Entrevista a David Caballero Valero, ingeniero de montes, experto en interfaz urbano-forestal

“En España puede suceder una desgracia como la de Mati o Paradise”

Por la acumulación de biomasa y la ayuda del cambio climático, los grandes incendios forestales tienden a convertirse en grandes monstruos que devoran todo lo que encuentran a su paso a una velocidad y con una intensidad frente a la que poco pueden hacer los equipos de extinción. En medio del bosque, los habitantes de viviendas, urbanizaciones y núcleos urbanos imaginan vivir en el paraíso, ajenos a la posibilidad de estar en la trayectoria de un posible incendio. Paradise (California) en 2018, Mati (Grecia) en 2018 y Pedrogao en 2017 (Portugal) suman 250 muertos entre los tres. Son los ejemplos extremos del peligro de la interfaz urbano-forestal, pero no son los únicos casos.

David Caballero es experto e investiga la propagación de los incendios forestales en las zonas de interfaz, esas en las que se confunden peligrosamente viviendas y bosque. Lleva años avisando de que algo similar puede pasar en España cualquier año en el que las condiciones beneficien al incendio y los equipos de extinción no puedan llegar a tiempo. Falta de normativa definitiva que exija y facilite tomar medidas de autoprotección; confusión en quién cae la responsabilidad de determinadas acciones preventivas; ausencia de sensación de riesgo en los habitantes; la falsa creencia de que eso nunca puede pasar aquí; una escasa cultura de la emergencia y la falta de medidas de prevención y autoprotección colocan a una buena parte de España en una situación muy peligrosa en cada nueva campaña de verano.

David investiga cómo y por dónde avanza el fuego para entrar en las urbanizaciones y en las viviendas y qué medidas debemos tomar para protegernos, además de desarrollar planes de prevención y autoprotección en los que el profesional que los realiza debe sumar al conocimiento técnico unas buenas dotes de empatía y sicología social.

Uno de los grandes caballos de batalla de la lucha contra los incendios es la interfaz urbano-forestal. En el último año parece que algunas comunidades autónomas se han tomado muy en serio la necesidad de que los municipios y urbanizaciones en contacto con terrenos forestales dispongan de planes de prevención y autoprotección. ¿Ha mejorado en algo la situación general en cuanto a elaboración de planes de emergencia municipal frente a incendios forestales?

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David Caballero. Foto I. Muñoz

Hemos conseguido que el término “interfaz urbano-forestal” aparezca en el vocabulario de los medios de intervención y los grupos de acción local; que también aparezca en la legislación (Ley de Montes, Directriz Básica de Protección Civil, etc.); y que al menos haya una inquietud en la mayoría de los municipios que viven cada año la amenaza de los incendios. La respuesta está siendo desigual y tibia, pero algo se mueve en un tema que hace años ni preocupaba a los consistorios. Hay municipios muy concienciados, que no solo tienen sus planes municipales de acción local frente a incendios forestales, también se preocupan de destinar presupuesto cada año para labores preventivas y de concienciación y han constituido o reforzado sus grupos locales de protección civil.

Pero, lamentablemente, hay muchos otros que aún no han reaccionado, o lo hacen de manera parcial. Sin la coparticipación de los consistorios poco se puede hacer por llegar a los propietarios y vecinos de urbanizaciones en zona de interfaz. Y esta es la parte más difícil: el propietario de una parcela potencialmente amenazada.

Generalmente, los propietarios perciben su entorno natural como un decorado en el que no puede pasar nada. “Si hay un incendio, ya vendrán los bomberos”. Les es muy difícil asumir el más mínimo cambio en su realidad inmediata, en su comodidad, sobre todo si se trata de responsabilidades que alteran su apacible ritmo de vida.

Debemos seguir insistiendo en los mensajes clave como: el reemplazo de setos de especies inflamables, la limpia sistemática de sus tejados, el observar la presencia de objetos en sus porches y terrazas y reforzar los acristalamientos con paños dobles y contraventanas. Todo ello bien podría articularse a través de ordenanzas y recomendaciones por las administraciones locales, que son la figura clave en la autoprotección frente a incendios forestales, ante una realidad que cada vez lanza fuegos más rápidos, intensos y destructivos.

Sin la coparticipación de los consistorios poco se puede hacer por llegar a los propietarios y vecinos de urbanizaciones en zona de interfaz. Y esta es la parte más difícil: el propietario de una parcela potencialmente amenazada. Generalmente, los propietarios perciben su entorno natural como un decorado en el que no puede pasar nada. Las administraciones locales son la figura clave en la autoprotección frente a incendios forestales

El fiscal de Medioambiente envió una carta a más de 150 municipios preguntándoles directamente por sus planes de prevención de incendios forestales. ¿Cree que esa ha sido una de las razones que ha motivado la redacción de planes de prevención?

No me cabe duda que esto ha sido un factor de reacción positivo. Pero también ese apremio para cumplir la ley ha dado como resultado que muchos ayuntamientos hayan optado por la redacción de planes municipales sin mucho fundamento técnico y con pocos visos de ser implementado en la realidad. Un plan requiere un calendario de acción que, en los casos más sencillos, puede ser de cinco años, en el que se proponen nuevas medidas y acciones para crear municipios más preparados para el paso de los incendios forestales. Ese compromiso viene acompañado con la previsión de un presupuesto anual que no todos los consistorios están dispuestos a reservar aunque, en realidad, no se trata de tanto dinero.

En el plan, se evalúan las posibles consecuencias a corto y medio plazo que un incendio pueda tener en su territorio. Los municipios que han estado amenazados o afectados por incendios forestales han reaccionado con más eficacia que otros que lo pueden ver como algo todavía muy lejano.

