Entrevista a Marta Corella, alcaldesa de Orea (Guadalajara)

“Necesitamos una legislación y una fiscalidad adaptadas a la realidad rural”

Marta Corella se ha convertido en una referencia del mundo rural y forestal por la apasionada defensa que hace de ambos. Enclavado  Orea en los Montes Universales, junto al nacimiento del río Tajo, a 1.500 metros de altitud, con una población que no llega a las doscientas personas, es imposible entender a sus gentes y su entorno sin la simbiosis que han mantenido siempre.
Marta, ingeniera técnica forestal de formación, exhibe algunas de las cualidades que suelen representar a la mujer rural: sentido práctico, capacidad de lucha y estar siempre dispuesta para entrar en acción. Aunque no le falta discurso cuando se trata de defender las oportunidades de los pueblos de montaña y del medio forestal, su hiperactividad parece decir que las palabras están bien, pero mejor es hacer. Por eso, forma parte de la junta directiva de la Asociación Nacional contra la Despoblación del Medio Rural, coordina la comisión de municipios forestales de Esmontañas, y ha impulsado proyectos como SOS Mundo Rural, Del Bosque a tu Casa o Celtiberia Digital. Lo último en lo que está metida es el proyecto “Ningún niñ@ sin pueblo”.
Marta Corella, como tantas otras mujeres rurales, da significado a la palabra resiliente.

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Marta en la presentación de los actos de celebración del Día Internacional de los Bosques 2020 en Orea y Orihuela del Tremedal. Foto I. Muñoz

¿Qué significa para su pueblo ser el centro de las celebraciones del Día Internacional de los Bosques en España?

Que los Montes Universales se conviertan en el centro de la celebración del DIB, siendo como son, la zona cero del despoblamiento de España, incluso de Europa, es un gran hito, pues visibiliza que en los pequeños pueblos también pueden suceder y suceden grandes cosas. Demuestra que se pueden organizar eventos importantes y romper una inercia en la que era impensable que un acto así se celebrara fuera de una ciudad.

¿Qué ofrecen los pueblos pequeños como el suyo a la construcción y vertebración de un país? ¿Por qué es importante mantener los pueblos vivos y habitados?

El territorio de nuestro país más castigado por el despoblamiento coincide, en un alto porcentaje, con zonas de montaña forestales. Lugares donde han resistido actividades como la ganadería extensiva, tan necesaria para una soberanía alimentaria y para la salud de nuestros bosques.
Sería insensato y peligroso pensar que los espacios naturales que ahora tenemos han llegado a este siglo sin la mano de las personas que han establecido con ellos relaciones simbióticas. Esos espacios son los pueblos, que han mantenido complejos y profundos vínculos con los espacios que ocupan. Sin pueblos no habrá paraísos.

Sería insensato y peligroso pensar que los espacios naturales que ahora tenemos han llegado a este siglo sin la mano de las personas que han establecido con ellos relaciones simbióticas. Esos espacios son los pueblos, que han mantenido complejos y profundos vínculos con los espacios que ocupan. Sin pueblos no habrá paraísos.

¿Qué futuro les espera a los pueblos pequeños cuando su población se envejece y masculiniza, cuando es difícil ofrecer los servicios públicos que pueden mantener la población y cuando las actividades tradicionales que fueron su motor económico han perdido valor en la sociedad?

Hacer una fotografía actual sería injusto. Los pueblos no son lugares decrépitos, masculinos, ruinosos per se. Como sociedad los hemos convertido en eso. Pero, es pobre de visión pensar que un territorio poco habitado, nada menos que el 80% de la superficie de nuestro país, que tiene los recursos que toda la sociedad necesita, carece de oportunidades. Es verdad que debemos construir el eslabón perdido entre recurso y oportunidad. Los pueblos son el lugar donde nuestros hijos querrán ver crecer a sus nietos, porque tienen lo que el dinero no paga. Y los valores en nuestra sociedad van a cambiar o mejor dicho, ya están cambiando.
Sin los recursos del medio rural la Humanidad no tendrá futuro.

