Entrevista a Francisco Rodríguez y Silva, investigador y profesor de incendios forestales de la Universidad de Córdoba

“El problema de los incendios es la gestión del paisaje y no sirve que hagamos más o menos cortafuegos”

Francisco Rodríguez y Silva es una de las referencias científicas y profesionales de los incendios forestales en España con mayor prestigio internacional. Su trabajo ha dado sustento científico a la defensa contra incendios forestales: desde la selvicultura preventiva al uso del fuego técnico; de la modelización de los peligros de los incendios a la de combustibles y comportamiento del fuego; del análisis económico de los programas de defensa contra incendios forestales a la modelización estratégica de los procedimientos de extinción. Todo lo relacionado con incendios forestales provoca a su curiosidad. Su investigación aplicada va dirigida a dar herramientas al gestor, al profesional que se enfrentará directamente con el incendio.
Su trabajo ha aportado conocimiento y ciencia a una actividad que tradicionalmente era experiencia e intuición. Completa su actividad investigadora con la docente en la Universidad de Córdoba, donde es profesor titular y responsable del Laboratorio de Incendios Forestales.
Iba para gestor, pero tenía dentro el gusanillo de la curiosidad, la necesidad de saber, la ilusión por descubrir, lo que le ha hecho vivir en “un reto permanente por aumentar el conocimiento de la gestión del paisaje frente a los incendios forestales”.
Recuerda sus comienzos y habla de la transformación de los dispositivos de la lucha contra los incendios en España, de la ciencia y la docencia, de los nuevos retos, de la trascendencia de la formación y profesionalización de los equipos con la misma ilusión que cuando descubrió hace muchos años que vocación y trabajo serían para él la misma cosa.

¿Cuál fue su primer contacto con los incendios forestales?

Francisco-rodriguez-silva-osboMi padre perteneció al Cuerpo de Ayudantes de Montes del Estado, luego convertidos en ingenieros técnicos forestales del Estado. Conocí la pasión, pero también la dureza de vivir los incendios en la década de los años sesenta y setenta. Él se marchaba al incendio y no sabíamos cuándo iba a volver. Un guarda forestal, localizado en un vivero que funcionaba a modo de centro de coordinación, estaba pendiente de canalizar la información a la familia vía mensaje telefónico. Yo crecí con aquellos recuerdos, viendo llegar a mi padre con su ropa personal de campo, totalmente ahumada. Aquella experiencia sin duda, creo que me influyó en que años más tarde y cuando tuve responsabilidades administrativas, redactara un expediente administrativo para que los directores técnicos de extinción tuvieran equipos de protección individual.

A pesar de ello ¿quiso dedicarse a los incendios forestales?

En realidad, me hice ingeniero de montes y me preparé la oposición para el Cuerpo de Ingenieros de Montes del Estado. Tenía claro, por lo que había vivido con mi padre, que me gustaba ser gestor del monte, desarrollar proyectos y ejecutarlos.

Aprobé la oposición a finales de 1985 y en el año 1986 tomé posesión de mi plaza en la dirección provincial del Ministerio de Agricultura en Albacete. Con posterioridad, y mediante la fórmula de “funcionario del Estado en Servicio en Comunidad Autónoma”, me incorporé en la Junta de Andalucía en los servicios centrales de la Agencia de Medio Ambiente en Sevilla, organismo de carácter autónomo con especial dedicación a los temas medioambientales (que en aquellos años iban cobrando importancia en la sociedad) y la atención a la creación y gestión de la red de espacios protegidos.

Tras mi segunda toma de posesión, el jefe del servicio de Utilización y Actividades en el Medio Natural de la Agencia de Medio Ambiente, Gumersindo Borrero, me dijo que tenía que hacerme cargo de los incendios forestales y fue cuando me encontré con esa responsabilidad: tener que iniciar la organización administrativa de la defensa contra los incendios forestales en el marco competencial de la Agencia de Medio Ambiente.

Una tarea sencilla para comenzar ¿Qué fue lo primero que hizo?

Estudiar. Inicié un proceso de formación y estudio que me permitiera no sólo actualizar mis conocimientos, sino también entrar en contacto con las instituciones y especialistas que, en relación con la gestión de la defensa contra incendios forestales, me permitieran abordar el desarrollo e implantación de medidas y programas para la protección de los espacios protegidos frente a los incendios. Había realizado el curso que el ICONA realizaba en el último año de carrera y tuve la oportunidad de desarrollar mis prácticas en Málaga, pero había que estudiar más.

