Entrevista a Inés González Doncel
Ex Directora General de Conservación de la Naturaleza del MMA (2000-2004)
Profesora de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Montes, Forestal y del Medio Natural (Universidad Politécnica de Madrid)
Vicedecana del Colegio Oficial de Ingenieros de Montes
«Cambiaría el mal reparto del presupuesto, mucho a extinción y muy poco a prevención»
La llegada de Inés Gonzalez Doncel al Área de Defensa contra Incendios Forestales fue como directora general de Conservación de la Naturaleza del Ministerio de Medio Ambiente y supuso un soplo de aire fresco para una administración dirigida desde su origen por hombres. Los técnicos que entonces integraban el Área la recibieron con gran expectación.
Desde el principio, su decisión y su forma de hablar clara y directa, fuera quien fuera su interlocutor, le granjeó el respeto y la confianza de todo el operativo. Así lo demuestran su presencia en complicadas reuniones y su decisión para acercarse a los trabajadores y conocer sus problemas, incluso volar en las aeronaves contra incendios forestales.
Todos los cometidos que se le encargaron los realizó. No es una mujer a la que le guste dejar trabajo sin terminar.

Inés González Doncel en su despacho en la Universidad Politécnica de Madrid
¿Cómo llegaste a los incendios?
Realmente yo no llegué a los incendios, los incendios llegaron a mí.
Intenté trabajar como técnico de base en mis tiempos de estudiante, pero no fue posible. Así que mi primer contacto con los incendios forestales fue como directora general y con Juan Carlos Mérida en mi despacho tremendamente enfadado, diciéndome que no hacía más guardias porque lo que les pagaban era ridículo. Creo que no llevaba ni 24 horas en la Dirección General así que no sabía de qué me estaba hablando. Lo que sí era verdad es que les pagaban una miseria.
En tu época como directora general tenías un equipo bastante competente
Desde luego. Estaba Ricardo, que es la historia viva de los incendios forestales en España, siempre tranquilo; Juan Carlos, aparentemente siempre disgustado por algún tema desconocido para mí; Isidro, siempre sonriente y Jose Luis Fraile con esa paciencia infinita ante Intervención para conseguir sacar adelante los expedientes antes de que comenzara la campaña. Había gente muy buena, muy volcada. Casi siempre callados, solo adquirían protagonismo en verano.
Creo que lo mejor que hice en esta etapa fue escuchar y aceptar que sabían más que yo. Con el tiempo adquieres experiencia, tienes una visión general que ellos no tienen y puedes aportar algo. Pero ellos eran los protagonistas. Al menos así intenté que fuera.
En aquél tiempo todo estaba cambiando. Fue una etapa de mucho movimiento con las BRIF y con los militares
Las BRIF estaban bastante consolidadas. Junto a las BRIF contratábamos los aviones que pilotaba el ejército, además de otros cuatro que llevaba una empresa, y helicópteros y aviones de vigilancia. Recuerdo que fue una etapa en la que la aviación estaba modificando las normas. Cada vez eran más exigentes con los requisitos a cumplir por lo que la contratación de medios aéreos extranjeros se hacía más difícil y los nacionales eran mucho más caros. Siempre estaba la angustia de saber si ibas a tener dinero para mantener el dispositivo de años anteriores.
Aunque el boom en los medios de extinción fue a raíz del incendio de Guadalajara. Esta tragedia cambió muchas cosas en torno a la política de los incendios forestales, y no estoy segura de que todas fueran acertadas.
el boom en los medios de extinción fue a raíz del incendio de Guadalajara. Esta tragedia cambió muchas cosas en torno a la política de los incendios forestales, y no estoy segura de que todas fueran acertadas
¿Cuál es el aspecto de la defensa contra incendios que más te ha fascinado?
Yo no he trabajado en incendios, sería petulante por mi parte decirlo, yo estaba en la Dirección General a la que pertenecía el Área de Incendios Forestales del Ministerio. Quizá lo que más me ha llamado la atención es que aquellos que han trabajado en extinción tienen cierta adicción a ese trabajo. No es mi caso porque yo no tengo experiencia directa, lo que sí viví fue el tener que decidir dónde se mandaban los medios cuando te los pedían varias Comunidades Autónomas y lo cierto es que eran situaciones desasosegantes. ¿Dónde eran más necesarios? No siempre era fácil decidir pero en esos momentos el criterio de los técnicos era de gran ayuda.
lo que más me ha llamado la atención es que aquellos que han trabajado en extinción tienen cierta adicción a ese trabajo
¿Tu paso por la dirección general te ha dado otra visión para saber que la asignatura de incendios forestales era necesaria en la Universidad?
Por supuesto. La Universidad forma ingenieros que van a trabajar en un ámbito, el forestal, donde un elevadísimo porcentaje del presupuesto se lo llevarán los incendios. No era de recibo que saliéramos sin apenas formación en ese tema. Es uno de nuestros distintivos junto con la ordenación de montes, los aprovechamientos forestales o la selvicultura. Estos los estudiábamos, pero no los incendios. En la actualidad el Grado en Ingeniería Forestal tiene una asignatura de incendios e incorporaremos próximamente en el Master de Montes otra asignatura de cinco créditos sobre “Gestión estratégica de los incendios forestales”. Creo que con ambas se cubre el vacío que ha existido durante décadas. La Universidad tenía que comprometerse con este tema.
