La gestión forestal y la presencia de población rural son claves para el futuro de los bosques y de la sociedad

En un encuentro online organizado por EsMontaña, los expertos coinciden en la necesidad de territorios vivos, habitados y gestionados, que creen paisajes mosaicos, diversos, capaces de fijar población y de evitar grandes incendios de sexta generación, frente a los que los dispositivos de extinción han dicho “no puedo más”.

dia-internacional-bosques-oreaJuan Picos, director de la escuela de Ingeniería Forestal de la Universidad de Vigo, Marc Castellnou, jefe del Grupo de Actuación Forestal de los Bomberos de la Generalitat de Cataluña, y Eduardo Rojas, decano del Colegio de Ingenieros de Montes han participado en el encuentro “La gestión forestal como herramienta para superar el reto demográfico”, organizado por la asociación de municipios de montaña EsMontaña y moderado por Marta Corella, alcaldesa de Orea.

Ha comenzado Juan Picos mostrando cómo los municipios gallegos con menos renta son los que más población han perdido. Un fenómeno ha observado en algunos de estos municipios es que el aprovechamiento de madera, que se sigue realizando, “no ha conseguido parar por si solo la despoblación, pero la gestión forestal es básica en estos lugares porque el propietario puede vivir en la ciudad pero los trabajadores, el rematante y el transportista viven allí o muy próximos”.

Aunque no es este el mejor escenario, en opinión de Picos, “peor es el abandono, por eso es fundamental diversificar actuaciones en el medio rural y natural. Es importante que la población urbana asuma un papel proactivo en favor de la gestión y de los productos que proporciona y no solo reivindicativo sobre los servicios ambientales que prestan los bosques».

Ha puesto el ejemplo de los montes en mano común como una buena oportunidad para fijar renta por sus características de propiedad, “los vecinos solo tienen derechos mientras viven allí”, así que es una buena oportunidad para gestionarlos.

Marc Castellnou ha empezado señalando como la inversión forestal en los últimos años se hace principalmente en la extinción de incendios. “Es verdad que el cambio climático está dirigiendo los nuevos grandes incendios de sexta generación, pero lo hace sobre un paisaje continuo, sin gestión. Es cierto que la intensidad de los incendios depende mucho de la meteorología, pero si tiene material para quemar. Y este es el problema, en los bosques hay mucha disponibilidad de material para quemar porque no se hace gestión”.

No es un problema solo de España o del Sur de Europa, Castellnou señaló que los grandes incendios en Europa se están produciendo en aquellas zonas más despobladas y con menos o ninguna gestión del territorio. “El cambio climático incide más donde hay pérdida de paisaje mosaico, homogeneización y falta de población y uso del territorio. En Cataluña tenemos cada vez más superficie continua, más días de riesgo por el clima y la solución es más inversión en extinción. Hay que reducir la homogeneidad”

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 Foto I. Muñoz

Como especialista en extinción, Castellnou ha relacionado la falta de gestión forestal y del territorio, por falta de población, a los problemas que origina en la extinción de incendios y ha señalado que hay una nueva “externalidad de seguridad” que debería contabilizarse de alguna manera. “El sector primario, con su trabajo, reduce el riesgo de gran incendio forestal, produce un beneficio para el sector de la emergencia. Hay que contabilizar el impacto de ese servicio sobre el coste de la emergencia”.

Para Marc, es imprescindible invertir en paisaje, “necesitamos un determinado paisaje para hacer nuestro trabajo de extinción. El mundo de la extinción ha dicho no puedo más, no podemos seguir solucionando los incendios como se ha hecho en los últimos 30 años. No se puede construir sueños sobre un sistema que no los soporta”.

Para Eduardo Rojas la fragmentación del conocimiento y de las políticas han supuesto un error. “En una situación de crisis sectorial, como son los incendios, la solución es una visión global: la gestión del territorio”. Defiende la gestión forestal frente a los argumentos que han marcado las políticas de protección de la naturaleza por la capacidad de la gestión de solucionar varios problemas simultáneamente. “La declaración de tantos espacios naturales protegidos se ha construido sobre un relato falso. Esos espacios vienen de la actividad humana intensa. Retirar al ser humano crea un paisaje poco biodiverso, homogéneo. En nuestro país no puede entenderse el medio natural sin la presencia del ser humano desde hace miles de años que lo ha transformado en lo que es”.

Considera Eduardo Rojas el mensaje de a más producción menos biodiversidades una simplificación que no se cumple en los bosques de Europa, donde no hay ningún problema de biodiversidad. En lo forestal tenemos sinergias que permiten aprovechar recursos, evitar incendios y mejorar la biodiversidad, pero chocamos con la estructura administrativa, que divide las actuaciones”.

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Aprovechamiento de biomasa como prevención de incendios, fines energéticos y gestión sostenible de los montes

Señalaba posteriormente en el debate Juan Picos la necesidad de cambiar también el marco político y legislativo para poder actuar sobre el territorio. “Mientras nacionalizamos bancos o empresas privadas somos incapaces de actuar sobre pequeñas propiedades forestales abandonadas de las que no saben de su existencia ni los dueños. Es necesario decisión política y jurídica para poder actuar y poder gestionar este terreno abandonado”.

En términos parecidos se manifiesta Eduardo Rojas cuando la conversación transcurre por el papel de la población rural como ocupante, gestora y transformadora del territorio que después se ha protegido. Considera Rojas que “hay que darles protagonismo para decidir y gestionar. Es necesario eliminar cargas administrativas que impiden emprender actividades en las zonas rurales, haciendo más difícil el desarrollo aquí que en las ciudades”.

Marta Corella, alcaldes de Orea del Pinar y presentadora del seminario, apuntala esta opinión: “los habitantes rurales decimos: estamos aquí y queremos seguir. Sin custodios va a ser imposible mantener el territorio tal y como lo conocemos. Puede que no sea una tragedia natural para el planeta que no sigamos en los pueblos pequeños, pero sí lo va a ser para las ciudades. Si los pueblos desaparecen será un problema social, va a ser muy difícil tener futuro como sociedad”.

Eduardo Rojas lo resume en cuatro elementos: “necesitamos gestión, no regular en exceso, reforzar el capital humano de las zonas rurales y apostar definitivamente por la bioeconomía”.

Otras cuestiones, como el pago por servicios ambientales, han suscitado coincidencia de opiniones entre los tres ponentes. Rojas se preguntaba “cómo es posible que aún no hayamos sido capaces de ponerlo en marcha en España cuando lleva años funcionando con éxito en otros países de América Latina”. Marc iba más allá al solicitar una nueva fiscalidad ambiental para que “cada cual pague por el servicio que consuma. Además, lo lógico es que quien proporcione ese servicio cobre por él. Donde se generan los servicios es donde se debe desinar lo recaudado por estos impuestos”.
Juan Picos se muestra partidario de “trenzar actividades y servicios que puedan construir entre todos el cesto”.

Ha terminado el seminario con la intervención de Francisco Boya, presidente de EsMontañas recordando el anuncio de la ministra Teresa Ribera de un cambio legal para los pequeños municipios, “quizás sea esta una buena oportunidad para relanzar el pago por servicios ambientales. Los bosques y lo forestal deben estar en ese nuevo marco”.