Estuve en contacto con Ricardo Vélez cuando se empezaron a hacer los primeros cursos de Dirección de Extinción, que yo también cursé, y conocí a personas que venían de otros países y contaban historias apasionantes. Se empezaba a hablar de cartografía digital y de ordenadores. En aquellos años, se compró un primer ordenador representando ello una gran novedad para los ingenieros que prestábamos servicio en las actividades forestales de la Agencia de Medio Ambiente. Gumersindo Borrero, muy avanzado profesionalmente en aquellos años, facilitó el acceso al aprendizaje lo que ayudó de forma considerable a nuestra incorporación a las herramientas informáticas. Había que contactar con Canadá y con el Servicio Forestal de EE. UU. para intentar establecer relaciones internacionales, y con ello iniciar muy fructíferas colaboraciones que llegan hasta las fechas actuales.

Madrid hacía un curso al año y de cada comunidad autónoma iban dos o tres personas. ¡Imagínate el ritmo para adiestrar a todos los técnicos! Entonces vi que, además de estos cursos, era necesario hacer otros cursos de formación con los presupuestos de la Junta de Andalucía y, de manera complementaria, ayudar al proceso formativo de los técnicos. En los primeros años de la década de los noventa del siglo XX, y en el marco de estas actividades, se iniciaron las relaciones con EIMFOR.

Madrid hacía un curso al año y de cada comunidad autónoma iban dos o tres personas. ¡Imagínate el ritmo para adiestrar a todos los técnicos! Entonces vi que, además de estos cursos, era necesario hacer otros cursos de formación con los presupuestos de la Junta de Andalucía y, de manera complementaria, ayudar al proceso formativo de los técnicos

¿Qué novedad incorporaban los cursos que hacían en Andalucía con EIMFOR?

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Hotel Alcora (Sevilla) 1994. De izquierda a derecha: Fernando Chico, Miguel Porrero, Curro Rodríguez y Silva, Rothermel

No eran cursos de formación cualquiera. Apostamos por traer a los mejores especialistas, incluso utilizamos traductores. El objetivo era que los alumnos se fueran satisfechos del conocimiento que adquirían, de la oportunidad de conocer personal con una experiencia importante y que se fueran motivados. Los cursos eran algo distinto y era un reto para nosotros. El primer curso se hizo en el año 92 en el hotel El Fuerte de Marbella (Málaga).

¿Un curso capacitaba para ejercer de director de extinción?

Solo la formación no aseguraba que estuvieran capacitados para dirigir incendios. Hay personas que no tienen dotes de mando, o que sufren crisis de ansiedad y se refugian en la fortaleza de compañeros, como los mandos intermedios. Surgió la necesidad de establecer un complemento: había que tener además de la formación teórica una experiencia práctica, al menos una o dos campañas de asistente de director de extinción.

En aquella época, se venía de una herencia del ICONA donde estaban las guardias de incendios retribuidas. Mucha gente estaba interesada por ese componente económico, pero no conocía la otra parte que era la asunción de responsabilidades o la dureza del trabajo. Era necesaria esa formación y experiencia porque la gestión de los incendios es complicada y hay que tener conocimientos de comportamiento del fuego y de estrategias operacionales de extinción.

Vivimos aquella época en que la dirección de extinción de incendios forestales pilotaba sobre una persona. Con el tiempo, comprobamos que en una organización una sola cabeza pensante, ejecutora y comunicadora era inviable en la gestión de una emergencia de la naturaleza de los incendios forestales.

Era necesaria esa formación y experiencia porque la gestión de los incendios es complicada y hay que tener conocimientos de comportamiento del fuego y de estrategias operacionales de extinción

¿Qué novedades técnicas aportaban los cursos a los nuevos técnicos encargados de la dirección de extinción?

A través de los cursos conocimos el ICS (Incident Command System) de EE. UU., que era un sistema relativamente joven que se estaba implantando en los años ochenta. Comprendimos que había que importarlo, que las administraciones no estaban preparadas y que teníamos que diversificar las funciones en la gestión del incendio.

