Huella de carbono: conoce cuánto contribuyes al cambio climático

¿Cómo impactan nuestras acciones cotidianas en la emisión de gases de efecto invernadero? El Observatorio de CO2 de la Cátedra de Ética Ambiental Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno (Universidad de Alcalá) nos permite hacer una estimación anual de nuestra huella de carbono, a través de una calculadora personalizada, que nos facilita saber dónde podemos reducir “peso” en carbono. ¿Cómo se conjugan estos esfuerzos ciudadanos con el proyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Ecológica?

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Prepara tus facturas energéticas e introduce los datos, de forma muy sencilla sabrás tu impacto en el cambio climático en forma de huella de carbono.

Un solo clic nos invita a reflexionar: multiplicamos los kilos de pellets que gastamos cada semana y los sumamos a los litros de gasóleo que hemos quemado, confesamos nuestras fuentes de energía, buscamos la factura de la luz para ver la curva de KWh en los meses de invierno y nos frotamos los ojos al comparar el peso que deriva de la combustión de la gasolina del coche frente a la ligereza del tren de cercanías. Hay que probar la calculadora de HC del Observatorio de la Huella de Carbono, nacido de la Cátedra de Ética Ambiental Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno de la Universidad de Alcalá. Nos permite medirnos en kilos de dióxido de carbono (CO2) y tomar consciencia de que somos nuestros actos. Porque somos nosotros los que emitimos gases de efecto invernadero (GEI) a través de nuestras acciones de consumo, desde que elegimos unos vaqueros u optamos por un filete de ternera, hasta que nos justificamos ciertos hábitos ligados al confort (“porque nos lo merecemos”).

La calculadora personalizada del Observatorio CO2web, que se ha puesto en marcha esta semana, facilita a los usuarios una estimación del valor anual de su huella de carbono, así como parámetros medios de los ciudadanos españoles en su grupo poblacional (edad, nivel de estudios) que les posibilitan situarse y recalcular. El observatorio ofrece, asimismo, recomendaciones para reducir las emisiones en áreas específicas, apoyándose en una revisión de estudios publicados en revistas científicas y en las bases de datos de instituciones de referencia en los cálculos estandarizados sobre las emisiones en el ciclo de vida de cada producto o servicio.

Sobre el lanzamiento de este observatorio, que ha coincidido con la andadura parlamentaria del proyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética, y su encaje en el contexto post-pandemia, dialogamos con Emilio Chuvieco, director de la cátedra de Ética Ambiental Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno.

“La nueva ley de Cambio Climático debería promover información sobre huella de carbono en el etiquetado de los productos”

Con esta calculadora medimos nuestra huella de carbono que no es lo mismo que nuestra huella ecológica, ¿verdad?

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Emilio Chuvieco, director de la cátedra de Ética Ambiental Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno

La huella de carbono es una parte de la huella ecológica, que incluye la huella hídrica y otros impactos ambientales. La huella ecológica tiene un significado más borroso. La huella de carbono es un concepto científicamente más sólido porque se mide en unidades de CO2. Hablamos de kilos de dióxido de carbono por producto (para lo que hay una metodología mucho más desarrollada, con estándares internacionales para su cálculo) y que es la medida que se usa en los convenios jurídicos sobre el cambio climático que establecen los derechos de emisión.

¿Es un observatorio hacia el ciudadano o pretende también prescribir a nivel institucional?

Lo concebimos para la educación y concienciación del ciudadano, a fin de que tenga en cuenta el impacto de lo que consume y su estilo de vida, en cuanto a alimentos, transporte, ropa, tecnología… Buscamos que sea precisa y que sitúe al usuario en un contexto. Cada persona podrá darle un valor a su huella de carbono, ya que le brinda un informe personalizado de los ámbitos en los que esa huella excede la media nacional o de su grupo, a fin de poder reducirla. Por ahora, está claro que el consumo tiene un impacto muy importante, y especialmente el de la comida: por ejemplo, las dietas con carne de vacuno tienen huellas más altas. También los viajes en avión…

Estamos viendo que, en China, el miedo al contagio en el transporte público ha hecho que haya muchos más coches en las calles, por lo que los niveles de contaminación del aire superan a los de antes de la irrupción del virus, ¿Cómo prevenir ese escenario post-Covid?

