Entrevista a Vicente Rodríguez Fernández
Jefe de Servicio de Defensa del Medio Natural. Junta de Castilla y León.
«La prevención ha retrocedido respecto a los años noventa. Hay que transformar el paisaje aprovechando el monte«
Vicente no necesita presentación. Todos le conocemos desde siempre vinculado a los incendios forestales. ICONA, Ministerio de Medio Ambiente y después en la Comunidad de Castilla y León, intentando que los incendios se controlen de forma eficaz y por los forestales de siempre, trabajadores vinculados a la defensa de su pueblo, de su medio ambiente. Siempre defendiendo el empleo verde, intentando que los habitantes de los pueblos se queden en ellos, que los jóvenes se vinculen y que crean en el proyecto común de mejorar las condiciones de trabajo. La administración siempre debe ser cercana al administrado, ayudando a mejorar el entorno natural.
¿Cómo y por qué llegó usted a los incendios forestales?
Con 15 años tenía claro que quería ser Ingeniero de Montes, mi padre tenía un aserradero y me apasionaba la fauna, la caza y la pesca. Estudié en Madrid, no había otra Escuela. Al acabar pedí una beca de incendios para trabajar en La Coruña. Me llamó Ricardo Vélez y me dijo “vamos a probar retardantes, hemos preguntado a la Escuela de Montes y nos recomendaron a ti y a Julio Tamayo”. Habían preguntado a mi director de tesis, José Manuel Gandullo y claro, ¿qué iba a decir?
Aceptamos los dos, fue el verano de 1981, en La Iglesuela con dos GRUMMAN de 1.500 litros. Empezamos a probar los retardantes de Budenheim. Fue un buen verano.
Después de tantos años de trabajo ¿Cuáles son los aspectos destacados en los que hemos conseguido avances más importantes?
En los 40 años que llevo trabajando, en extinción hemos ido a mucho mejor. Desde 1985 hemos evolucionado una barbaridad en medios, conocimientos, herramientas, etc. Ahora mismo la Junta de Castilla y León tiene más medios que tenía el ICONA en 1987 para toda España. Pero para luchar contra los incendios no sólo hacen falta medios, conocimientos, herramientas. Hay que lograr un equilibrio entre la extinción y la prevención y aquí hemos retrocedido.
Con las transferencias, las Comunidades asumieron la prevención y extinción de incendios y el Estado se reservó la cobertura de medios aéreos a nivel nacional. Excelente reparto, el día que estos medios pasen a las Comunidades iremos a peor. El modelo que hay en España, Ministerio y CC. AA., es de admirar.
Desgraciadamente, el Estado ha dado otros pasos que creo que no son tan positivos. La creación de la UME representa un importante lastre económico para el Estado, no rentable desde la eficacia y la eficiencia. Siempre se moviliza con el incendio muy avanzado. Ese presupuesto invertido en apoyar a las CC. AA. sería más eficaz, en especial a las poco pobladas y muy forestales.
Desde 1985 hemos evolucionado una barbaridad en medios, conocimientos, herramientas, etc. Pero para luchar contra los incendios no sólo hacen falta medios, conocimientos, herramientas. Hay que lograr un equilibrio entre la extinción y la prevención y aquí hemos retrocedido
El gran problema es que la prevención ha retrocedido respecto a los años noventa. En prevención indirecta, el Estado ha dejado de aportar presupuesto a las CC. AA., a través del Convenio de Hidrología, competencia compartida que estaba dotada de presupuesto que no se transfirió a las CC. AA., lo que vuelve a perjudicar a las poco pobladas y forestales. Si a esto le unimos la crisis desde 2009, las inversiones se han desplomado. El presupuesto de las comunidades depende de su población y no de su territorio. En Castilla y León tenemos mucho territorio y aunque destinemos más dinero por habitante, destinamos menos dinero por hectárea. Creo que el Convenio de Hidrología lo equilibraba parcialmente y es una pérdida importante, que se debe recuperar.
