José María Sánchez Linaje
Jefe de sección de la Unidad Orgánica de Incendios Forestales y Medios Asociados. Área de Medio Ambiente del Cabildo Insular de Tenerife
«Hace falta una certificación a nivel nacional que nos habilite para intervenir en emergencias de un determinado nivel«
Llega a Canarias en 2004, después de haber estado apagando incendios en verano y tratando de evitarlos en invierno en los EPRIF del Ministerio de Medio Ambiente. A su llegada, trabaja junto a Pascual Gil realizando trabajos de selvicultura y como técnico de apoyo de incendios.
José María transmite vitalidad e intensidad, pero también tranquilidad cuando se enfrenta a los problemas, algo que, unido a su enorme experiencia como técnico de brigadas helitransportadas, es apreciado por todos.
Habla con sinceridad para recordar con mucho sentido del humor algunas de las experiencias que se viven en una brigada de extinción, algo que, con el paso del tiempo, se elevan a la categoría de anécdota.
¿Desde cuándo trabajas en incendios forestales y por qué?
Llegué de rebote, por una llamada de una compañera de la Escuela de Forestales que necesitaba un capataz para el retén de Villa del Prado, en Madrid. Me preguntó: “¿Tú sabes de incendios?”. Yo le dije “un montón”. Y allí estuve el verano del 97, como encargado de cuadrilla. El verano siguiente, por otro compañero de la escuela, Rafael Gómez Molino, entré en la BRIF de Tabuyo. Aquello sí fue pasar de la calma chicha a 80 incendios en un verano.
El primer contacto con el fuego fue haciendo una quema de ensanche con la BRIF. Recuerdo el humo irritante que echaban las quercíneas verdes y yo me quería morir. Aquel año estuve de capataz y pasé de ser un jefe de grupo totalmente inexperto (de lo que los brigadistas se percataban), a ganarme su respeto al final de campaña. Aprendí mucho con Enrique Rey Van der Bercken y Rafa Gómez que estaban de técnicos y fueron los que me dieron el empujón y donde me picó el bicho de los incendios.

«Prefiero 12 h de extinción a una jornada de papeleo en el despacho»
¿Cuál es el aspecto de la defensa contra incendios forestales que más te ha fascinado?
Lo que más me ha gustado ha sido la parte operativa de la extinción pura y dura, tanto en la época de las BRIF con Tragsa, como con Eimfor con las BRIF B del Ministerio. Cuando estás en la BRIF, donde te pueden movilizar a cualquier sitio, no tienes el vínculo sentimental a la tierra que se está quemando. Llegas y actúas. Esto te permite pensar más fríamente y tomar decisiones más certeras. Te vas con la sensación del trabajo bien hecho y el reconocimiento de todos. Creo que muchos directores de extinción se equivocan al querer conservar terrenos, por el vínculo que tienen, que hay que sacrificar sí o sí.
Creo que muchos directores de extinción se equivocan al querer conservar terrenos, por el vínculo que tienen, que hay que sacrificar sí o sí.
¿Qué impresión tienes sobre cómo ha evolucionado la extinción de los incendios?
Estamos evolucionando en la buena dirección. Se está haciendo mucho trabajo y muy bien por parte de las administraciones y de las empresas. Cuando yo empecé en el año 98 había cuadrillas que venían con mono de trabajo, casco de obra y botas Chiruca y casi les obligaban a entrar en el incendio. Hoy se ha avanzado mucho en seguridad, en prevención, en conocimiento. No se permite que nadie entre sin unos conocimientos mínimos. Los cursos que se dan ahora mismo son fabulosos. Queda mucho por caminar, quizás en lo que más en la parte de la certificación. Hace falta una certificación a nivel nacional que nos habilite a todos para intervenir en emergencias de un determinado nivel. En Tenerife somos ocho ingenieros al frente del operativo, pero las islas menores tienen poco personal y cuando tienen un incendio grande hay que ir a socorrerles. Una habilitación a nivel nacional estaría muy bien.
El Gobierno de Canarias está trabajando para obtener una serie de habilitaciones a nivel europeo, para configurar unos equipos de apoyo en toda Europa.
Cuando yo empecé en el año 98 había cuadrillas que venían con mono de trabajo, casco de obra y botas Chiruca y casi les obligaban a entrar en el incendio. Hoy se ha avanzado mucho en seguridad, en prevención, en conocimiento.
¿En qué aspecto de la extinción es en el que más se ha avanzado?
La seguridad. Cada vez hay menos accidentes. Se ha dado mucho peso al conocimiento de la meteorología, del comportamiento de los incendios, etc. Se está avanzando muchísimo y eso redunda en la seguridad de los brigadistas.
También se ha evolucionado en el tema del voluntariado. Antes era el ejército de Pancho Villa y cualquiera se metía al incendio. Ahora, aunque todavía ves algún caso, está mucho más acotado.
La seguridad. Cada vez hay menos accidentes. Se ha dado mucho peso al conocimiento y eso redunda en la seguridad de los brigadistas.
Echando la vista atrás ¿hay algo que cambiarías?
Todos los que hemos estado en esto hemos visto errores graves. En algunos casos, hay demasiadas injerencias políticas sobre las decisiones técnicas. Hay que tener la suficiente templanza y experiencia para saber aguantar y no dejarte “manipular” y tomar las decisiones adecuadas. A veces, para algún personal de la administración esto es complicado.
