La planificación territorial y la gestión forestal son claves en la lucha contra los incendios forestales
Esta es la principal conclusión de la mesa redonda celebrada en el CONAMA Local bajo el título La prevención de incendios como motor territorial. Gestionar los incendios desde el conocimiento científico y la experiencia profesional, la imprescindible colaboración pública y privada con el apoyo al ciudadano rural y sus necesidades, gestionar el territorio con planificación, con diversificación del paisaje y ajustada a las circunstancias socioeconómicas de cada territorio son otras de las conclusiones comunes que se extraen de esta jornada.
Antonio López Santalla, jefe de servicio del Área de Incendios del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, ha hecho un retrato de la situación general del problema de los incendios forestales en España. “Es un problema complejo, diverso por las circunstancias socioeconómicas de cada territorio y de vegetación, que precisa de soluciones comunes básicas pero que variarán para cada lugar, adaptándose a esas circunstancias socieconómicas”.
Dio los datos a nivel general sobre las causas de los 13.000 incendios de media que se producen en España anualmente. De ellos 7.000, en cifras redondas, son intencionados, es decir, “hay un uso del fuego como herramienta”; 3.400 son causados por un uso indirecto del fuego y 600 por fenómeno natural. Estos datos dan la clave de cuáles son los caminos que pueden llevarnos a la solución partiendo del hecho de que “hay un uso del fuego como herramienta y difícilmente es evitable. Por eso es imprescindible invertir en prevención entendido como un concepto que va unido al de motor territorial y, a su vez, un territorio gestionado contribuye directamente a la prevención de los incendios”.
Para esa prevención integral, en opinión de Antonio López, “es necesario que se produzca una alineación de políticas, no solo la forestal” y señaló los dos puntos fundamentales en los que debe basarse esta prevención: “en primer lugar, gestionar el territorio de forma sostenible, mediante aprovechamientos, trabajar el producto elaborado, trabajar el mercado y tener en cuenta al propietario privado. En segundo lugar, es necesario gestionar el riesgo, convertir el problema en una oportunidad, desarrollar acciones que sirvan para reducir el impacto de los grandes incendios, realizar planes de autoprotección, conciliar intereses, y desarrollar políticas de ordenación del territorio, educativas y ambientales adecuadas teniendo en cuenta que es imprescindible la implicación de la sociedad en la solución”.
Nicolás López Molina, Coordinador de Área de la Dirección General de Política Forestal y Espacios Naturales. Consejería de Agricultura, Medio Ambiente y Desarrollo Rural de Castilla-La Mancha, presentó los datos concretos de Castilla-La Mancha. De los 8 millones de hectáreas de la superficie regional, 3,5 millones son forestales. Los trabajos de prevención de incendios están contenidos en el Plan de Desarrollo Rural de Castilla-La Mancha y están presupuestados en 250 millones de euros para el período 2014-2020. Principalmente, se trata de trabajos de selvicultura preventiva, pastoreo, vigilancia fija y móvil y mantenimiento de pistas y áreas cortafuegos.
Los principales criterios que se utilizan para la inversión son la capacidad para mantener el empleo y la inversión en zonas ITI, zonas con necesidades específicas de desarrollo que necesitan de inversiones territoriales integradas. “Para Castilla-La Mancha, al igual que para la Unión Europea, el bosque es fuente de riqueza y desarrollo rural. De ahí nuestra apuesta en el PDR por invertir en la prevención de incendios como motor de desarrollo. Entre 2016 y 2018 hemos invertido 105 millones en tratamientos selvícolas, lo que nos ha permitido trabajar en 8.300 hectáreas frente a los más de 3 millones de superficie forestal que tenemos. Hemos invertido más de 2 millones de euros en mantenimiento de cortafuegos y pistas y 13.400.000 euros en vigilancia fija y móvil. Trabajan 2.000 personas en labores de prevención y extinción en nuestra región. Es decir, invertimos más en prevención que en extinción”. A pesar de ello, y a la vista de los datos de las hectáreas tratadas, Nicolás se pregunta “¿es suficiente esa inversión?”.
Para Diana Colomina, de WWF, “los incendios forestales son un síntoma de una enfermedad más grave que es el abandono rural. Tenemos bosques más vulnerables a sufrir grandes incendios porque hay más combustible”. Sin embargo, discrepa de Nicolás López en la apreciación de la inversión en extinción y prevención. En su opinión, a nivel nacional, hay una diferencia notable en las inversiones entre extinción y prevención siempre a favor de la primera. Aunque para cuantificar con los mismos criterios, “deberíamos definir qué entendemos por prevención porque para nosotros la prevención activa es muy baja”. Para Diana hay que enfrentarse a los incendios forestales “con planificación territorial y desarrollo rural y hay que identificar urgentemente las zonas de alto riesgo”, apoyando iniciativas que ayuden a crear empleo y a gestionar el territorio como, por ejemplo, el pastoreo como herramienta preventiva. Y terminó con un mensaje compartido por todos los participantes en la mesa, “es necesario invertir en gestión forestal porque el mejor cortafuegos es un bosque vivo”.