Así nos planteamos un programa de formación, entre los que se desarrollaron cursos de grandes incendios, de investigación de causas, de comportamiento del fuego, etcétera, para ir haciendo énfasis en cada una de las partes que son fundamentales. Quizás en aquellos años no nos dimos cuenta de que hay otros temas que podíamos haber incorporado, como la inteligencia social o inteligencia emocional. No se sabía ni lo que era. No nos enseñaban a liderar ni a gestionar recursos, algo que hoy es básico.

Había tanto que hacer que teníamos un espíritu de motivación enorme, siempre y cuando tuvieras un entorno administrativo en el que proponías y te respondían, resultaba altamente gratificante impulsar ideas y proyectos. No sólo se formaba a los técnicos, se daba formación a todos los niveles, también a agentes forestales.

El tener mucha experiencia no garantiza que tengas las capacidades y habilidades, así como los conocimientos para trabajar con seguridad, eficacia y eficiencia. Esas personas eran buenos gestores del combate, tenían buena madera, pero esa madera hay que tallarla y hay que conocer las limitaciones, porque desgraciadamente se han vivido circunstancias de límite para la propia vida.

A través de los cursos conocimos el ICS (Incident Command System) de EE. UU., que era un sistema relativamente joven que se estaba implantando en los años ochenta. Comprendimos que había que importarlo, que las administraciones no estaban preparadas y que teníamos que diversificar las funciones en la gestión del incendio. El tener mucha experiencia no garantiza que tengas las capacidades y habilidades, así como los conocimientos para trabajar con seguridad, eficacia y eficiencia.

¿Recuerda las primeras quemas controladas que comenzó en los años noventa, algunas bajo arbolado, que criticaba todo el mundo y que fueron algo revolucionario?

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Quemas bajo arbolado en el TREX de Andalucía, celebrado en Almería en 2019

Eso fue fruto del conocimiento que nos transmitió nuestro amigo y maestro José Antonio Vega. Él estaba trayendo de EE. UU. esa metodología de las quemas prescritas. En la Sierra de los Reales (Estepona, Málaga) tuvieron lugar las primeras quemas científicas bajo arbolado, dirigidas por José Antonio Vega. En el año 1991, año muy complejo por el número de grandes incendios registrados en Andalucía (diez en total), uno de ellos se desarrolló en la zona donde fueron realizadas las quemas, la propagación no penetró en las áreas que fueron tratadas por las quemas prescritas. Yo me di cuenta de que era una herramienta de gran importancia, y me dije ¿por qué no?, había que abordar el camino para su implantación.

Primero nos tuvimos que formar. Los primeros cursos fueron con EIMFOR y recuerdo estar explicando la antorcha de goteo como instrumento para realizar las quemas.

Cuando yo aún estaba en la administración autonómica, aprovechando unos fondos europeos de los que nos había informado Ricardo Vélez, promovimos varios expedientes y uno de ellos era el de las quemas prescritas. La idea era ejecutar quemas en distintas partes del territorio para generar un manual de uso que pudiera ser una guía procedimental para que los ingenieros pudieran aplicarla en sus provincias, pero había que investigar y tomar información. Era el año 97-98 y había una cultura de no al fuego.

Málaga es muy plural en ecosistemas y por economía de costes allí se hicieron bastantes quemas. Recuerdo las vivencias de rechazo de un agente forestal de la zona donde se realizaron las experiencias, no cesaba de denunciarnos (cuando era la propia administración la que estaba haciendo las quemas). Cuando se terminaron las quemas planificadas y vio cómo se protegían determinadas especies, la planificación, el control y el conocimiento científico que se tenía, se le abrió un horizonte. Nadie le había explicado aquellas técnicas y agradeció aquella experiencia que vivió junto a nosotros. Ahí se descubrió que había fuego bueno. Fue un trabajo que nos ayudó a aprender mucho.

Recuerdo que el director conservador del Parque de la Sierra de las Nieves fue muy avanzado y nos ofreció parcelas para ejecutar las quemas y estudiar su rentabilidad ecológica y económica. Había ingenieros de montes abiertos a la modernidad, pero otros, por el contrario, se mostraban reacios manifestando dudas y temores, algo que hoy aún sigue ocurriendo. La realidad es que el conocimiento y aprendizaje de las técnicas confiere la seguridad necesaria, pero ello obviamente conlleva esfuerzo personal y deseo de innovar profesionalmente. De aquel proyecto cofinanciado por la UE y la Junta de Andalucía, se obtuvieron resultados muy interesantes sobre quemas frente a desbroce.

