El coronavirus también provocará indirectamente que los incendios forestales sean una amenaza mayor en el verano de 2020 en España. ¿Estamos preparados?
Montes descuidados por falta de prevención, menos entrenamiento de las brigadas, lluvias primaverales copiosas, calor en aumento según los modelos meteorológicos… El caldo de cultivo para un verano de incendios forestales está en la mesa. El coronavirus se ha colado por la puerta de atrás y la previsión de fuegos en los montes aumenta.
El polvorín que se prepara este verano ya está dejándose ver en algunas noticias con incendios forestales de pequeña envergadura. Y lo que nos espera, en potencia, puede ser desolador por la presencia del coronavirus.
Mientras muchos piensan en cómo ocupar las parcelas de la playa este verano, he tenido tiempo de hacer algunas reflexiones durante estos días sobre la potencialidad de los incendios forestales de esta campaña:
– El agua que ha caído esta primavera ha sido abundante. Según la Agencia Estatal de Meteorología, en diciembre llovió un 37% más de lo normal y en enero un 11%. Febrero fue seco: un 17% menos de lluvia. Marzo: llovió un 95% más del valor habitual del mes en años anteriores. Esto implica mayor combustible, más vegetación en potencia para los incendios. Hoy es verde. Mañana, se secará.
– Las temperaturas primaverales también han sido elevadas puntualmente. Con cambios de temperatura bruscos entre lluvias. Pero es notable el aumento de los termómetros y los expertos meteorólogos ya vaticinan un caluroso verano de 2020 para España. Las implicaciones son obvias. Más calor, menos humedad en el ambiente y vientos por las clásicas tormentas de verano. Todo más seco. Más facilidades de que arda el monte.
– El confinamiento también ha sido para los incendiarios. Al menos, el número de incendios forestales provocados intencionadamente en esta época del año respecto a otros ha descendido. Y con la llegada de las fases de desescalada por el coronavirus también pueden tener ganas de que “les dé el aire”. Veremos si algo más de lo que están acostumbrados a hacer… Un riesgo añadido.
– Luego está el personal destinado a la lucha contra incendios. Al menos los bomberos forestales en este invierno han estado muchos también confinados cuando las lluvias estaban presentes. Eso es tiempo perdido para la limpieza de los bosques. La prevención se ha visto afectada. Algunas noticias se pueden buscar en internet. Madrid, al menos, ha contado con un mes menos de la limpieza de estos combustibles en los cortafuegos habituales, por ejemplo. En Castilla-La Mancha, por ejemplo, he podido comprobar en primera persona que su invierno ha sido desinfección de residencias de mayores por el coronavirus.
– Las mismas brigadas y demás profesionales de la lucha contra el fuego han hecho lo que les han dicho por el maldito virus. Pero estas otras tareas asignadas, o el mismo confinamiento obligatorio prudencial, tienen una consecuencia lógica: no están igual de entrenados que en otras campañas. No llegan tan frescos.
– Y así podemos seguir enumerando otros factores de riesgo que aumentan la proliferación de incendios forestales: como la menor vigilancia y disponibilidad de informes de situación o de estudios forestales, o la posible reducción de tripulaciones de vuelo para la lucha contra el fuego por problemas de coronavirus. Espero equivocarme. ¿Estamos preparados?
Tomás Azcona Lequerica
Piloto de Kamov de extinción de incendios forestales
Seria posible hacer lluvias con aviones mojando el Sueli para dissipar em calor y obedecer las florestas o outros locales con riscos de incendiar, antes de empezar el fuego.
Se podria pensar en alguna alternativa que evite tantos incendios.
Lo cierto es que al haber limitado los movimientos del humano los incendios no han nacido tan numerosos como en otras ocasiones porque el 80 por ciento de estos son intencionados.