Entrevista a José Ramón González Pan
Jefe del Servicio de Publicaciones del Organismo Autónomo de Parques Nacionales

«Cuando estás en un incendio, la emergencia te une como no te une nada»

Ha desempeñado distintas responsabilidades en el equipo del Área de Defensa contra Incendios Forestales del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, aunque si tuviera que elegir se queda con la labor de sensibilizar a los ciudadanos sobre los incendios forestales y la mejor manera de evitarlos. José Ramón es un productor de ideas, cualquier información le sirve como trampolín para ver una oportunidad. Aunque ahora no trabaja directamente en incendios forestales, “el bicho del fuego”, como dice nuestro piloto de cabecera, no ha dejado de picarle nunca. Por eso sigue hablando de los incendios como si fuese ayer el último al que asistió y por eso preside la ong “En el medio” que dedica sus esfuerzos, entre otras cosas, a facilitar conocimiento y herramientas a los equipos de voluntarios contra incendios en Perú.

josé-ramón-gonzález-pan¿Cómo fue tu llegada al mundo de los incendios forestales?

En el año 81-82 ya había hecho muchas peripecias de divulgación dando charlas gratis en la Casa de Campo, donde Félix Rodríguez de la Fuente había colaborado en el Centro de Recuperación de Fauna Salvaje, con el programa “Aulas de la Naturaleza”. La visión didáctica ya había nacido en mí y me cambió la forma de estudiar y de aprender. Estudiaba para poder contárselo a otros. Me cambió también la forma de entender la profesión.

En 1984, como alumno de la Escuela de Montes, me apunté al curso de incendios forestales que organizaba el ICONA y ahí conocí a un personaje que me llamó poderosamente la atención, Ricardo Vélez. Hicimos un curso que nos entusiasmó a todos y nos dio la oportunidad de participar un mes en una base contra incendios forestales, de sentirnos útiles y asumir una responsabilidad que nadie antes nos había dado. En el curso hice un ejercicio práctico que fue patético, pero eso no me hizo bajar la moral, sino todo lo contrario. Ese verano trabajé con Guido Rodríguez de Lema, en el aeropuerto de La Parra, en Jerez, y esta fue mi primera convivencia intensa con el 43 Grupo del Ejército del Aire. Un año muy complicado en Huelva que me hizo entender lo que significa formar parte de un equipo.

¿Cuál es el aspecto de la defensa contra incendios forestales que más te ha interesado?

He tenido la oportunidad, gracias a mis jefes, de jugar en todas las variables. En extinción, poniéndome al frente del operativo, coordinando a 1000 personas y 67 medios aéreos. En prevención, con campañas de televisión o actuaciones concretas como son los equipos EPRIF, que me parecen fascinantes. Pero, si me tengo que quedar con algo, me quedo con la capacidad o con la necesidad de acceder a la sensibilidad de las personas para que cambien su actitud para no iniciar los incendios. Me parece lo más fascinante y lo más difícil.

me quedo con la capacidad o con la necesidad de acceder a la sensibilidad de las personas para que cambien su actitud para no iniciar los incendios

¿Cuáles son los aspectos más destacados en los que hemos conseguido avances más importantes?

Analizando la estadística, el aspecto más destacado es el trabajo de simultaneidad en equipo del dispositivo español que en otros países no existe. Hay todavía terreno por desarrollar, y quizá el aspecto de mejora lo pondría ahí. El que la gente que está en el aire, la gente que está trabajando con maquinaria y la que está andando y luchando directamente contra el fuego sepan coordinarse mejor, trabajar mejor y optimizar los recursos, tiene margen de mejora y optimización. El que una línea de defensa o un contrafuego sea bien interpretado desde el aire es fundamental. No obstante, estoy hablando de uno de los mejores dispositivos del mundo, sin lugar a dudas.

¿Al volver la vista para atrás hay algo que desearas cambiar?

He trabajado en cosas muy bonitas, pero cuando estás en un incendio, la emergencia te une como no te une nada. No sólo haces un trabajo, sino que intentas sentirte útil y, aún con la tragedia de perder compañeros o bienes materiales, no dejas de tener la sensación de que estás haciendo algo por el bien común. Cambiaría no perder a algunos amigos como he perdido, que por una u otra circunstancia ya no están con nosotros.
De mi trabajo creo que no cambiaría nada. Siempre hay cosas en las que eres menos comprendido o eres poco eficaz y cosas en las que eres muy querido, y yo creo que los dos extremos te ayudan menos. Lo que hay que hacer es dar día a día lo mejor que tienes y compartir experiencias con tus compañeros.

aún con la tragedia de perder compañeros o bienes materiales, no dejas de tener la sensación de que estás haciendo algo por el bien común

¿A qué personas te gustaría recordar?