Que determinadas cuestiones salgan o no adelante depende en muchas ocasiones de las personas que están al frente, ¿es así?

Sin duda. Cuando pasé a ser profesor, académico e investigador, aunque colaborando en el asesoramiento al puesto de mando avanzado (PMA), intenté buscar el respaldo normativo, al menos una Orden que reglara el uso de fuego prescrito. Aquello no había acabado de consolidar porque había cambios de Gobierno, pero llegó la conferencia mundial de los incendios que se celebró en Sevilla en el año 2007. El director general me dijo que teníamos que retomar lo de las quemas prescritas. La razón fue que vio una serie de presentaciones de americanos y canadienses que hablaban de uso de fuego prescrito en sus latitudes. Lo estábamos diciendo desde aquí, pero no nos habían prestado atención, hasta entonces. El nombre que se le dio a la norma que redactamos fue “Orden para la Gestión de Fuegos Prescritos y Quemas Experimentales”, en la idea de que, en el marco de dicha norma, también se pudieran realizar estudios e investigaciones para avanzar en el conocimiento y sacar conclusiones. Esto se preparó junto al director del Centro Operativo Provincial de Córdoba.

Se elaboró una versión española adaptada a nuestros ecosistemas, a nuestra realidad administrativa. Desafortunadamente, hubo nuevos cambios de gobierno y entró en letargo. Aún no está publicado y se puede mejorar y adaptar, pero todo está muy bien fijado. Ahí está y si no es un gobierno, será otro. El fuego prescrito es un camino que no tiene retorno.

El fuego prescrito es un camino que no tiene retorno. El fuego prescrito es enormemente competitivo en términos de coste: evita desbroces, apilamiento, eliminación de los residuos, etcétera. Nosotros hemos desarrollado modelos econométricos que predicen el costo de las quemas prescritas. La Junta de Andalucía tiene una visión moderna e importante en esta temática

¿Por qué es una herramienta que se acabará imponiendo?

La realidad es que la biomasa seguirá creciendo. Un ciudadano de a pie lo que ve es que no se limpia el monte y que está muy abandonado, sin tener ni idea de los costes que tiene la intervención, ni la carencia de fondos en las cantidades necesarias que se requieren para acometer esas acciones.

La España de principio del siglo XX no va a volver. No hay gestión del paisaje como había en aquellas épocas, dadas las necesidades energéticas y de subsistencia. Ahora sólo vamos a hacer senderismo, sacar fotografías o montar en bicicleta. En otras épocas, había hambre, las familias eran muy numerosas y se recogía la leña, los frutos, había veredas, se vivía el monte. Eso no va a volver. El problema de los incendios es la gestión del paisaje y no sirve que hagamos más o menos cortafuegos.

En la actualidad, y de acuerdo a los avances científicos, es necesaria la identificación de los puntos estratégicos de gestión de cara a la extinción. Ello repercute en una mayor eficacia operacional de los medios de supresión. Hay que darle otro enfoque, hay que interrogar al paisaje.

El fuego prescrito es enormemente competitivo en términos de coste: evita desbroces, apilamiento, eliminación de los residuos, etcétera. Nosotros hemos desarrollado modelos econométricos que predicen el costo de las quemas prescritas.
La Junta de Andalucía tiene una visión moderna e importante en esta temática.

La España de principio del siglo XX no va a volver. No hay gestión del paisaje como había en aquellas épocas, dadas las necesidades energéticas y de subsistencia. Ahora sólo vamos a hacer senderismo, sacar fotografías o montar en bicicleta. En otras épocas, había hambre, las familias eran muy numerosas y se recogía la leña, los frutos, había veredas, se vivía el monte. Eso no va a volver. El problema de los incendios es la gestión del paisaje y no sirve que hagamos más o menos cortafuegos

Lo importante es que esa visión de utilidad la tenga también la sociedad

En un monte público de Córdoba, en el que venimos realizando diversos trabajos de investigación, hemos desarrollado tres quemas de alta intensidad y está siendo una experiencia muy positiva. Tanto desde la sociedad de cazadores, como un apicultor establecido en dicha zona, hemos recibido comentarios satisfactorios por las mejoras derivadas del uso del fuego experimental. La calidad de la miel ha mejorado y la sociedad de cazadores ve que la gestión de la caza ha mejorado por la calidad de las herbáceas que se han generado. Hay un incremento de biodiversidad, con lo cual todos sacamos provecho del fuego como herramienta de gestión.

