La extinción de incendios forestales (I)

La faceta más popularmente conocida del fuego forestal es la relacionada con la extinción. La alarma desencadenada cuando un incendio se propaga por el monte y trata de ser controlado es el aspecto que más trasciende a la sociedad, llenando espacios en los medios de comunicación y ocupando la atención de los políticos. La urgencia en el control del fuego pasa por alto sus causas profundas (gestión forestal, usos y aprovechamientos de los montes, transformación del paisaje, despoblamiento rural…) e incluso sus consecuencias (pérdidas directas, afección a ecosistemas y ciclos hidrológicos, necesidad de restauración de áreas afectadas…). La extinción toma un gran protagonismo sobre todo cuando afecta a poblaciones y bienes materiales, implicando en estos casos a diferentes colectivos no forestales como bomberos urbanos, fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, protección civil y militares.

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Foto Tragsa

Los incendios forestales se entienden mediante el llamado triángulo del fuego, compuesto por tres partes, combustible, oxígeno y calor. La extinción está encaminada a eliminar alguno de estos tres componentes para detener así la combustión. Este principio permite una sencilla división práctica de las técnicas de extinción en función de sobre qué lado del triángulo se actúe.

Las operaciones de extinción pueden alcanzar un enorme grado de complejidad por la cantidad de recursos, diferentes organizaciones y profesionales de distintas ramas que llegan a intervenir simultáneamente. Nos centraremos en este primer artículo sobre la extinción en hacer un rápido repaso a las técnicas más habituales.

Técnicas de extinción

Debido al entorno en el que se desarrollan los incendios forestales, tradicionalmente el empleo del agua ha sido muy reducido, solo en aquellos puntos en los que era accesible. Actualmente el desarrollo de infraestructuras de acceso a los montes y de los medios de extinción facilitan el uso del agua a través de vehículos o aeronaves.
Como se ha comentado anteriormente, las técnicas de extinción se pueden describir en función de los elementos del triángulo del fuego sobre los que actúan, agrupándose de forma general en dos grandes bloques: ataque indirecto y ataque directo.

Ataque indirecto

Técnicas que se aplican con mayor o menor proximidad del frente de llamas, pero nunca directamente sobre él. Son técnicas necesarias cuando la intensidad del frente de llamas, su velocidad de propagación u otros factores, como la falta de accesos, no permiten acercarse a él. Al optar por el ataque indirecto, se asume la pérdida de la vegetación existente entre el lugar donde se aplica y el frente de llama, pero en ocasiones no existe otra opción para parar el incendio.

– Medios terrestres en ataque indirecto.

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Ejecución de fuego técnico en línea de control. Foto Tragsa

El ataque indirecto se puede aplicar con medios terrestres apoyándose en líneas de control, existentes, como pistas y cortafuegos, o creadas en ese momento, como son las líneas de defensa (eliminación de la cubierta vegetal hasta suelo mineral). Una vez definida la línea de control, se aplica el fuego técnico, bien como quema de ensanche para aumentar la anchura de la línea de control sin llegar al incendio, bien como contrafuego donde el fuego generado sí llega al incendio. Existe un tipo particular de línea de defensa llamado “línea a dos pies”, que se puede construir muy próxima al frente de llama, prácticamente a unos pasos (de ahí su nombre, errónea traducción del inglés two steps), ya que el comportamiento de este lo permite.

La forma en la que el personal se organiza para crear las líneas de defensa es muy variada, pero de forma general se mantiene el orden de las herramientas de corte en cabeza (herramientas manuales y motosierras), retirando el grueso de la vegetación. Tras las herramientas de corte se dispone el personal con herramientas de raspado, cavando hasta dejar una franja de suelo totalmente limpia de combustible. Las líneas de defensa, dependiendo de la intensidad del fuego y el combustible adyacente, detendrán el avance del fuego o servirán de apoyo seguro para otras acciones de ataque directo a la llegada del frente, por ejemplo el uso de agua o herramientas de sofocación o de ataque indirecto, realizando quema de ensanche o contrafuego.

