El kit Fire Survival, pensado para situaciones de atrapamiento

Cualquier profesional de la extinción de incendios, bien sean forestales o urbanos, sabe del riesgo que supone su actividad. Un pequeño cambio en las condiciones del aire, del viento o de los materiales de combustión, por ejemplo, pueden hacer imprevisible la evolución del incendio. Conscientes de ese riesgo y de las necesidades que, en determinados momentos de gravedad, pueden tener los equipos de extinción, la empresa Hispamast ha creado el Kit Fire Survival, un refugio de supervivencia para situaciones de atrapamiento.

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Imagen de la lanzadera probada por el equipo de Infocam

El Kit Fire Survival tiene como objetivo crear una zona de supervivencia mediante una lanza integral de autoprotección y un refugio “ignífugo e impermeable” donde permanecería el personal atrapado hasta el paso de las llamas.

La lanza de seguridad tiene como objeto crear una pantalla protectora de agua y agente extintor creando un escudo protector para la zona de supervivencia. Es de aplicación en vehículos autobomba y vehículos vinculados al mismo. Su elemento diferenciador es su geolocalizador, lo que permitirá su rastreo por el resto del equipo de extinción.

Incluye:
– manguera de 13 metros y 25 mm de diámetro
– geolocalizador integrado
– Barrica de retardante de corto plazo de 10 litros
– espadín para la inyección externa de agente extintor.

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El refugio y las protecciones de las ruedas en la prueba realizada por la UME

El refugio permitirá a cuatro o seis personas, en función del modelo, sobrevivir cuando las condiciones de calor y gases externas al mismo sean incompatibles con la vida. Su aplicación es para brigadas terrestres y helitransportadas, maquinaria pesada y vehículos autobomba con y sin disponibilidad de agua. De nuevo un elemento diferenciador le da un plus de valor, se trata de una botella de oxígeno que permitirá aumentar la capacidad de aire respirable dentro del refugio. Las personas atrapadas en una situación de estrés consumen mucho más oxígeno del necesario. Así que una aportación extra ayudará a superar con garantías una difícil situación.

Incluye:
– Botella de aire comprimido con regulador. Instalación de aire integrada
– Sistema de iluminación
– Mascarillas de protección respiratoria plegables tipo FFP3
– Bolsa de transporte
– Componentes opcionales: geolocalizador y detector de oxígeno

Protector térmico de neumáticos
El equipo principal puede completarse con un juego de protectores térmicos para las ruedas de los vehículos de extinción, bien sean pesados o ligeros. Su objetivo es evitar que las gomas de las mismas entren en combustión frente a una fuente calorífica potente como son las llamas en un atrapamiento.

Un producto testado por el laboratorio del INIA.

La prueba del laboratorio del INIA no tiene valor científico porque no se trata de un estudio en profundidad que compruebe la respuesta del equipo en múltiples circunstancias. Es una prueba, realizada con el rigor de un laboratorio científico, que mide la respuesta del equipo en dos situaciones muy concretas: frente a la radiación de la llama y en contacto directa con ella a una temperatura entre 650 y 846 ºC. Su conclusión principal en ambos casos es que las condiciones que se dan dentro del habitáculo del Safety kit no pondrían en riesgo la vida humana.

La prueba se desarrolló en el túnel del viento del laboratorio del INIA, de 8 metros de largo por 0,8 m de ancho. Al tratarse de una pieza de más de dos metros de ancho en el laboratorio se decidió colocarla a la salida del túnel, expuesta a la convección y radiación de la llama generada en el túnel, “simulando la llegada de un frente de fuego a las proximidades del equipo de protección”.

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Situación de los termopares y del equipo a la salida del túnel. Foto INIA

Se realizaron dos ensayos:
– en el primero se le sometió al equipo a la convección de un frente generado en el túnel
– en el segundo, se sometió al equipo a la convección, radiación y contacto directo con la llama generada en el túnel

En ambos casos se midió la temperatura ambiente, la humedad de la vegetación que se quemó, la temperatura a distinta altura dentro del túnel, la altura de la llama, la velocidad de propagación, el combustible consumido y el calor efectivo de la combustión para conocer, mediante la ecuación de Byram, la potencia aproximada a la salida del túnel.

También en ambos casos en los dos protocolos se situó un maniquí en el interior del refugio con sensores térmicos en los puntos más críticos.

Protocolo 1: convección
En el primer protocolo se situó el refugio a 1,5 metros de distancia del túnel de viento. A la salida del mismo se midió una potencia de 600 kW. Las temperaturas de los gases de convección en contacto con el equipo oscilaron entre 50 ºC y 75 ºC dependiendo del punto de control. Esta temperatura fue superior a la temperatura ambiente (35 ºC) durante más de cinco minutos “alcanzándose picos de temperatura sostenida por encima de 50 ºC durante 2 y 3 minutos. En ninguno de los casos la temperatura interior del dispositivo superó los 40 ºC”.

Las temperaturas soportadas por el maniquí en el interior del refugio fueron “del mismo orden de magnitud o inferiores a los detectados en la zona de llegada de la convección”. La zona de la espalda fue la más sensible porque sostuvo temperaturas entre 40 y 45 ºC durante ocho minutos.

Protocolo 2: contacto directo con la llama
En el protocolo 2 el refugio se colocó a una distancia de 0,5 metros de la salida del túnel del viento. Las llamas entraron en contacto directo con el refugio “en numerosas ocasiones”, a una temperatura máxima de 600 ºC y con “temperaturas sostenidas superiores a 300 ºC durante más de 3 minutos”.

“La presencia puntual de llama en contacto con el equipo generó daños en la capa exterior que penetraron puntualmente en el interior”. En los puntos de control de temperatura exterior del refugio se detectaron temperaturas por encima de 160 ºC en uno de ellos y de 210 en otro. La temperatura ambiente en el exterior del equipo estuvo por encima de 50 ºC durante más de 25 minutos. En el interior del refugio hubo temperaturas máximas entre 45 y 47 ºC y tan solo un punto, el más afectado por las llamas en el exterior, donde se registraron temperaturas superiores a 50 ºC durante más de ocho minutos.

Las temperaturas para el maniquí fueron similares que en el protocolo 1. De nuevo fue la zona de la espalda la más sensible al aumento de temperatura, con máximos de cinco minutos por encima de 45 ºC y un máximo absoluto de 47 ºC durante 1,5 minutos.

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Puntos a y b más dañados por contacto directo con las llamas. (A) Zona dañada en el exterior del dispositivo. (B) Zona interior más afectada por los daños en el dispositivo. Foto INIA

Conclusiones

En el protocolo 1, “se concluye que para la potencia ensayada de un frente de llama que emite 600 kW a una distancia de 1,5 m, el equipo no muestra daños aparentes y las temperaturas interiores, tanto en la superficie interna del dispositivo como en el maniquí no pondrían en riesgo la vida humana”.

Según los resultados obtenidos en el protocolo 2, “se concluye que para una potencia ensayada de 600 kW a la salida del túnel, y a una distancia de 0,5 m del frente de llama, se ha detectado deterioro puntual de las partes más expuestas al contacto con llama pero no se han detectado temperaturas en el interior del equipo que pongan en riesgo la vida humana”.

Se trata de un producto muy a tener en cuenta si se decide invertir en equipos de protección frente a atrapamiento. Cada servicio de extinción valorará, además de las prestaciones técnicas, otras variables para su adquisición o no en comparación con otros productos similares que hay en el mercado.

Ismael Muñoz
@Ismalnatura