¿Qué piensan los estudiantes cuando llegan a la universidad y les habla de los incendios?

Si realizas un trabajo de manera vocacional hay que tener ilusión y enseñar lo mejor posible, intentando motivar a los alumnos. Para mí, cada nuevo curso es una ilusión. No les proyecto la visión del trabajo en los incendios forestales de forma unilateral, al contrario, intento que a través de mis explicaciones se les genere una visión integral del desempeño profesional como ingenieros forestales.

Yo les aporto el mensaje académico de la importancia de aprender de la ciencia forestal especializada en incendios, porque las decisiones que tomen como ingenieros, tienen que estar bien documentadas. Tienen que aprender que hay figuras de científicos que generaron modelos matemáticos que son capaces de ayudar en la toma de decisiones y el tema no está resuelto, esta actividad se encuentra en un permanente movimiento de progreso y avance en el conocimiento. Si haces bien tu trabajo, generas liderazgo. Esta asignatura es trascendente porque está en el paisaje, en la sociedad, en la emergencia, es por ello que su aprendizaje con la observancia de los fundamentos científicos y la experiencia de las vivencias aporta, además de conocimiento, las habilidades para realizar la gestión operacional con el respeto a la seguridad en las decisiones y con ello la reducción de los riesgos de accidentes.

En la Universidad de Córdoba tenemos dos asignaturas de incendios, una troncal y una opcional que suponen 12 créditos en total. Mis alumnos pueden que terminen ejerciendo de directores de extinción y yo les tengo que transmitir la importancia del orden, de la credibilidad en los modelos de comportamiento del fuego, de la importancia de saber gestionar con eficiencia los medios de extinción, de identificar los puntos críticos, etc. En definitiva, es cautivarles para que en cada clase, encuentren una apasionante aventura formativa y no una rutina académica.

Mis alumnos pueden que terminen ejerciendo de directores de extinción y yo les tengo que transmitir la importancia del orden, de la credibilidad en los modelos de comportamiento del fuego, de la importancia de saber gestionar con eficiencia los medios de extinción, de identificar los puntos críticos, etc. En definitiva, es cautivarles para que en cada clase, encuentren una apasionante aventura formativa y no una rutina académica

¿Cómo decidió pasarse de la gestión a la docencia e investigación?

Había vivido la docencia como alumno, pero no me veía con la tiza en la mano. Después de recibir los cursos de los expertos americanos e incluso del Área de Defesa contra incendios del Ministerio, tuve que asumir la responsabilidad de dar clases. Descubrí una faceta que me ha colmado de satisfacciones, al comprobar que disfrutaba y me enriquecía personalmente, en la tarea de hacer fácil los conocimientos que pueden ser complejos y transmitir los conocimientos de forma motivante.

¿Se ha incorporado la ciencia a la gestión diaria?

Yo no puedo presentar un algoritmo matemático y entregárselo a un gestor porque no lo va a aplicar. Lo tengo que transformar en herramientas comprensibles y de ayuda a la toma de decisión tales como tablas nemotécnicas fáciles de usar, o entregar un programa para calcular la resistividad de un cortafuego, el tiempo de ignición, la productividad operacional conjunta de medios de extinción, etcétera. Cuando los gestores han tenido la oportunidad de acceder a la información, la han interiorizado y ven los beneficios, no la dejan. El haber tenido responsabilidades en la gestión de programas de defensa contra incendios forestales en el territorio me aporta, por una parte, el pragmatismo en la solución de los problemas y, por otra, la visión de las innovaciones necesarias a incorporar, esto me ayuda en mis actividades docentes y en las de investigación.