Todos los que hemos estado en esto hemos visto errores graves. En algunos casos, hay demasiadas injerencias políticas sobre las decisiones técnicas. Hay que tener la suficiente templanza para no dejarte “manipular”
¿A qué personas te gustaría recordar?
A muchas. Ya he nombrado a Rafa y a Quique. También me gustaría recordar a Miguel Ángel Porrero, a Felipe Aguirre, mucha gente que a lo largo de mi vida me ha dado un pequeño empujón y me ha echado una mano para seguir evolucionando. A Pascual Gil, Ventura Machado y Florencio López, mi antecesor en el cargo. Gracias a ellos he madurado como persona y como profesional.
También a mucha gente de las brigadas por las que he pasado, de la BRIF de Cártama (Málaga), Pinofranqueado (Cáceres), Tabuyo (León).
Tampoco puedo olvidar a Fernando Chico. En fin, mucha gente.
¿Qué crees que le puedes transmitir a las nuevas generaciones de profesionales que se quieren dedicar a esto?
Como me dijo el catedrático de pastos en la escuela de forestales “Busque una vocación, céntrese en ella y olvídese de lo demás”.
Hay gente que quiere abarcar todo y eso es un error. Si eres especialista de una helitransportada, céntrate en ser especialista, si eres jefe de grupo, céntrate en ser jefe de grupo y ejerce como tal. Si eres técnico de una helitransportada, céntrate en ser técnico de helitransportada y no quieras abarcar papeles por encima de lo que te compete o bajarte un peldaño que es algo que ocurre a menudo en las emergencias. Es muy fácil dejar de hacer tareas que son de dirección de extinción y ponerse a mover mangueras, cuando ese no es tu trabajo.
Sobre todo hay que formarse bien y dedicarse a los incendios en cuerpo y alma, aunque creo que con el cuerpo es suficiente.
Hay gente que quiere abarcar todo y eso es un error. Si eres especialista de una helitransportada, céntrate en ser especialista, si eres jefe de grupo, céntrate en ser jefe de grupo y ejerce como tal. Hay que formarse bien y dedicarse a los incendios en cuerpo y alma
Nos da la impresión de que anécdotas no le faltan
Las ha habido muy tristes, con fallecimientos por atrapamientos de brigadistas como el de Xurés (Ourense) en el año 98. Yo mismo me he visto atrapado en algún incendio, en un pueblo de León, no recuerdo el nombre, fue la primera vez que me vi rodeado de fuego. La segunda fue en Mijas (Málaga). Aplicando los conocimientos, salimos sin ningún accidentado, pero fueron situaciones duras. También estaban allí, en ésta última, Fernando Chico y Curro Rodríguez Silva. Hubo gente que estuvo a punto de dejar la brigada y marcharse. Pasaron miedo de verdad.
Y algunas graciosas como sustraer máquinas de obra civil, para hacer una línea de defensa, y llegar el propietario echando pestes. Cuando le explicamos para lo que era, se metió en la máquina y se puso a trabajar con nosotros. También hemos vuelto en el helicóptero con algún cochinillo, que estaba huérfano por el incendio.
Además de estar en incendios, trabajaste en prevención, fuiste uno de los técnicos que pusiste en marcha los EPRIF ¿Cómo era el contacto con las personas con las que debíais hacer conciliación de intereses?
La primera campaña de los EPRIF fue en Castro Caldelas (Orense), en el año 99. Era el término municipal que más incendios tenía en toda España. En toda la provincia llegaron a tener activos 500 incendios simultáneamente y dentro del término municipal entre 80 y 90, una barbaridad. Nos fuimos dando a conocer y hacíamos quemas con cierta suspicacia de los vecinos que decían “¿por qué vendrán estos aquí a quemar y gratis?
Un día se presentó en la oficina un señor octogenario, con su botella de oxígeno en un carrito, que quería que le quemásemos la finca. Fuimos a verla y era un pastizal verde, fantástico, con algunos tojos que estaban empezando a crecer. Le preguntamos “¿por qué lo quiere quemar si ya no tiene vacas?” “Porque se lo está comiendo el monte y esto es una vergüenza. Yo saqué a mis hijos adelante con esto y no lo voy a permitir”. Le intentamos convencer, porque en ese momento estaba verde y no iba a arder, pero nos dijo “o me lo quemáis vosotros o vengo en agosto y meto yo lume”, así que hubo que quemar lo que pudimos.
También me contaban los capataces del EPRIF, Alex Páis y Roberto que había niños en la comarca que presumían orgullosos de que su padre era “fogonero”, o sea, que le pegaba fuego al monte.
Un día se presentó en la oficina un señor octogenario, quería que le quemásemos la finca. Era un pastizal verde, fantástico, con algunos tojos que estaban empezando a crecer. Le preguntamos “¿por qué lo quiere quemar si ya no tiene vacas?” “Porque se lo está comiendo el monte y esto es una vergüenza. Yo saqué a mis hijos adelante con esto y no lo voy a permitir”.
¿Qué prefieres estar en un incendio o estar en una mesa solucionando papeles?
Prefiero 12 horas de extinción a una jornada de papeleo en el despacho. Disfruto estando allí oliendo a humo, tragando ceniza y subiendo y bajando por las piedras, aunque ya la edad se empieza a notar y el cuerpo se resiente.
Prefiero 12 horas de extinción a una jornada de papeleo en el despacho. Disfruto estando allí oliendo a humo, tragando ceniza y subiendo y bajando por las piedras
Juan Barroso e Isabel Poza