La situación de la pandemia ha supuesto una reducción inmensa de emisiones a escala global: es la mayor reducción que se ha detectado en un siglo y medio (inclusive mayor a la que se registró durante las guerras mundiales), pero la situación puede volverse en contra cuando la situación económica tienda a la normalidad. Hay que procurar un equilibrio entre la actividad ordinaria de la gente y las emisiones. La prevención pasa, por ejemplo, por cambiar el modelo de transporte (utilizar principalmente medios de transporte activo, como pueden ser la bicicleta o andar) y la movilidad eléctrica, ahí tenemos que hacer un esfuerzo mayor. Hay que mejorar la eficiencia energética de todos los medios de transporte. En el proyecto de Ley de Cambio Climático que acaba de mandar el Gobierno al Parlamento, esa es una de las líneas que más se desarrolla: tenemos que movernos hacia otro tipo de combustibles y dejar atrás los fósiles.

¿Transporte público gratuito?

Sería de gran ayuda, por supuesto. Y también el que los autobuses tuvieran menores emisiones, que contásemos con autobuses eléctricos o de hidrógeno son las mejores alternativas posibles. Aunque sabemos que la red de recarga y abastecimiento crece lentamente. Es una pescadilla que se muerde la cola: si no hay enchufes, la gente no compra coches eléctricos y si no hay coches eléctricos, las empresas no instalan enchufes. Yo tengo un coche eléctrico desde hace tres años y puedo desplazarme con dificultad, pero he llegado hasta Pamplona, por ejemplo. Fácil no es.

En la transición ecológica alemana ha habido fuerte inversión en ayudas para la compra de coches eléctricos. ¿Existen alicientes aquí?

Aquí hubo hace unos años un plan por el que se concedían algo más de cinco mil euros para comprar un coche eléctrico, pero la cantidad total destinada era tan ridícula que se agotó en 24 horas. En el mismo año, mientras en Alemania se concedían 1.500 millones de euros para coches eléctricos e instalación de enchufes, en España se daban 60 millones. Jugamos en otra división.

¿Cree que cambia el paisaje con la nueva Ley de Cambio Climático?

En teoría, sí, porque se establecen metas de emisiones muy concretas que supondrían dejar de usar combustibles fósiles para 2050 y que, en 2030, más del 30 por ciento de la energía provenga de fuentes renovables. El cómo llegar a esa meta es lo que hay que ir desarrollando. Las medidas estructurales están ahí, pero me ha llamado la atención que en el borrador de la Ley no he visto nada relacionado con el etiquetado de productos: me parece que sería importante concienciar a la población incluyendo la huella de carbono de los productos. Una iniciativa desde la UE o el gobierno en este sentido es una manera de concienciar a las personas. Porque, así como somos conscientes del precio o los ingredientes de las cosas, saber el precio en emisiones que tiene una determinada marca de legumbres u otra podría ayudar a la gente a tomar decisiones que vayan en la línea del consumo cercano de productos locales, con menos impacto en términos de transporte. Ese tipo de buenas prácticas también ayudarían si hacemos algo en relación con el consumo. Haría falta más hincapié en el consumo, porque no hay que olvidar que más del 60 por ciento de las emisiones tienen que ver con el consumo de los ciudadanos.

¿Ha llegado el momento de un Green new deal (nuevo pacto verde)?

Esto es el futuro, está claro. Estamos en una situación económica muy compleja que va a requerir echar imaginación, y mejor que las cosas nuevas las hagamos en la línea correcta. La eficiencia energética requiere innovación y economía circular, para hacer procesos con menos residuos y que simplifiquen toda la cadena global de producción, que no acaba en el consumidor sino en el vertedero.

Por Analía Iglesias
@analiaigles