Un ejemplo es el máster de incendios que facilita esa información y por el que están pasando técnicos de las CCAA con altas responsabilidades en la defensa contra los incendios forestales, además de alumnos recién egresados, representando esta formación una oportunidad muy importante de reciclaje y actualización. Es el momento en que tenemos la oportunidad para hacer fácil esa ciencia.
En las experiencias que estamos haciendo con fuegos de alta intensidad, estamos descubriendo un mundo de oportunidades para progresar hacia el futuro en el uso de la selvicultura moderna. Estamos obteniendo conclusiones muy interesantes. La ciencia está ahí.

El haber tenido responsabilidades en la gestión de programas de defensa contra incendios forestales en el territorio me aporta, por una parte, el pragmatismo en la solución de los problemas y, por otra, la visión de las innovaciones necesarias a incorporar, esto me ayuda en mis actividades docentes y en las de investigación.

Y el resultado final ¿le llega al gestor? Y si le llega ¿es receptivo?

Algunos gestores piensan que algunas cosas que les entregamos son muy teóricas. Yo tengo la suerte de haber sido gestor y ser investigador y sé lo que se agradece recibir y cómo.

Con el proyecto de investigación RTA2014GEPRIF, hicimos transferencia, pero no quedó en una exposición pública de científicos, sino que convertimos en normas técnicas los resultados de la investigación disponibles en el ToolBox: www.proyectogeprif.es. Fue una primera experiencia que continuamos ahora con el proyecto RTA2017Visual4 Fire. Investigamos para resolver problemas y dar soluciones a las situaciones que se van presentando día a día. No sólo se trata de publicar un artículo, hay que hacer jornadas de trabajo y difusión.
Es fundamental la transferencia de información y que el gestor vea una ventaja añadida a las técnicas que él tiene. Hay que darle un producto sencillo y cómodo y que vea el alcance y logros con su aplicación.

Es fundamental la transferencia de información y que el gestor vea una ventaja añadida a las técnicas que él ya tiene. Hay que darle un producto sencillo y cómodo y que vea el alcance y logros con su aplicación

Sin ciencia es muy difícil progresar o el progreso será mucho menor y más lento

El conocimiento da seguridad y tú eres capaz de defender tus ideas porque tienes conocimiento, pero el conocimiento requiere esfuerzo, estudio y trabajo. Si tienes ese conocimiento puedes tomar decisiones con seguridad, como en todas las disciplinas de la vida.

Ahora hay una posibilidad de formación práctica que antes no existía y que puede ser muy útil para los profesionales desde el primer momento. Antes la práctica la daba la experiencia en el incendio, ¿es así?

Así es y esa formación es beneficiosa para todos. Además, en algunas comunidades el operativo que se dedica a la extinción de incendios forestales está envejeciendo y eso hay que evitarlo. Para que una brigada funcione bien tiene que haber senior, que te dé la serenidad y la tranquilidad, y junior que te dé potencia. Así se produce la transferencia de las experiencias. Si la gente joven no llega y queremos hacer brigadas cuando se marchen los mayores, otra vez estaremos redescubriendo el mismo tema y volviendo a los años 90 del siglo pasado.

En algunas comunidades el operativo que se dedica a la extinción de incendios forestales está envejeciendo y eso hay que evitarlo. Para que una brigada funcione bien tiene que haber senior, que te dé la serenidad y la tranquilidad, y junior que te dé potencia. Así se produce la transferencia de las experiencias.

¿Cuál es el aspecto de la defensa contra incendios forestales que más le ha fascinado?

Lo que más me fascina es la ciencia. Las matemáticas sirven y ahora entramos en una nueva disciplina que es la incorporación de la inteligencia artificial en la modelización de la toma de decisión, herramientas que ayudan en la reducción de la incertidumbre y que progresivamente irá llegando en la gestión de los incendios. Un tema que me ha apasionado es la capitalización de la experiencia y ver cómo otras personas han hecho de su vida el estudio de la ciencia para resolver los problemas.

Es maravilloso ser capaz de dedicar tu tiempo a analizar un problema, proponer soluciones y ver que eso se aplica. En la página web del servicio forestal de USA hay una pestaña que permite calcular el índice de dificultad de extinción que fue desarrollado por nosotros y que los americanos han interiorizado. Esto es un orgullo. La economía en el manejo del fuego la conocí de la mano de mi querido Armando González Cabán y me di cuenta de que era fundamental.

¿Quién está trabajando en la misma línea en otras comunidades?

