¿Voluntarios o espontáneos, ayuda o estorbo?

La sociedad debate sobre le papel de los voluntarios o espontáneos que, cuando ven una columna de humo en el monte de su localidad, acuden inmediatamente al incendio sin esperar a los equipos de extinción. La polémica ha surgido este fin de semana a raíz del incendio de Sotillo de la Adrada, donde el propio ayuntamiento utilizó las redes sociales para pedir voluntarios que subiesen a apagar el incendio en la zona más elevada de la sierra. Para unos es una temeridad y una imagen de otra época. Para otros es una obligación, un ejemplo de compromiso social y, vistos los resultados positivos, un motivo de orgullo que pueden exhibir una vez más.

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Uno de los avisos del Ayuntamiento de Sotillo en redes sociales solicitando ayuda.

Las redes sociales no han parado de mostrar opiniones de todo tipo a raíz de la petición del ayuntamiento de Sotillo de la Adrada (Ávila) de voluntarios que acudiesen a ayudar en el incendio declarado el sábado a las 15:39 horas en el Berrueco, una zona de muy difícil acceso en la parte más alta de la sierra, por encima de los 1.400 metros de altitud y sin caminos para acceder con vehículos. Desde donde paraban los coches con los voluntarios hasta el incendio había más de una hora y media de trayecto, caminando en ocasiones por pendientes superiores al 50 %. No apto para personas en mal estado físico. El ayuntamiento dispuso de una zona de control de vehículos y voluntarios en el paraje conocido como “la Caseta del Collao”, en donde la policía impedía el paso a personas de edad avanzada o que no fuesen convenientemente equipadas.

Esto no es nuevo, en buena parte del Valle del Tiétar los vecinos de los pueblos tienen un gran apego a “su sierra”de Gredos. Es costumbre que cuando ven la primera señal de humo se organicen de forma inmediata para subir a apagar el incendio. “Así ha sido toda la vida y así es como hemos conseguido conservar el monte, de otra forma lo habríamos perdido ya todo”, comenta Ramón, vecino de Sotillo de la Adrada y veterano voluntario, o espontáneo, en la extinción de incendios.

Incendio de Gavilanes-Pedro Bernardo

Algo similar ocurrió en el incendio de Gavilanes y Pedro Bernardo, también en el Valle del Tiétar, el 28 de junio. Mientras llegaban los equipos de extinción de la Junta de Castilla y León, los vecinos de Pedro Bernardo salieron con sus medios y herramientas a detener el fuego que se acercaba peligrosamente al pueblo por la parte alta de la sierra. David Segovia, alcalde de Pedro Bernardo, denunció entonces y ahora la falta de medios de la comunidad autónoma y el “abandono”, que a su juicio, sufrió su localidad, al destinar al pueblo de Gavilanes “los escasos medios activos que tenía la Junta, por no haber activado al completo el dispositivo a pesar de la ola de calor que se venía encima ese fin de semana y de la sequía tan grande que tenemos durante todo el invierno y la primavera”.

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Se reactiva el incendio que parecía controlado y se solicita ayuda para la extinción.

La Junta no activaría todos los medios propios de extinción hasta el 1 de julio, día en el que comienza oficialmente la campaña de alto riesgo de incendios. Para contestar al acalde de Pedo Bernardo, el consejero de Fomento y Medio Ambiente, Suárez-Quiñones, consideró a los medios de la Administración General del Estado como propios, “puesto que es responsabilidad de todas las administraciones apagar los incendios”.

Entonces, los vecinos de Pedro Bernardo, “sin ayuda de nadie, ni de un agente forestal siquiera”, asegura el alcalde, consiguieron detener las llamas a las puertas del pueblo. “La situación era de auténtica necesidad, o salíamos nosotros a parar el fuego o se nos quemaba el pueblo, no quedaba más remedio. O asumimos el riesgo, y soy consciente de todo lo que eso supone especialmente para mi, o nos quedamos sin pueblo”.

En 1986 un gran incendio quemó buena parte de los pinares de Pedro Bernardo. Los pinares era fuente importante directa de empleo en el pueblo. “Por ese incendio pasamos de ser un pueblo de 2.500 habitantes a poco menos de 750 censados en la actualidad. Si no actuamos el 28 de junio nos quedamos en la ruina, perdemos hasta el pueblo. ¿Cómo vamos a consentir otra situación similar?”, se pregunta David Segovia.

