Investigar las causas de los incendios para hacer prevención proactiva

La investigación de causas debe ser una herramienta fundamental para la prevención y, de esta manera, mejorar la extinción. Esta es la conclusión principal de la jornada organizada por el Observatorio Social el Batefuegos de Oro en la Escuela de Ingeniería de Montes Forestal y del Medio Natural de la Universidad Politécnica de Madrid y en el que participaron como ponentes principales Ángel Fernández de la Asociación Profesional de Investigación de Causas de Incendios Forestales APIIF y Javier Jiménez de la Fundación Pau Costa.
La gestión del territorio basada en una planificación a largo plazo y participativa socialmente e invertir en las zonas despobladas fueron algunas de las principales soluciones que se apuntaron en la jornada.

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Javier Jiménez y Ángel Fernández en un momento de su exposición

Para Javier Jiménez, la investigación de causas debe ser “un pilar fundamental para la prevención proactiva, debe servir para identificar zonas que necesitan de gestión porque permitirá evitar y solucionar problemas posteriores”. Tanto Javier Jiménez como Ángel Fernández se mostraron partidarios de la investigación de causas como herramienta “no solo para encontrar al culpable sino para conocer y prevenir y eso implica: identificar, gestionar, planificar a largo plazo, reducir el número de incendios y resolver los problemas que podamos encontrarnos”, explicó Javier Jiménez.

Ángel Fernández explicó en detalle cómo es el método y el procedimiento de investigación de causas y cómo su trabajo puede ser utilizado en una doble dirección: la prevención de incendios y la detención del culpable si lo ordena la Fiscalía. En este caso, los agentes forestales o medioambientales, actúan como policía judicial y sus investigaciones se incorporan al trabajo del fiscal.

Los incendios ¿son el problema o la consecuencia de otros problemas?

Javier Jiménez, tras un repaso al número de incendios, superficie afectada, número de cabezas de ganado, rentas y circunstancias socioeconómicas de Asturias, se preguntó “si los incendios forestales son el problema o son la consecuencia de otros problemas”.

Tras más de 30 años trabajando en el medio rural y forestal asturiano, y cerca de veinte investigando las causas de los incendios forestales, para este especialista de las Brigadas de Investigación de Causas de Asturias, las motivaciones que están detrás los incendios forestales no siempre coinciden con la clasificación que desde el punto de vista técnico se ha hecho de las causas de los incendios y reclamó, entre otras medidas, que se estudiase esta clasificación para atender bien a las motivaciones y tomar las medidas adecuadas. Por ejemplo, en su opinión, “no existe una dicotomía entre negligencia o intencionado, hay siempre muchos matices”.

Al analizar los incendios en general y los de Asturias en particular, Javier distinguió entre “incendios estructurales, intencionados racionales, intencionados irracionales, accidentales, naturales, negligentes y coyunturales”. Cada uno de estos incendios tiene unas causas, “un origen de los problemas que tiene que ver con las condiciones socioeconómicas del mundo rural: la despoblación y el envejecimiento de los que quedan; los cambios en el tipo de ganadería y de ganado que recorre el monte, la pérdida de pastores y la aparición de los ganaderos de fin de semana; el exceso de normativa en ocasiones contradictoria; la sensación de abandono por parte de la administración pública; las medidas electoralistas como quitar los acotamientos a los terrenos quemados; la pérdida de la cultura del fuego como herramienta de trabajo y el abandono de los usos silvopastorales del monte; la sensación de pérdida del paisaje vivido; los problemas con la fauna silvestre como el lobo o el oso, o las subvenciones de la Política Agrícola Comunitaria, por citar algunos ejemplos”, comentó Javier Jiménez.

Coincidió Miguel Ángel Porrero, presidente de OSBO, con el diagnóstico de la despoblación y “el desencuentro entre el mundo urbano y el rural, la sociedad mira más a la naturaleza pero cada día la conoce menos”.

Para Ángel Fernández, “el abandono rural está provocando un aumento de los combustibles en el monte que dificultan notablemente la extinción de los incendios”. En este sentido, en su opinión, la prevención implica actuar sobre el combustible para “crear infraestructuras preventivas, planes de autoprotección y quemas prescritas”. Pero la prevención también implica “corrección de causas puntuales, vigilancia de actividades y formación y educación ambiental”.

Inversión en gestión y planificación a largo plazo

Javier Jiménez hizo una serie de propuestas para revertir esta situación, pensando en la realidad asturiana pero aplicables a cualquier otra parte de España donde existan problemas similares: “hay que romper esta espiral negativa e invertir en las zonas más alejadas y despobladas; hay que recuperar el paisaje de mosaico pensado para aprovechar hasta el último milímetro del territorio; hay que gestionar con una planificación previa y a largo plazo que cuente con la población rural y promueva su participación; hay que invertir en prevención de incendios porque es una oportunidad para fijar población y hay que crear buenas prácticas que permitan sinergias entre la prevención proactiva y la gestión del fuego en las áreas agroforestales”.

En este sentido, se mostró partidario de las quemas prescritas como una herramienta más de gestión pero no la única, “quemas y guadaña, esas fueron siempre las herramientas con las que se modeló el paisaje asturiano, no podemos pensar en quemar toda Asturias como la única solución, entre otras cosas porque hay muchos suelos silíceos que vamos a perder si seguimos quemando. Hay que hacerlo en aquellas zonas que demuestren una gestión adecuada del ganado”.

Entre otras medidas Javier propuso la recuperación de los acotamientos de los terrenos quemados “no por norma para todos los terrenos quemados pero sí como herramienta que en muchos casos es necesaria y útil”; fomentar la colaboración vecinal para no proteger al delincuente, “el que quema por frustración de forma recurrente en las mismas zonas, por vandalismo, venganza o interés y lo hace de forma cuasiorganizada”, y recuperar los valores de convivencia vecinal perdida “solidaria y participativa en la gestión del territorio y también estructuras sociales que lo fomenten. Al delincuente hay que darle palo pero a la población rural hay que darle soluciones, gestión y la posibilidad de participar en la planificación”.

Cambia la sociedad y cambian las relaciones y el conocimiento asociado a ellas, del uso del fuego tradicional y de la forma en la que se ha gestionado desde hace miles de años el paisaje. “Se ha quedado el mantra de que quemar es bueno y se quema por inercia o maldad sin saber que ya no hay los mismos usos que hace años, despareció la cultura silvopastoral”.

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Javier Jiménez, Cristina Yuste, Miguel Ángel Porrero, Javier Urra y Ángel Fernández

La jornada contó con la participación de EFE Verde en el debate. Cristina Yuste, periodista de la agencia, explicó cómo «la falta de conocimiento por parte de los periodistas que informan sobre incendios provoca que se traten casi siempre como un suceso, sin atender adecuadamente las causas y consecuencias, nos falta especialización. Hemos sumado a la información d los incendios otras cuestiones como despoblación, Red Natura o cambio climático como una forma de centrar la atención del ciudadano»

La jornada y el debate estuvieron moderados por Javier Urra, sicólogo especialista en pedagogía y terapeuta y contó con la presentación de Carlos Novillo, director general del 112 Madrid quien reconoció que ante «la calidad y cantidad de los medios de extinción de que disponemos es necesario invertir más en prevención«.

 

Ismael Muñoz
@Ismaelnatura