Después de un arduo trabajo, se ha conseguido consensuar y generar en el CLIF un documento donde aparecen los niveles de responsabilidad, capacidades, habilidades y sus conexiones desde el punto de vista de la formación de la dirección de extinción. Es un logro importante que se haya conseguido establecer un protocolo de mínimos para conseguir una homogeneidad entre todas las comunidades.

El Servicio Forestal de EE. UU. está realizando talleres a modo experimental en cada una de las nueve regiones forestales del país, se está enseñando a los gestores la metodología en el cálculo de la dificultad de extinción y en la identificación de las cuencas de fuego en el paisaje, una forma de interpretar cómo el fuego se desarrolla de una manera peculiar en un territorio y de forma diferente en otra zona. En España también estamos trabajando con ellos en esta avanzada metodología de planificación operacional en el paisaje forestal.
Antes el agente forestal era un mapa andante y sabía dónde estaba el problema. Eso se ha perdido y nos encontramos con que no conocemos el territorio en el que tenemos que trabajar. El paisaje hay que conocerlo y estudiarlo.

Después de un arduo trabajo, se ha conseguido consensuar y generar en el CLIF un documento donde aparecen los niveles de responsabilidad, capacidades, habilidades y sus conexiones desde el punto de vista de la formación de la dirección de extinción. Es un logro importante que se haya conseguido establecer un protocolo de mínimos para conseguir una homogeneidad entre todas las comunidades.

¿Qué cambiaría de todos estos años?

Si miro al pasado, hubo cosas que no me gustaron pero, porque existieron esas cosas, se pudieron hacer otras. Si hubiera sido un camino fácil, a lo mejor no hubiera sido motivante luchar para conseguir una alternativa.

Quizás, lo que eliminaría son las circunstancias en las que he contactado con personas que no han creído en estos temas y han generado un freno. Al final, los hechos han puesto de manifiesto que el camino es la profesionalidad y el tiempo nos ha dado la razón. La gran familia de especialistas de incendios forestales que ahora mismo hay en España no se construye en dos días.

Esto es un tren que pasa una vez. Si no te subes porque te parece muy arriesgado, puedes perder la oportunidad de tu vida y muchas personas lo perdieron. Esto es porque han visto los incendios como una penosidad y no como un reto profesional, quizá porque fueron agotados por el sistema. El problema de cómo se casa la dirección política de las administraciones con los servicios técnicos es complejo y a veces ha habido dificultades para hacer un progreso a una velocidad adecuada.
También se ha avanzado mucho por el efecto dominó o el efecto de contagio.

¿Es cansado convencer a cada nuevo político que llega?

Sí, pero los tiempos han cambiado. Los servicios técnicos son muy fuertes y la gente está muy preparada. Ahora el político que llega escucha y observa. Hay unas centrales de operaciones que deslumbran y al final esa persona encuentra confort, porque tiene la responsabilidad política de una emergencia, pero sabe que tiene un equipo detrás que le va a respaldar. Se ha producido un cambio estratégico importantísimo.

En España, en algunas épocas, se confundió el mando con tomar decisiones de forma unilateral y eso es un error. Ahora hay una organización específica, altamente especializada, que está ahí y el político te pregunta.

Los tiempos han cambiado. Los servicios técnicos son muy fuertes y la gente está muy preparada. Ahora el político que llega escucha y observa. Hay unas centrales de operaciones que deslumbran y al final esa persona encuentra confort, porque tiene la responsabilidad política de una emergencia, pero sabe que tiene un equipo detrás que le va a respaldar. Se ha producido un cambio estratégico importantísimo

¿Qué personas le han dejado más huella en estos años?

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Junto a Dick Rothermeel en la puerta de su vivienda en Estados Unidos

En primer lugar, Ricardo Vélez al que debo agradecer que con su profesionalidad y extraordinaria calidad humana, me transmitiera y despertara en mi, el entusiasmo permanente por avanzar en el conocimiento de los fuegos forestales. En segundo lugar, científicos que para mí han sido mis maestros, me han estimulado y además he tenido la suerte de conocer su cara humana y me han permitido entrar en sus familias, personas como mi querido amigo Armando González Cabán, que en diciembre del 2019 se nos fué. José Antonio Vega, Dick Rothermel, Dick Mangan, Bret Butler, entre otros.