El presupuesto de las comunidades depende de su población y no de su territorio. En Castilla y León tenemos mucho territorio y aunque destinemos más dinero por habitante, destinamos menos dinero por hectárea.
Como el campo se ha seguido abandonado y el territorio no tiene ningún uso, se cubre de vegetación, el cambio climático lo apoya y así el riesgo de incendios catastróficos cada día es mayor. Hay que transformar el paisaje aprovechando el monte, si no lo hacemos el problema seguirá creciendo.
En educación ambiental el ICONA hacía unas campañas magníficas. Ahora no se hacen. Nosotros través del Centro de Defensa contra el Fuego (León) intentamos llegar a muchos colegios. Ahora se ha hecho un convenio con Red Eléctrica Española REE al respecto, con la Universidad de León ULE lo hacemos en colegios de El Bierzo, pero son iniciativas minúsculas comparadas con las del ICONA.
En el tema de investigación de causas de los incendios forestales hemos avanzado mucho, aunque llegar al autor sigue siendo una asignatura muy difícil y conseguir una condena es casi ciencia ficción.
También hemos avanzado en la previsión del riesgo, en coordinación entre administraciones limítrofes…
Como el campo se ha seguido abandonado y el territorio no tiene ningún uso, se cubre de vegetación, el cambio climático lo apoya y así el riesgo de incendios catastróficos cada día es mayor. Hay que transformar el paisaje aprovechando el monte, si no lo hacemos el problema seguirá creciendo
¿Qué sentimiento le queda después de estos años? ¿Cuál es el aspecto de la defensa contra incendios que más le ha fascinado?
He tenido la suerte de dar un cambiazo brusco en mitad de mi carrera profesional: pasar de estar en el ICONA a ver las cosas desde la comunidad autónoma. La verdad es que aquí es bastante más duro. He asistido al despliegue de medios del ICONA, la creación de las CAR y las BRIF, y eso ha sido un lujo.
En mi etapa actual, quizá lo más importante fue conseguir que las nueve provincias funcionasen como una, como un único operativo regional, donde están integrados administración y empresas. Creo que esta es la forma de trabajar.
Ahora tenemos muchísima información con herramientas informáticas, pero los incendios no se pueden manejar sólo desde la oficina. Desde esta y en campo se ha de tener toda la información disponible, pero las decisiones las tiene que tomar el técnico “in situ”. Para ello es muy importante la formación. Nosotros tenemos la suerte de contar en el CDF con excelentes profesionales, y diseñamos e impartimos la formación a nuestros profesionales de administración y empresas asociadas.
Ahora tenemos muchísima información con herramientas informáticas, pero los incendios no se pueden manejar sólo desde la oficina. Desde esta y en campo se ha de tener toda la información disponible, pero las decisiones las tiene que tomar el técnico “in situ”.
Lo que más me ha fascinado es el trato con la gente. Este es un trabajo muy desagradecido. No sueles recibir muchos parabienes, sino bastantes varapalos de políticos rivales, sindicatos, prensa, que son siempre los mismos, sea una campaña excelente o muy dura. ¡Que tristeza! Afortunadamente la gente que trabaja en el operativo es muy vocacional y hace que la moral se mantenga alta a pesar de las dificultades. Yo tengo la suerte de tener un equipo excelente y así se resiste.
Lo que más me ha fascinado es el trato con la gente. Este es un trabajo muy desagradecido. No sueles recibir muchos parabienes, sino bastantes varapalos de políticos rivales, sindicatos, prensa, que son siempre los mismos, sea una campaña excelente o muy dura. ¡Que tristeza! Afortunadamente la gente que trabaja en el operativo es muy vocacional y hace que la moral se mantenga alta a pesar de las dificultades. Yo tengo la suerte de tener un equipo excelente y así se resiste
¿Qué cambiaría de estos años?