Después de estos años ¿qué sentimiento te queda?
Ahora es un tema que sigo con auténtico interés, antes lo hacía casi como cualquier otro ciudadano. Mi paso por la Dirección General me permite leer entre líneas muchas de las noticias e imaginar cómo lo están viviendo los responsables de su extinción. Aprendí mucho, muchísimo, no solo de incendios. Me permitió tener una visión de la profesión que creo que jamás hubiera podido tener. En ese sentido fui una privilegiada.
Mi paso por la Dirección General me permite leer entre líneas muchas de las noticias e imaginar cómo lo están viviendo los responsables de su extinción
¿Repetirías?
No. Fue una experiencia totalmente positiva; una etapa muy buena, di lo que pude dar, a mí me dio mucho, pero creo que no es bueno estar mucho tiempo en un alto cargo. Quizá en aquel momento me hubiera apetecido seguir, porque después de cuatro años estás familiarizada con todo y crees que es el momento en que más puedes aportar, pero desde la distancia pienso “bien cesada estuve”.
¿Qué cambiarías de estos años?
Si pudiera, el mal reparto del presupuesto, mucho a extinción y muy poco a prevención. Lo decimos todos los forestales, es nuestra gran asignatura pendiente. Con los trabajos de extinción solo apagas fuegos. Con los trabajos de prevención consigues muchas más cosas, el monte recibe muchos más inputs, y nosotros también. Los famosos servicios ecosistémicos los cumples mucho mejor con la prevención que con la extinción.
¿Por qué no somos capaces de transmitir esto?
Empiezo a pensar que es un problema irresoluble. Los responsables políticos, en el 99 % de los casos, no saben de incendios o, lo que es peor, piensan que sí y que la única forma de solventar el problema es apagándolos cuando se producen. Saben que si tienen un incendio van a salir en los periódicos, más aún si hay implicación de vidas humanas o de bienes materiales, y ninguno se arriesga a que le achaquen que ha sido porque redujo los gastos en extinción. En consecuencia no hay político que se atreva a traspasar presupuesto de extinción a prevención porque nunca sabe si va a tener un mal año. El caso más paradigmático es la UME ¿cuánto nos cuesta? No tenemos ni idea, ese es uno de los grandes secretos para los forestales, siempre escasos de presupuesto. Por otra parte, el 43 Grupo ¿cuántos años lleva trabajando en la extinción y en cuántos incendios participa cada año? En muchísimos, y lleva décadas haciéndolo, pero son unos auténticos desconocidos.
Otro buen ejemplo de la complejidad de solucionar el problema lo tenemos en la Fiscalía de Medioambiente. Durante los años más duros de la crisis se dio instrucciones a los fiscales para que investigaran los presupuestos de las administraciones destinados a extinción, entiendo que para pedir responsabilidades, si procedía, en caso de haber disminuido. Ante esta situación ¿alguien se atreve a modificarlos?
Los responsables políticos, en el 99 % de los casos, no saben de incendios o, lo que es peor, piensan que sí y que la única forma de solventar el problema es apagándolos cuando se producen. Saben que si tienen un incendio van a salir en los periódicos, más aún si hay implicación de vidas humanas o de bienes materiales, y ninguno se arriesga a que le achaquen que ha sido porque redujo los gastos en extinción
¿Qué consejos darías a las nuevas generaciones de profesionales de la extinción?
No se me ocurre aconsejar en este tema. Sería una atrevida si diera consejos. Lo más que yo puedo hacer es dar gracias a las personas con las que trabajé por todo lo que me enseñaron.
Alguna anécdota que recuerdes
Lo cierto es que recuerdo muchas. No olvido que al poco de llegar a la Dirección General me encontré con que teníamos una deuda histórica con el 43 Grupo, creo recordar que del orden de 2.000 millones de pesetas. Tuvimos una ceremoniosa reunión con ellos, y recuerdo a Juan Carlos riéndose por mi cara de desconcierto. Yo pensaba “cómo puedo deber nada a nadie si llevo aquí solo dos meses”. Lo cierto es que finalmente la deuda se pagó o, al menos, el problema se solucionó porque los militares siempre fueron exquisitos con ese tema.
También recuerdo como una fantástica experiencia la oportunidad que me dio la empresa que operaba los Canadair de volar con ellos. Ver la maestría con la que cargaban los depósitos, cómo soltaban los más de 5.000 litros y cómo se elevaba el avión al hacerlo me hizo perder el miedo a volar. Y desde luego, los admiré más que nunca porque no podía imaginar lo que debía ser esa experiencia rodeados de llamas y humo.
Isabel Poza y Miguel Angel Porrero
Excelente profesional y mejor persona. Ines, todos aprendemos de ti.
Me permito un apunte. A los forestales nos falta liderazgo y trabajo en equipo.