Es pobre de visión pensar que un territorio poco habitado, nada menos que el 80% de la superficie de nuestro país, que tiene los recursos que toda la sociedad necesita, carece de oportunidades. Los pueblos son el lugar donde nuestros hijos querrán ver crecer a sus nietos, porque tienen lo que el dinero no paga. Sin los recursos del medio rural la Humanidad no tendrá futuro.

¿Qué papel puede jugar la gestión forestal en el mantenimiento de la vida de los pueblos de montaña?

Como he dicho, se perdió el eslabón de la cadena que unía recurso con oportunidad. En estos municipios forestales la gestión forestal es ese eslabón. Y aclaro, para quien no entienda el concepto en máxima expresión, que me refiero a la gestión forestal atendiendo a todas las facetas de un monte: desde selvicultura, hasta gestión de los espacios como lugares de ocio, pasando por gestión cinegética, micológica, servicios ecosistémicos, etcétera.

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¿Cómo se observa desde un municipio pequeño la falta de inversión forestal, en líneas generales, a nivel nacional de las últimas décadas?

Demoledor. Los municipios forestales propietarios de Montes de Utilidad Pública MUP nos hemos convertido en espectadores ignorados de nuestro propio futuro. En muchos lugares se ha perdido la cultura forestal, tan arraigada en nuestros usos. Incluso se nos ha hecho sentir culpables por aprovechar lo que el bosque ofrecía. Es curioso cómo el sentido de la propiedad urbana está tan interiorizado y asumido y el forestal se diluye, en un malentendido derecho colectivo. Los pueblos propietarios de espacios forestales deben recuperar el protagonismo que les corresponde, sin ser tratados como menores de edad.

Los municipios forestales propietarios de Montes de Utilidad Pública MUP nos hemos convertido en espectadores ignorados de nuestro propio futuro. Incluso se nos ha hecho sentir culpables por aprovechar lo que el bosque ofrecía. Los pueblos propietarios de espacios forestales deben recuperar el protagonismo que les corresponde, sin ser tratados como menores de edad.

¿Puede el sector forestal ser creador de empleo fijo y de calidad por si solo, sin ayuda o subvención de las administraciones públicas? ¿Qué necesita para ello?

Los espacios forestales ofrecen mucho más que productos sostenibles, necesarios para una transición ecológica real. Ofrecemos servicios ecosistémicos, necesarios para el conjunto de la sociedad: regulando los caudales hídricos de las cuencas hidrográficas, fijando carbono, ofreciendo baños de naturaleza que se han demostrado beneficiosos para la salud…y lo hacemos sin contraprestación alguna. Esto debe cambiar. Quien aporta debe ser compensado.

Los espacios forestales ofrecen mucho más que productos sostenibles, necesarios para una transición ecológica real. Ofrecemos servicios ecosistémicos, necesarios para el conjunto de la sociedad. Y lo hacemos sin contraprestación alguna. Esto debe cambiar. Quien aporta debe ser compensado

Pero no sólo eso. ¿De verdad las zonas más industrializadas de nuestro país lo serían si no hubiera habido una apuesta pública en ello? ¿Sin inversión pública? ¿Sin apoyo para I+D+I? ¿Sin comunicaciones? Todos sabemos la respuesta.

Más allá de los puestos de trabajo que se puedan generar llevando a cabo una gestión forestal integral del territorio, hay que abrir líneas de investigación e innovación e implantación de procesos de transformación pioneros, ligados a los territorios forestales y esto se debe hacer con potentes líneas de trabajo e impulso público-privadas; por supuesto también a través del sistema educativo.

dia-internacional-bosques-2020-cartelParece evidente que en nuestros días todo tiene que ver con todo, no hay sectores que funcionen como islas y que no se vean afectados por lo que sucede en otros sectores sociales, económicos o culturales. El mantenimiento de los pueblos requiere de políticas transversales, es una axioma repetido con insistencia. ¿Cuáles deberían ser los ejes fundamentales de esas políticas transversales para mantener vivos todos los territorios?