A la pregunta de si volvería a activar a los voluntarios ante una situación similar su respuesta es categórica “sí, sin lugar a dudas, saldríamos inmediatamente a defender el pueblo”. Es consciente, sin embargo, de que esa no es la solución. “Es obvio que preferiría disponer de un parque de bomberos mixto para varios pueblos del Valle del Tiétar, pero no lo tenemos. Hasta que eso suceda, si algún día lo vemos, vamos a formar a un cuerpo de bomberos voluntarios para la próxima campaña, gente con formación y experiencia, que conozca el terreno y dirija las labores en caso de necesidad. Pero es que los pueblos pequeños no tenemos recursos económicos y no podemos hacer más”.

El ayuntamiento ha puesto en marcha una campaña de recogida de donaciones para recaudar fondos que ayuden a la recuperación del terreno quemado, algo más de 1.000 hectáreas en Pedro Bernardo. “Esperamos que la Junta declare la zona como de emergencia para poder recibir los fondos que el ministerio de Agricultura ya ha dispuesto para la recuperación de lo quemado. El fuego ha afectado a nuestra zona de captación de agua y necesitamos proteger el terreno antes de que las lluvias terminen de dar la puntilla a la sierra y al pueblo”.

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Agradecimiento del Ayuntamiento de Sotillo a los voluntarios y equipos de extinción

En la madrugada del sábado 13 de julio al domingo 14, los vecinos de Sotillo junto con los de Casillas, fueron fundamentales para detener las llamas. Así lo valoran miembros de la BRIF de Iglesuela, con los que compartieron al principio tareas de extinción en primera línea de fuego. “El papel de los voluntarios en estos pueblos del Valle del Tiétar es primordial, son conocedores del terreno y se organizan bien, aunque siempre hay gente de fuera con los que hay que tener más vista con ellos”. En el caso del incendio de Sotillo, esta fuente de la BRIF considera que “seguramente el incendio, en la parte de Sotillo, no se habría estabilizado esa madrugada sin ellos. Nosotros estábamos en la parte alta, de noche, y ellos estuvieron más abajo, en su término municipal, intentando que las llamas no llegasen al pinar.” Y lo lograron.

El Ayuntamiento de Sotillo prefiere no hacer declaraciones y remite a la información oficial de la Junta de Castilla y León. Se limita a agradecer, “una vez más” a los voluntarios y equipos profesionales que participaron en la extinción «su trabajo y entrega».

¿Qué papel deben jugar los voluntarios en los incendios forestales?

Raúl Quílez, director de extinción en la Comunidad Valenciana, Doctor en Incendios Forestales y Master del Fuego, considera que valorar esa u otra actuación concreta de voluntarios “es un tema complicado porque hay realidades sociales muy diferentes, desde la sociedad más urbana y alejada del monte a la más rural y aún apegada a su medio natural, con una relación emocional mucho más fuerte. Hay que ser conscientes de esas realidades para juzgar qué está bien y qué está mal”.

Raúl Quílez: «hay realidades sociales muy diferentes, desde la sociedad más urbana y alejada del monte a la más rural y aún apegada a su medio natural, con una relación emocional mucho más fuerte. Hay que ser conscientes de esas realidades para juzgar qué está bien y qué está mal”.

En su opinión, hay que distinguir entre espontáneo y voluntario. Si el voluntario está formado, conoce los protocolos, métodos de actuación, ha entrenado y está equipado correctamente cree Raúl que puede “hacer muchísimas labores muy útiles para la extinción, aunque no necesariamente en primera línea de fuego”.
Aunque para él, como director de extinción, “a los espontáneos cuando hay un incendio los quiero fuera del monte. Es una responsabilidad para el director de extinción permitir que personas sin formación, ni equipadas convenientemente, estén trabajando en una situación de riesgo, sin saber dónde están, qué hacen, si se ponen bajo una descarga de miles de litros de agua o se meten donde no deben y se quedan atrapadas”.

De opinión parecida es Juan Rama, miembro de la asociación El Batefuegos, que lleva años lanzando para la ciudadanía mensajes de protocolo y consejos de seguridad en situaciones de emergencia. “Si no podemos evitar que suban al menos que vayan equipados. En muchas ocasiones su participación bienintencionada se convierte en un problema para los equipos de extinción y los gestores de la emergencia: ocupan caminos, provocan pequeños accidentes, entorpecen el movimiento de los expertos, o incluso obligan a parar labores de extinción para sacarlos de una situación de peligro”.