La coincidencia en los mensajes principales fue continua entre los participantes. José Ramón González Pan, del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales, marcó “dos grandes retos” como prioritarios: trabajar en la interfaz urbano forestal y tipificar las zonas de alto riesgo. “Es imprescindible que los ciudadanos tomen conciencia de que deben autoprotegerse, no pueden exigir continuamente a papá Estado que venga a solucionarle los problemas cuando no hacen nada por evitar situaciones de alto riesgo como son las innumerables urbanizaciones que han invadido el espacio forestal y viven rodeados de vegetación encima de su propia casa y que van a arder como se produzca un incendio”. En su opinión es preciso perseguir la negligencia que todos los años causa miles de incendios forestales, mantener las actividades preventivas en el tiempo, “de nada sirve hacer acciones puntuales de prevención si luego no las repetimos”, concienciar a la población en la obligación de la autoprotección y en que adquiera un compromiso social pero “todo esto no puede desarrollar si no hay presupuesto, es imprescindible invertir en ello”.
Leire Miñambres, técnica de la Diputación de Barcelona, impulsora del Life Monserrat, explicó en qué consiste este Life “es un plan de gestión silvopastoral que ayude a mantener la biodiversidad, a aumentar las hectáreas de pasto y a la prevención de incendios”. Para ello han desarrollado acuerdos con ganaderos para desarrollen con le pastoreo una actividad preventiva de incendios pero que también sea rentable para ellos una vez que finalice el Life. “Creamos espacios abiertos, transformamos el paisaje para convertirlo en un mosaico”, comentó Leire. Para ello utilizan las quemas prescritas como herramienta de gestión, “es muy importante informara. Toda la población de qué es esto de la quema prescrita, cuándo y dónde la vas a utilizar y para qué sirve. La información y difusión ha sido uno de los pilares del proyecto, es muy importante hacer esa comunicación”.
El término mosaico lo incorpora Fernando Pulido, del Instituto de Investigación de la Dehesa y de la Universidad de Extremadura, en el nombre del proyecto que lidera, el proyecto Mosaico. “Mosaico es un paisaje tradicional que tiene todo el sentido común del mundo porque previene los incendios”. La cuestión que se plantea Fernando es si “con las herramientas que disponemos ahora podemos elaborar ese paisaje mosaico y a qué coste, teniendo en cuenta la enorme despoblación a la que se enfrenta la España vaciada”.
En su opinión, la Administración no tiene recursos suficientes para hacer esta tarea y es necesario establecer alianzas con los propietarios y los productores. Desde el proyecto Mosaico han asesorado más de 200 iniciativas para poner en marcha actividades de pastoreo y de cultivo de castaño, principalmente.
Están creando una marca comercial que avale la gestión de la prevención de incendios mediante productos certificados provenientes de paisajes mosaico.
Para Fernando el mayor problema es la despoblación porque supone «abandono y falta de gestión, no se pueden evitar los incendios si no gestionamos el territorio. Todo lo que no gestione el hombre lo va a gestionar el incendio”. Pero para evitar esa despoblación, en su opinión, “es imprescindible que se alineen las diferentes políticas que afectan al territorio, no es posible tener medidas legales contradictorias que provocan confusión y abandono. Hay que elaborar legislación específica para zonas de alto riesgo, no se puede prohibir en todos los lugares cambiar el uso del suelo tras un incendio porque lo que se necesita en esas zonas desfavorecidas y abandonadas es precisamente presencia humana después de un incendio para poder recuperarla”.
Ismael Muñoz
@Ismaelnatura
Como Bombero profesional con 37 años de servicio en la provincia de Valencia, y con la titulación de Técnico Forestal, pienso que todo el artículo esta plagado de aciertos . Desde mi humilde opinión, y partiendo desde el desinteres casi total del estamento político, mi receta es, Planificación e identificación de zonas alto riesgo, quintuplicar presupuesto en selvicultura y prevención en relación a la extinción con lo que se fija población rural , gestión del territorio y sostenibilidad rural, creación de la industria de la biomasa apoyada y financiada en diverso porcentaje por las AAPP, COLABORACIÓN con vecinosy habitantes en zonas rurales en concienciación de prevención de incendios forestales…Esto sería un comienzo a pesar de que, debido al abandono rura,l la masa forestal sigue creciendo gradualmente.