; falta de diálogo social y de inversión en gestión forestal. Júntenlo todo en una coctelera, agítenlo bien y sírvanlo en días con viento sur. Tienen ustedes muchas posibilidades de tener una jornada con decenas de incendios forestales simultáneos. Como toque final le pueden añadir algún político que, interesadamente, habla de pirómanos, terroristas o trama criminal, por si los ánimos no estuvieran suficientemente encendidos.

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Ganado pastando en Picos de Europa en Asturias.Foto Ismael Muñoz

Sopla el viento del Sur y anuncia problemas. Lo saben los equipos de extinción de incendios de Cantabria, Asturias, Galicia y en menor medida en el País Vasco. Y lo saben también los técnicos forestales de las administraciones públicas encargadas de gestionar esos territorios: “viento del sur, incendios para pasto”.

Lo saben en el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación MAPA que, de acuerdo con las Comunidades Autónomas, refuerzan el servicio de las BRIF en los meses finales del invierno en previsión de “incendios forestales originados para conseguir pastos”.

Lo dicen las estadísticas de incendios de los distintos gobiernos autonómicos. En concreto, el Plan Estratégico de Prevención y Lucha contra los Incendios Forestales PEPLIF de Cantabria cifra en más de un 80% los incendios intencionados. Según el PEPLIF, de los incendios intencionados, el 91% de ellos son “provocados por pastores y ganaderos para regenerar el pasto y eliminar matorral”.

Lo saben en la Fiscalía de Medio Ambiente que en cada uno de sus informes anuales señala directamente a la producción de pastos como una de las principales causas de incendios en la cornisa cantábrica.

Lo saben todos los habitantes del medio rural porque esta es una práctica que ha modelado el paisaje de la cornisa cantábrica desde que tienen uso de razón los más viejos del lugar. El fuego forma parte de una determinada cultura popular.

Lo saben quienes prenden el monte y utilizan el fuego como herramienta para conseguir sus intereses, sean los que sean, o simplemente para mostrar su descontento.

Y, sin embargo, todos los años se quema. Lo más curioso es que la cornisa cantábrica se quema de dos formas diferentes: de forma ilegal y descontrolada por quienes “dan mechero al matorral”; y de forma legal y controlada a través de las quemas prescritas y la conciliación de intereses. Pero nunca es suficiente, siempre es necesario quemar más territorio.

Quemas para pasto

“La causa principal de los incendios forestales en Cantabria, intencionados y provocados por el hombre de forma activa, es la de eliminar las especies vegetales forestales arbóreas, arbustivas y de matorral en beneficio de las herbáceas con una doble intención: por un lado, la de aumentar la superficie pastable por el ganado y, por el otro, aumentar la superficie subvencionable por las diferentes administraciones públicas”. Así de contundente lo dice la Asociación de Técnicos Auxiliares del Medio Natural de Cantabria (Agentes Forestales) en un extenso comunicado.

El Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales COITF se manifiesta en términos parecidos: “la estructura de las ayudas de la Política Agrícola Comunitaria PAC está siendo uno de los factores que está incidiendo en el aumento de los incendios en estas zonas a partir del año 2007, sin olvidar otras causas, no desdeñables pero menores, como los daños provocados por la fauna silvestre, lobo o jabalí”.

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La BRIF de Ruente en un incendio en Puente Riesgo (Cantabria). Foto BRIF Ruente

Desde los sindicatos ganaderos no se admite ninguna responsabilidad en los incendios pero niegan que los cerca de 100 incendios simultáneos que se produjeron a finales de febrero en Cantabria hayan sido “un problema ambiental”. En un comunicado del sindicato Unión de Ganaderos de Montaña UGAM-COAG afirman que “se trata de quemas que se hacen todos los años y son necesarias para evitar fuegos mayores”.