La construcción de líneas de defensa con herramienta manual supone un enorme esfuerzo físico para los trabajadores, debido a las condiciones ambientales (altísimas temperaturas) en el entorno del incendio y el exigente ritmo de trabajo que la extinción impone, entre otros factores. Igualmente, el trabajo en las cercanías del frente de llama y el trabajo en terrenos de relieve complicado implican un elevado riesgo por sí mismos.

Las líneas de defensa pueden tener diferentes anchuras, desde la línea a dos pies, que sería la más estrecha, hasta aquellas realizadas por varias pasadas de bulldozer. La anchura necesaria viene marcada por el tipo de combustible (altura y espesura) y la pendiente del terreno, entre otros factores que marcarán la intensidad de llegada del frente.

Una vez establecida la línea de control se puede usar como técnica de ataque indirecto el fuego técnico. Este se basa en el principio de anticipar la quema de vegetación de manera controlada, de forma que al alcanzar el frente del incendio la zona quemada y no encontrar combustible disponible se detiene su avance. La utilización del fuego contra el fuego está arraigada desde antiguo en las prácticas rurales a través de quemas agrícolas y de mejora de pastos, y pertenece a las técnicas de extinción empleadas tradicionalmente por los forestales. Sin embargo, esto no siempre es conocido, por lo que en ocasiones no se entiende y no se aplica o recibe críticas.

Efectivamente, no siempre resulta intuitivo comprender que se trate de controlar un incendio mediante el uso de fuego, esperando la mayoría de la gente que se haga con agua. Sin embargo, ya en la Ley 81/1968, de incendios forestales, se recogía en su artículo 14 que la autoridad al cargo de los trabajos de extinción podrá “anticipar la quema de determinadas zonas que, dentro de una normal previsión, se estime vayan a ser consumidas por el fuego aplicando un contrafuego, podrá hacerse aun cuando por cualquier circunstancia no se pueda contar con la autorización de los dueños respectivos.

El uso del fuego técnico requiere la capacitación y experiencia adecuada del personal que lo ejecuta, a la par que una cuidadosa evaluación de las condiciones meteorológicas, topográficas y de combustible que definen el comportamiento del fuego observado en el incendio, así como la previsión del comportamiento esperado en la quema de ensanche o contrafuego.

– Medios aéreos en ataque indirecto.

El ataque indirecto también se puede realizar construyendo líneas de defensa mediante la aplicación de productos químicos con capacidades retardantes de la combustión mezclados con agua. Aunque no es habitual, esto puede hacerse desde equipos terrestres como autobombas o, como suele ser frecuente, desde medios aéreos. Los retardantes son productos químicos que retrasan el avance del fuego. Se utilizan mezclados con agua en diferentes proporciones. En general se distinguen dos tipos, los retardantes de corto plazo (espumas, viscosantes y humectantes) que actúan mediante enfriamiento por absorción del calor, y que cuando el agua con la que se aplican se evapora desaparecen sus efectos; y los de largo plazo (polifosfatos), que aunque se evapore el agua mantienen su eficacia. Estos últimos trabajan modificando el proceso de combustión de la vegetación, retrasando la formación de llama.

Los productos retardantes lanzados por descarga desde medios aéreos siempre se utilizan en ataque indirecto, es decir, a cierta distancia del frente de llama. Con los retardantes de largo plazo se crean las llamadas “líneas químicas”, siendo deseable que estén apoyadas en líneas de control existentes o creadas para incrementar su eficacia.

Elena Hernández Paredes¹ y Jorge Rodríguez López²
¹ Área de Defensa contra Incendios Forestales. Dirección General de Desarrollo Rural, Innovación y Política Forestal.
Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación
² Ingeniero Técnico Forestal y Licenciado en Ciencias Ambientales
Publicado en revista Foresta, nº 75.