Una legislación adaptada que atienda la realidad rural. Con ella, necesariamente, vendrá una fiscalidad también adaptada y por supuesto una adaptación de los servicios públicos. Una educación especializada desde las universidades, creando vínculos con lo rural, y una educación de base que contenga las especificidades de cada territorio. Pero no es tan sencillo. Porque, atender esta realidad rural que todos los pueblos compartimos, es “fácil» si de verdad hay una apuesta de las instituciones supramunicipales.
La complejidad reside en que no sólo es la realidad compartida la faceta a trabajar.

Hay que trabajar la identidad, esta que hace que haya un ejército de personas que voluntariamente dedican su tiempo, con pasión, a trabajar por su pueblo, en la inmensa mayoría de los casos sin retribución económica alguna.
Esta identidad se trabaja desde el empoderamiento de los pequeños ayuntamientos y recuperando músculo social. Recuperar los puntos de encuentro es vital.

Una legislación adaptada que atienda la realidad rural. Con ella, necesariamente, vendrá una fiscalidad también adaptada y por supuesto una adaptación de los servicios públicos.

¿En qué consiste la campaña “Ni un niño sin su pueblo? ¿Qué acciones van a desarrollar y con qué financiación cuentan?

Los pueblos, ya lo he dicho, son los lugares donde nuestros hijos querrán ver crecer a sus nietos, porque los pueblos son lugares únicos para la infancia. Les permiten llevar un ritmo natural de las cosas e interiorizan el ritmo de la naturaleza, porque conviven con ella. Viven lo auténtico y les permite desarrollar toda su creatividad, creando momentos inolvidables. Laten al ritmo de las estaciones. Aprenden y comprenden los ciclos naturales de la vida y de la muerte, que forma parte de nuestra esencia humana. No necesitan humanizar lo que les rodea para valorarlo más, porque los animales y las plantas tienen su propia esencia y aprenden a valorarla por lo que es, y no por lo que Disney les dice que son.

Aman su entorno porque lo conocen y crean importantísimos vínculos que les permiten entender lo que les rodea. Saben lo que comen y de dónde proceden los alimentos y participan de las tradiciones, aprendiendo los saberes de primera mano.

Los pueblos son lugares únicos para la infancia. Les permiten llevar un ritmo natural de las cosas e interiorizan el ritmo de la naturaleza, porque conviven con ella. Viven lo auténtico y les permite desarrollar toda su creatividad, creando momentos inolvidables. Laten al ritmo de las estaciones

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Los bosques son un lugar fantástico para la infancia donde dejar volar la imaginación y crecer al ritmo de la naturaleza. Foto Juntos por los Bosques

Pero, sobre todo, las niñas y los niños son libres en los pueblos, dejan de ser apéndices a una edad muy temprana, poco más de los tres años, y no dependen del horario laboral de sus padres para actividades de ocio. Esto les permite tomar decisiones y responsabilizarse de sus actos mucho antes, dotándoles de herramientas que les permitirán desenvolverse en cualquier ambiente. Los pueblos son los grandes santuarios de la infancia. Nos daremos cuenta en breve de ello.

De ahí la campaña “Ningún niñ@ sin pueblo”. No podemos privar a nuestra infancia de todos estos conocimientos y vivencias. Es un derecho que debemos proteger. El modo de hacerlo es, por un lado cambiando la percepción que se tiene del medio rural, como espacios vacíos y muertos, hacia ese otra visión de espacios llenos de vida y oportunidades. Por otro lado, vinculando las zonas urbanas con las rurales. Conectando colegios urbanos y rurales, así como institutos. De hecho, debería ser una asignatura-actividad troncal dentro del sistema educativo.

Un niño que crezca en un pueblo ¿tiene menos posibilidades de desarrollo formativo, cultural o social que un niño de una ciudad?