Permisos para quemar

El fuego ha sido una herramienta de trabajo desde siempre en el mundo rural, es una forma de ganadería que no ha creado ningún problema nunca, el paisaje de Cantabria es lo que es, en parte, gracias a los ganaderos”, comenta Gaspar Anabitarte secretario general del sindicato ganadero UGAM-COAG.

Todo el mundo coincide en que se utiliza el fuego como herramienta de trabajo desde hace miles de años, pero no coinciden todos en su supuesta bondad cuando se hace sin control. Este uso ancestral del fuego hace que la sociedad rural no vea el incendio como un problema. “Pero ni todas las costumbres, por antiguas que sean, son buenas, ni todo lo nuevo es mejor”, comentan los ingenieros forestales desde el COITF.

Los permisos que da la Administración autonómica para realizar quemas son de tres tipos:

  • quemas agrícolas (restos de podas y agrícolas amontonados en una zona de la finca);
  • quemas en el monte (para eliminar restos de trabajos forestales, tienen unas exigencias de seguridad mayores que las agrícolas);
  • quemas controladas. Son quemas en el monte previa solicitud de las entidades propietarias, para mantener y aumentar los pastizales. Pueden estar realizadas por la administración forestal, a través de las cuadrillas forestales y los agentes del medio natural, o realizadas por los propios vecinos que solicitan el permiso.

En este último caso se realizan sin control ni equipo de seguridad. Según los Agentes Forestales de Cantabria, “con demasiada frecuencia este tipo de quema acaban en un incendio, a nuestro juicio podríamos hablar de otro tipo de fuego que se podría denominar quemas incontroladas o incendios autorizados”.

No se trata de incendios, se trata de quemas ilegales”, apunta Anabitarte para referirse a las quemas que se realizan sin permiso administrativo. “¿O es que cuando se realizan con un papel de la Administración no son un problema ambiental pero si se hacen sin papel sí que lo son?”, se pregunta.

Los ganaderos denuncian que solicitan numerosos permisos para quemar, “para hacer las cosas legalmente”, pero en la dirección general de Montes no los dan.
“Damos muchísimas autorizaciones para prender fuego pero no se pueden dar cuando hay viento sur y arde media Cantabria”, señala en prensa Antonio Lucio, director general del Medio Natural.

“¿Pero cuándo cree esta gente entonces que se puede quemar?, evidentemente cuando se dan las condiciones para que arda”, indica Anabitarte, “para todos es más cómodo que lo queme la Administración. Si ya saben que cada cierto tiempo va a arder una determinada zona ¿por qué no lo hace directamente la Administración?”.

Para el Colegio de Ingenieros Forestales es necesario “agilizar la autorización y ejecución de quemas controladas o prescritas adaptándolas a la situación actual. Las quemas controladas son una herramienta, no un simple cambio semántico que trasforme “incendio” por “quema prescrita. No es posible quemar controladamente todo lo que el ganadero necesita para la percepción de sus ayudas, sino solo aquello necesario para el sustento del ganado. Y hay que cambiar al mismo tiempo la arquitectura de las ayudas PAC, de tal forma que llegue al ganadero igual o más dinero, pero sin ligarlo a una superficie”.

Para los agentes forestales de Cantabria, “si se subvenciona el mantenimiento y aumento de las superficies pastables la situación no va a cambiar. Quizá debemos plantearnos luchar para que al menos este problema no esté subvencionado”.

¿Subvenciones para quemar?