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Uno de los consejos que lanzaron en redes sociales durante todo el fin de semana los miembros de @ElBatefuegos

Desde el punto de vista de Protección Civil, considera que «este tipo de actuaciones con personas sin organización y cada una por su cuenta en primera línea de fuego, son un atraso. El propio sistema prevé la existencia de voluntarios formados y entrenados durante todo el año. Estos grupos en Andalucía funcionan bastante bien porque saben cuál es su papel y hacen una labor valiosísima de avituallamiento, asesoramiento y reconocimiento de zonas y accesos, enfriamiento de zonas quemadas y de comunicación al resto de los vecinos de cómo está la situación y la mejor manera de comportarse. Es una labor de segundo plano muy valiosa para la emergencia”, apunta Juan Rama, que se muestra orgulloso de haber colaborado en este caso con el ayuntamiento de Santa María del Tiétar en la elaboración de unas medidas básicas de autoprotección en caso de enviar voluntarios al incendio.

Hay que recordar que la responsabilidad de cuanto suceda durante la extinción es del director de la misma. Si este permite que en primera línea de fuego trabajen personas sin formación ni experiencia y a alguna de ellas le sucediese algún percance “el director podría tener problemas”, reconoce Quílez.

En la Comunidad Valenciana se crearon también hace años los Grupos de Pronto Auxilio, voluntarios formados por los bomberos forestales, que además están equipados con equipo adecuado e incluso con motobombas. Están jerarquizados, uniformados, tienen conocimientos y experiencia en participar en incendios, saben cuál es su misión sin que se lo tenga que decir el director de extinción y salen para el incendio inmediatamente, previo aviso a los responsables de extinción. Allí, a las órdenes de director de extinción desarrollan las labores que les encomienda.

“Si para los bomberos forestales exigimos unas normas de seguridad, un equipo, una formación que garantice su seguridad ¿cómo podemos permitir en primera línea de fuego a gente en pantalón corto, de cualquier manera y condición física y que no sigue ninguna norma de actuación?”, concluye Quílez. E insiste, “voluntarios sí, pero con formación, equipados y bajo las órdenes del director de extinción. En la segunda línea de apoyo, nunca podremos agradecer lo suficiente a las personas que están en logística llevando agua e incluso comida a los equipos de extinción».

De fondo, la inversión forestal

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BRIF de La Iglesuela en labores de desbroce y enfriamiento de puntos calientes. El trabajo en pendientes elevadas y con mucha vegetación requieren de una preparación física adecuada.  Foto

“Si la administración no invierte un euro en el monte y está completamente abandonado, y si tampoco nos dejan subir a apagar el incendio, ¿qué tenemos que hacer, cruzarnos de brazos y mirar desde le pueblo cómo se pierde toda la sierra? A cualquiera que le duela su tierra no puede consentir eso”, concluye Ramón.

Para David Segovia “si los más de dos millones de euros que nos va a costar la extinción del incendio se hubiesen empleado en gestión del monte ¿cuántos puestos de trabajo se habrían creado y cuánto habríamos reducido las posibilidades de sufrir de nuevo otro gran incendio?”.

Emociones a flor de piel, sentimientos de orgullo y un subidón de adrenalina recorren Sotillo de la Adrada el domingo por la mañana. Una vez más se han hecho con un incendio forestal, han conseguido salvar “su sierra”, aunque el incendio se pasó al otro lado de la cumbre, hacia el Valle Iruelas, reserva natural. Allí trabajaban brigadas de la Junta de Castilla y León, agentes forestales, las BRIF, la UME, medios áereos y, de nuevo, voluntarios.

Alguien más reflexivo, que prefiere no identificarse, comenta en el pueblo: “los tiempos han cambiado y tendremos que apagar los incendios en el Valle del Tiétar de otra manera, habrá que dejar paso a los profesionales con sus medios técnicos, mapas, tecnología y conocimiento. Pero, hasta que eso suceda, si hay necesidad va ser muy difícil parar a la gente cuando tiene una cultura de participación y un compromiso con su medio natural tan enorme”.

Ismael Muñoz
@Ismaelnatura