Bueno, depende del enfoque. ¿De dónde procedían el mayor porcentaje de los universitarios durante las tres últimas décadas del siglo XX? De los pueblos. En las ciudades tenían oportunidades que no les obligaban a formarse intensamente. En los pueblos no existían las mismas oportunidades y sus gentes hicieron un esfuerzo ímprobo para darles a sus hijos la formación que les permitiera alcanzar las mismas oportunidades que a alguien de la ciudad.

En cuanto a cultura, cada lugar tiene la suya y hoy vivir en un pueblo no te priva de poder disfrutar de un teatro o un cine, pero te ofrece entender nuestra esencia. Hemos creado generaciones de personas bienintencionadas pero dramáticamente confusas. Precisamente por perder la perspectiva de esa esencia humana, frágil y finita.
Verdaderamente, creo que es a la infancia de las grandes ciudades a la que estamos privando de lo esencial.

Hemos creado generaciones de personas bienintencionadas pero dramáticamente confusas. Precisamente por perder la perspectiva de esa esencia humana, frágil y finita. Verdaderamente, creo que es a la infancia de las grandes ciudades a la que estamos privando de lo esencial.

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Marta Corella

Como alcaldesa de un municipio pequeño ¿Cómo convence a una madre de que vivir con sus hijos en el pueblo es mejor que hacerlo en una ciudad?

Para que una madre quiera vivir en un pueblo necesita oportunidades para desarrollar una vida plena. Yo soy madre de tres hijos y renuncié a trabajar en mi profesión como ingeniera forestal porque quería criarles en mi pueblo. A pesar de estar en una zona forestal no había cabida cualificada. Sabía que si opositaba tendría que irme. Y emprendí en el sector del turismo. Pero no se le puede pedir a todas las mujeres que renuncien a su carrera profesional.

Descentralizar administraciones y que estas se ubiquen donde toca, es algo que hace años se está haciendo en otros países. Que las empresas deslocalicen parte de su recurso humano, cosa que hoy es viable, también.

En la actualidad, las mujeres jóvenes de nuestros pueblos están formadas y no hay trabajos cualificados para ellas. Según datos oficiales, más de la mitad de los universitarios son mujeres. Al igual que en los estudios de Máster.
Hay que trabajar para generar oportunidades para que las mujeres quieran vivir en los pueblos, pues son la piedra angular sobre la que se sostiene el desarrollo de nuestros pueblos. Son fijadoras de población.

En la actualidad, las mujeres jóvenes de nuestros pueblos están formadas y no hay trabajos cualificados para ellas. Hay que trabajar para generar oportunidades para que las mujeres quieran vivir en los pueblos, pues son la piedra angular sobre la que se sostiene el desarrollo de nuestros pueblos. Son fijadoras de población.

Las mujeres somos creativas por naturaleza, emprendedoras, solidarias y respondemos muy bien a los vínculos de apoyo. Vínculos tan necesarios para crear una red sana, que amortigüe los malos momentos, por los que irremediablemente pasamos en nuestras vidas. Los pueblos de montaña eran pueblos de mujeres, sostenidos por mujeres, pues la trashumancia y la crudeza del invierno, alejaba a los hombres en la época más dura del año. Sin esa red difícilmente podrían haber subsistido. Ahora es importante rescatarla. Sabemos cómo era. Ahora sólo debemos encontrar el camino para recuperarla. Empoderar y valorar a la mujer rural es una cuenta pendiente de nuestra sociedad. Crear oportunidades para las mujeres formadas también.

Las mujeres somos creativas por naturaleza, emprendedoras, solidarias y respondemos muy bien a los vínculos de apoyo. Empoderar y valorar a la mujer rural es una cuenta pendiente de nuestra sociedad. Crear oportunidades para las mujeres formadas también.

En cuanto a la infancia, ¿Cuántos niños y niñas que conozcan su pueblo de origen o de adopción, y pasen en él alguna temporada, dejan de soñar con volver?
Nos hace gracia ese amor desmedido por el pueblo al que siempre desean regresar. Pero, quizás habría que prestarle más atención a ese pálpito primario que tienen y que no está contaminado.