La PAC subvenciona la superficie de pasto. Una parcela tiene esta consideración cuando el matorral no supera los 40 cm de altura, que pasa entonces a considerarse matorral leñoso. Además, si el 20% de un terreno tiene este tipo de matorral deja de recibir la subvención de la UE. Existe, por tanto, la obligación de mantener esa parcela con un máximo de 20 % de matorral cubriendo su superficie o, de lo contrario, perderá la subvención. Así que tienen dos opciones: o mucho ganado comiendo o desbrozarla. “La segunda opción es muy cara y además tampoco tiene el efecto deseado porque el pasto que sale no es de la mejor calidad. La primera opción no la permite la propia Unión Europea que cifra la cantidad de cabezas por hectárea en 1,4. Así que, en estas condiciones ¿qué opciones tienen los ganaderos?”, se pregunta el secretario general de UGAM-COAG

La ecuación es sencilla: más hectáreas de pasto, más subvención. Más matorral que cubra más del 20 % de la superficie de la parcela, adiós a la subvención.
En términos parecidos se manifiesta el COITF, aunque no idénticos, al señalar que la reducción “de la carga ganadera total por unidad de superficie y la bajada del censo de ganado menor son una de las causas del aumento de la superficie no susceptible de percibir ayudas”.

La última reforma de la PAC ha dejado en España fuera de la subvención a varios millones de hectáreas con uso forestal y ganadero que hasta ahora venían recibiendo esta ayuda. Es el famoso Coeficiente de Admisibilidad de Pastos CAP, que considera que el ganado no puede pastar bajo arbolado, ni en el monte ni en una dehesa más abierta.
Si a esta circunstancia unimos la reducción del presupuesto de la PAC y el aumento del número de cabezas susceptibles de recibir algún tipo de subvención, la única manera de mantener unos ingresos por subvención de la PAC es disponer de más hectáreas para pasto.

“En Europa parecen no entender qué es una dehesa y que bajo determinadas especies forestales podemos y debemos aprovechar el pasto porque ganado y terrenos forestales pueden ser beneficiosos el uno para el otro”, comenta Javier Manrique, decano del Colegio de Ingenieros Técnicos Forestales de Cantabria.

Pero eso no va a ser posible de momento, al menos hasta que entre en vigor la futura PAC que ahora empieza a negociarse, la que irá del periodo 2021-2027, si es que en la negociación España quiere o puede hacer entender al resto de Estados miembros de la UE la necesidad de incluir esos terrenos en las subvenciones directas de la PAC.

Conflicto social

Para Gaspar Anabitarte, secretario general del sindicato ganadero UGAM-COAG, “lo que subyace de fondo de todo esto es un desconocimiento enorme del mundo rural y un desencuentro entre el mundo urbano que pone las normas y el rural que las sufre. La población rural siente impotente cómo la Administración le agrede con normas restrictivas pero no da ninguna solución”. Y añade un perfil sicológico al análisis de las causas “el enfado es tan grande en ocasiones que el habitante del medio rural siente que el monte es suyo y que hace con él lo que quiere. Puede que el que queme no tenga intereses en pastos pero siente que el uso del fuego le da un poder frente a la Administración que le agrede. Y además, no solo no está mal visto en su pueblo sino todo lo contrario”.

El perfil sicosocial del incendiario tiene su importancia, al menos para la Fiscalía de Medioambiente que está trabajando desde hace tiempo en establecerlo “con la intención de definir un perfil que nos pueda hacer más rápida y eficaz la investigación centrándonos en determinado tipo de personas”, nos comenta Antonio Vercher, Fiscal Coordinador de Medioambiente.

El Colegio de Ingenieros Forestales reconoce el valor del sector ganadero “es imprescindible para el mantenimiento de la estructura social del medio rural. La gente del campo tiene derecho a vivir “en” y del “campo”. No podemos estar continuamente hablando de que el despoblamiento rural es un grave problema y al mismo tiempo establecer normas que hagan difícil, si no imposible, que la gente de los pueblos se gane el sustento en ellos”.

Por su parte, los agentes del Medio Natural, aún declarándose partidarios de la existencia y utilidad de la ganadería, son muy críticos con “la visión romántica del pobre paisano agricultor y ganadero. Se trata de un sector que recibe una gran cantidad de ayudas, fondos y recursos públicos muy diversos”. En su opinión “la frontera entre el mundo rural y el urbano cada vez está más confusa y mezclada” con ganaderos y propietarios que viven en los pueblos y en las ciudades, que tiene esta actividad como secundaria. Y proponen una medida para aclarar si realmente el sector ganadero está tan abandonado de la Administración Pública como denuncian: “publicar todos los fondos y recursos que se destinan al sector incluso comparándolo con lo que reciben otros sectores”.