En el tema de la educación ambiental, la persona que me marcó mis inicios fue Jose María Ruiz Dana, fundador del CENEAM, una persona que tenía una visión de futuro sorprendente. Ingeniero de Montes brillante, que inició y promovió prácticamente toda la parte de áreas recreativas en los montes de España.
En incendios forestales para mí hay un compañero, un amigo, un jefe, un maestro. Yo me quedaría con la palabra “maestro”, y no es otro que Ricardo Vélez. Él ha intentado sacar lo mejor de cada uno de nosotros, sin pretender que nos pareciéramos a él y sin poner ninguna barrera. Él era consciente de que cada uno podíamos aportar cosas diferentes al modelo de incendios y consiguió hacer un grandísimo equipo.
En un modelo de dispersión profesional, a través de las Comunidades Autónomas, Ricardo consiguió juntar a la gente y que la gente formara parte de un dispositivo a través de la formación, de los encuentros y de las reuniones. Creo que eso es algo que hay que volver a conquistar, porque los dispositivos se separan cuando dejan de verse e intercambiar experiencias. Si hay equipo humano y la gente comparte experiencias y se conocen, la gestión de la emergencia se optimiza al máximo.

Si hay equipo humano y la gente comparte experiencias y se conocen, la gestión de la emergencia se optimiza al máximo

jose-ramon-gonzález-pan-miguel-porrero¿Qué consejos podrías dar a las nuevas generaciones de profesionales en defensa contra incendios forestales?

La gente joven tiene que querer comerse el mundo. Cuando llegas a un dispositivo es para ofrecer lo mejor que tienes. Hay gente que entra con ese entusiasmo y gente que entra con la posición cómoda de formar parte de un dispositivo y que le digan qué tienen que hacer. Eso es un error. La gente joven está aquí para romper moldes, para empujar, poner ilusión, proyectarse y por supuesto para formar parte de un equipo y aprender de las personas que tiene por delante, porque la experiencia es un mundo en las emergencias. Los jóvenes tienen que asumir grandes retos y no quedarse en una posición pasiva, pues eso va contra el desarrollo forestal. Hay que perder el miedo y disfrutar del trabajo a tope. Y tienen derecho a equivocarse como nos equivocamos los demás. Se aprende más de los errores que de las cosas que se hacen bien.

La gente joven está aquí para romper moldes, para empujar, poner ilusión, proyectarse y por supuesto para formar parte de un equipo y aprender de las personas que tiene por delante, porque la experiencia es un mundo en las emergencias

Anécdotas seguro que no te faltan

Tengo muchas, pero recuerdo una… Mi primer día de trabajo en el aeropuerto de La Parra (Jerez). Mi compañero Guido a las 8 de la mañana me dice: “esta es la emisora, te quedas aquí y si te llaman para pedir un dispositivo, decides si sale el avión o no”. Yo empiezo a charlar con los pilotos y de repente se oye en la emisora: juuuuuu, juuuuu. La emisora estaba empezando a dar señales de vida y los pilotos sin inmutarse, porque era mi responsabilidad. De repente oigo una frase que no se me olvidará nunca: “ave zahhh me ohhh pizapa”. Me quedé quieto, desolado, diciendo ¿dónde estoy? ¿qué pasa? “se está quemando Andalucía y yo no tengo ni idea de qué está diciendo la persona de la emisora”

Pregunté a los pilotos:“¿habéis oído?” “si”. “¿habéis entendido algo?” “no”. Me sentí un poco más congratulado de que los pilotos tampoco lo entendieran y la emisora paró. Al día siguiente descubrí que la frase no era ninguna emergencia sino “A ver Zahara ¿se me oye desde el pinsapar?” Descubrí el lenguaje gaditano hasta tal límite, y al cuarto día parecía un experto.

Aprendí por prisas y necesidad lo que nunca pensé que iba a aprender, a discriminar las frases cortas y la forma simpatiquísima con la que los gaditanos se expresan por emisora. “A ver Zahara, ¿se me oye desde el Pinsapar?”, ese era el mensaje desde uno de los enclaves más bonitos de nuestra geografía forestal, singular, pequeño y mágico como toda la provincia de Cádiz.

Isabel Poza y Miguel Ángel Porrero