Realmente nada. Lo que no has cambiado es porque no has podido. Quizá me gustaría que la sociedad tuviera una imagen más clara de qué son los incendios y lo que hace la administración y por supuesto, poder tener más personal. En nuestra comunidad en los últimos años apenas ha habido renovación, con lo que tenemos técnicos y agentes muy experimentados, pero con una elevada edad media, entre 52-53 años, no tiene sentido.
Lo que más lamento es no poder dar más estabilidad a los trabajadores de cuadrillas, helitransportadas, maquinaria, … sin ellos no somos nada.
Me gustaría que la sociedad tuviera una imagen más clara de qué son los incendios y lo que hace la administración y por supuesto, poder tener más personal. En nuestra comunidad en los últimos años apenas ha habido renovación, con lo que tenemos técnicos y agentes muy experimentados, pero con una elevada edad media, entre 52-53 años, no tiene sentido
¿A qué personas le gustaría recordar?
A todos, no voy a nombrar a nadie, porque dejaría gente sin citar y sería injusto. Agradecer a Santiago Marraco y José Antonio Errejón, cuando me nombraron Jefe de Servicio del ICONA, por confiar en mí, y a Mariano Torre y José Manuel Jiménez por traerme a Castilla y León y a José Ángel Arranz por mantenerme. Pero agradecer, a los 4.400 componentes del operativo de Castilla y León, del Ministerio y de las administraciones que colaboran con nosotros, porque tenemos excelentes profesionales tanto en la administración como en las empresas contratadas. Si no existiera este vínculo no funcionaría. Por ello agradecérselo a todos, sin citar a nadie, y particularizar en los técnicos funcionarios y laborales del servicio, en los administrativos y personal del CAM, puesto que son los más próximos.
¿Qué consejos le daría a las nuevas generaciones?
Yo trabajo en esto porque soy ingeniero de montes y me gusta serlo. No me siento ni soy bombero. Hay incendios forestales porque hay montes. Creo que la carrera de ingeniero de montes es en la que mejor te forman para entender esta materia. Otros colectivos no tienen nuestros conocimientos. Mi consejo es que, si se dedican al mundo de los incendios, deben hacerlo desde los montes, deben estar en el mundo del trabajo forestal. A mí no me gusta que llamen a nuestros trabajadores “bomberos forestales”. Yo quiero tener “trabajadores forestales”, es mucho más, porque conocen y trabajan en y por el monte y conocen el territorio. Esta profesión, en mi opinión, tiene que estar muy ligada a la carrera forestal.
A mí no me gusta que llamen a nuestros trabajadores “bomberos forestales”. Yo quiero tener “trabajadores forestales”, es mucho más, porque conocen y trabajan en y por el monte y conocen el territorio. Esta profesión, en mi opinión, tiene que estar muy ligada a la carrera forestal
Toda una vida profesional dedicada a la lucha contra los incendios forestales seguro que da muchos momentos para recordar
Cuando empezamos a contratar cuadrillas para el helicóptero de Puerto El Pico, realizábamos la prueba del banco. Después incluimos una roza pues empezaron a venir muchos estudiantes que la prueba del banco la pasaban sin problema, con bajas pulsaciones, pero el problema es que no sabían manejar las herramientas manuales. Los trabajadores locales traían su propia azada para realizar la roza. No querían las que les dábamos nosotros, porque no estaban igual de afiladas, no tenían el mango de su altura, etc. Los veías rozar y te quedabas alucinado.
Recuerdo en una de las pruebas a un chico de 1,90 metros de altura, que levantó la azada hasta el cielo y cuando dimos la señal la bajo con todas sus fuerzas e impactó en un bolo de granito. Se quedó temblando, como en los dibujos animados, durante los 10 min que duró la prueba sin ser capaz de dar apenas un golpe más. Mientras, algún trabajador del pueblo llegó a hacer 60 m de roza en los diez minutos. La experiencia en el trabajo es una diferencia muy importante a la hora de seleccionar a los trabajadores.
Isabel Poza