Para Anabitarte, “los ganaderos quieren cumplir la ley pero hay que facilitárselo. Sabemos que no se debe actuar así, la forma no es la correcta, pero en el fondo está el problema: un medio rural que se siente agraviado y que solo encuentra penalizaciones. No se puede llamar terrorista a quien ha hecho esto toda la vida y nunca ha sido un problema”.

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Incendio en San Miguel de Aras, con riesgo para viviendas según información del 112 de Cantabria. Foto 112 Cantabria

Mónica Parrilla, responsable de la campaña de incendios forestales de Greenpeace, incide en una visión conciliadora “no se trata de demonizar a los ganaderos como terroristas sino de trabajar conjuntamente. Las personas que trabajan en el campo y viven de él son fundamentales para dinamizar el medio rural y proteger nuestros bosques”.

Para los máximos responsables de las tres fundaciones de la naturaleza más conocidas de Cantabria: Guillermo Palomero de la Fundación Oso Pardo, Carlos Sánchez de la Fundación Naturaleza y Hombre y Gerardo Báguena de la Fundación para la Conservación del Quebratahuesos, “lo que bajo ningún concepto se puede admitir o justificar es el uso del fuego para protestar, aún comprendiendo que la gente del medio rural sufra escasez de infraestructuras y servicios o asista impotente al vaciamiento de sus pueblos, entre otros desasosiegos. Asistiríamos a un caos si todos aquellos que se encuentran en problemas encauzaran sus protestas de una manera tan destructiva”.

El Colegio de Ingenieros Técnicos Forestales COITF coincide, “los culpables han de percibir los perjuicios que conlleva, y, de manera inmediata, la pérdida de subvenciones públicas. No puede salirle gratis al que incendia”.
Pero también considera el COITF que “es necesaria una nueva actitud de la sociedad hacia el medio rural, de mayor respeto y comprensión, pero también de exigencia en la búsqueda de soluciones conjuntas para la lucha contra los incendios forestales”. En una posible dicotomía entre las necesidades e intereses del mundo urbano y el rural se manifiestan claramente a favor de los intereses de este último: “es prioritario focalizar la atención en las necesidades de nuestro medio rural. Si queremos asegurar el aprecio y la conservación del monte, habrá que contar con la opinión y el conocimiento de las costumbres de las poblaciones rurales de su entorno”.

En términos muy parecidos se han manifestado las Fundaciones Naturaleza y Hombre, Oso Pardo y Conservación del Quebrantahuesos, “abordar la complejidad de este escenario requiere un Administración que entienda y atienda a los habitantes del medio rural, que demuestre su capacidad para el diálogo, pero que a la vez se enfrente de forma enérgica a aquellos que infringen la ley en beneficio propio o por pura inmoralidad”.

Todos coinciden en la necesidad de diálogo y en poner en marcha el PEPLIF, donde se recogen buena parte de las medidas propuestas, “un documento excelente que va muy lento, sin presupuesto y que depende de los presidentes de juntas vecinales que no hacen nada por ordenar sus montes y así no podemos avanzar”, señala Gaspar Anabitarte. Para Javier Manrique “es necesario invertir en gestión forestal bajo una adecuada y consensuada ordenación del territorio, para equilibrar los intereses de los distintos grupos sociales y prevenir los incendios, de lo contrario lo sucedido, probable y tristemente, volverá a repetirse”.

Los agentes forestales se muestran más pesimistas, “asumimos que, al menos a medio plazo, este problema crónico de los incendios forestales en Cantabria no tiene solución”.

Ismael Muñoz
@Ismaelnatura