También he tenido experiencias muy cercanas con combatientes. Cuando trabajaba como asesor, viví algunas temporadas en verano en la sede de la brigada y eso me permitió conocer la realidad del combate duro. Es gratificante comprobar cómo esas personas guardan con mucho cariño el recuerdo de haber vivido esa experiencia conmigo.
He tenido la suerte de compartir momentos con personas más y menos conocidas en el mundo de los incendios que me han generado un confort emocional muy grande, porque me han tocado la fibra sensible.

¿Qué consejos podría dar a las nuevas generaciones?

Un consejo fundamental es tener mucha ilusión, mucha fe, un fin en mente, no dejarse influenciar por comentarios negativos como que no hay trabajo, que salen pocas plazas en determinadas oposiciones, etcétera.

Hay que tener proyectos de mejora personal y profesional. A la gente joven hay que decirle “tú puedes llegar a ser lo que quieras ser. La vida no es la colocación inmediata. Tienes que construir tu futuro”. Ahora la gente tiene la oportunidad de saber si le gusta o no le gusta y, si le gusta, de seguir formándose. Cuando nosotros estudiábamos no había becas Erasmus ni Séneca y tenías que terminar pronto porque tus padres estaban detrás. Ahora hay oportunidades para elegir. En el mundo de los incendios forestales la formación ya no tiene nada que ver.

Es enamorarte de una actividad que va a ser tu motor en adelante.

Un consejo fundamental es tener mucha ilusión, mucha fe, un fin en mente, no dejarse influenciar por comentarios negativos como que no hay trabajo, que salen pocas plazas en determinadas oposiciones. “Tú puedes llegar a ser lo que quieras ser. La vida no es la colocación inmediata. Tienes que construir tu futuro”. Es enamorarte de una actividad que va a ser tu motor en adelante

Tantos años en tantos puestos diferentes dan para acumular unas cuantas anécdotas, alguna habrá que recuerde especialmente

Los políticos cuando llegan a una dirección general y tienen la posibilidad de mover todo lo que está allí, hacen la pregunta del millón: “¿cuándo me voy a subir en el helicóptero?», Hace unos cuantos años, y tras concluir un simulacro de operación de extinción en un lugar de una belleza sublime, como son los escenarios forestales que rodean al Yelmo, pico de mayor altitud del P.N. de Cazorla, Segura y las Villas, el director general quiso visualizar el entorno en uno de los helicópteros que participaron en el ejercicio, al descender de la aeronave tras el vuelo, salió lívido, mareado, y diciendo nunca más, en fin…

También le sucedió algo parecido a un compañero escalador que jamás se había subido a un helicóptero de combate de incendios forestales, fue subirse al helicóptero y ese movimiento y el olor a queroseno le hizo descomponerse rápidamente. Hubo que aterrizar y sacarlo de allí.

No quisiera dejar este momento, sin traer de mis recuerdos, otros momentos vividos de los que guardo con profunda alegría y satisfacción: Hotel El Fuerte, mayo del 92, curso de dirección de extinción para los funcionarios de la Agencia de Medio Ambiente, intensas jornadas de clases y trabajo en unas de las fantásticas salas de formación del hotel con extraordinarios profesores e instructores: Filiberto Rico, Ricardo Vélez, José Antonio Vega, Bryan Lee, Jay Perkins, Miguel Porrero, Felipe Aguirre, Felipe Ivandic, Juan Carlos Mérida, Javier Martínez Millán, Rafael Ayala, Luis Baz, Ignacio Gracia, Peixoto da Eira, y al final de las sesiones de cada día, las sorpresas de los “cómic” que recogían las notas simpáticas de cada profesor y el estado de ánimo del paciente alumnado y que algún alumno anónimo dibujaba de forma extraordinaria y quedaba publicado en las puertas de acceso al aula, maravillosos dibujos que conservo entre mis documentos.

Y después, tardes de disfrute y descanso conjunto entre las múltiples opciones del Hotel, tertulias en la terraza junto a la piscina y con vistas al mar, paseos, gimnasio, veladas alrededor del piano, deleitando partituras tocadas por las manos de Paco, ingeniero de montes de Almería, todo un lujo para estudiar y aprender de fuegos forestales entre todos, fuertes lazos de amistad personal y profesional nacieron en aquellos días.

Ismael Muñoz e Isabel Poza