Ese apremio del fiscal de Medioambiente para cumplir la ley ha dado como resultado que muchos ayuntamientos hayan optado por la redacción de planes municipales sin mucho fundamento técnico y con pocos visos de ser implementado en la realidad.

¿Tiene constancia de que esos planes de prevención se estén ejecutando?

De manera muy desigual. Los planes que he podido leer no incluyen programas de implementación y, en muchos casos, no vienen acompañados de planes de prevención. Sería ideal poder revisar el índice básico de un plan municipal de emergencias frente a incendios forestales e incorporar estos importantes componentes.

En algunos casos, se incluye un completo programa de información, educación, sensibilización y ayuda a los propietarios y vecinos, a varios años, con el fin de ir consolidando una política de prevención y autoprotección. Pero no es la norma.

Frecuentemente, las medidas propuestas son impopulares porque descargan parte de la responsabilidad en el propietario y alteran su realidad inmediata, algo que no todos los concejales y alcaldes están dispuestos a asumir. Pero es que no hay otro camino. Lo más fácil es llegar a acuerdos entre municipio y propietarios y diseñar e implantar de manera conjunta acciones y medidas para mejorar la prevención y facilitar la intervención en caso de incendio. Pero, a menudo podemos observar cómo los planes municipales no incluyen planes de autoprotección de urbanizaciones o, mucho más sorprendente, cómo urbanizaciones han tomado la iniciativa y han elaborado sus planes de autoprotección cuando aún no existe un plan municipal de emergencias por incendio forestal.

A menudo podemos observar cómo los planes municipales no incluyen planes de autoprotección de urbanizaciones o, mucho más sorprendente, cómo urbanizaciones han tomado la iniciativa y han elaborado sus planes de autoprotección cuando aún no existe un plan municipal de emergencias por incendio forestal

¿Qué explicación encuentra para que todos los municipios en contacto con zonas forestales no dispongan aún de sus planes de prevención?

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Ejemplo de urbanización en interfaz urbano-forestal en Canyamel (Capdepera). Foto COITF

Cada municipio tiene sus particularidades y dificultades. Unos dicen no contar con presupuesto para elaborar y sobre todo ejecutar los planes de incendios; otros aluden a la falta de personal técnico que pueda llevar a cabo la implantación y seguimiento de las acciones; hay frecuentes casos de municipios pequeños que piden hacer planes conjuntos con otros municipios vecinos, o que cuentan con grandes urbanizaciones en su territorio sin recepcionar y derivan la responsabilidad a las asociaciones de propietarios.

En algunos casos, percibo que las medidas de prevención que haya que proponer a los propietarios son impopulares o incomodan a los vecinos; además existen las barreras normativas que en ocasiones son absurdas, como la protección del arbolado o las actuaciones selvícolas en figuras de protección, ambas limitando o bloqueando cualquier acción preventiva; otros aluden a la falta de una norma técnica que les dicte con exactitud qué acciones tomar, especialmente en las urbanizaciones.

Por otro lado, aún no está bien articulada la relación entre la oferta de técnicos de prevención de incendios forestales, que hay bastantes, y la demanda de elaboración, implantación y seguimiento de planes municipales. Los colegios profesionales (Ingenieros de Montes e Ingenieros Técnicos Forestales) han hecho un esfuerzo por dar a conocer el contenido y sobre todo las capacidades de nuestros profesionales para cubrir estas necesidades. Pero echo de menos más interacción con la FEMP en este aspecto, esto podría ayudar sin duda.

Con respecto a los planes de autoprotección ¿cuáles son las causas de que exista tan poca demanda?

Creo que el desconocimiento. Las urbanizaciones no siempre tienen una estructura social, no siempre hay asociaciones de propietarios y eso dificulta la transmisión efectiva de información. En mi experiencia, los incendios forestales para los propietarios son algo remoto que aparece en los medios de comunicación en verano. Cuando vas a visitarles y les enseñas fotos y vídeos de otros eventos y sus consecuencias responden frecuentemente que “vienes a asustarnos”, o que “eso no puede ocurrir aquí”. Solo cuando el fuego les visita, y a veces les golpea duramente, es cuando se dan cuenta de la seriedad del tema y empiezan a movilizarse. La reacción inmediata es pedir responsabilidad a los bomberos, luego a los municipios, aludiendo que ellos ya pagan sus impuestos. La realidad es que el municipio poco puede hacer en sus propiedades, y en algunos casos eso es crítico en la evolución de los acontecimientos.

Veo que existe aún una difícil comunicación entre las urbanizaciones y los consistorios y poco acuerdo de colaboración en estos temas tan relevantes. Creo que el primer paso deberían darlo los municipios, informando de la necesidad de una acción conjunta ante una amenaza creciente y real, con apoyo de los cuerpos de intervención que expliquen la realidad de lo que se encuentran día a día. Es un poco frustrante ver cuántos buenos profesionales tenemos de planificación preventiva y gestión de riesgos y cómo el mercado aún no se ha consolidado por estos temas. Igual ocurre con los profesionales de la comunicación y de ciencias sociales.

Los incendios forestales para los propietarios son algo remoto que aparece en los medios de comunicación en verano. Cuando vas a visitarles y les enseñas fotos y vídeos de otros eventos y sus consecuencias responden frecuentemente que “vienes a asustarnos”, o que “eso no puede ocurrir aquí”. El primer paso deberían darlo los municipios, informando de la necesidad de una acción conjunta ante una amenaza creciente y real, con apoyo de los cuerpos de intervención que expliquen la realidad de lo que se encuentran día a día.

Usted ha trabajado con numerosas urbanizaciones para que dispusieran de planes de autoprotección. Una vez que conocen de qué se trata y su utilidad ¿Cuáles son las razones para que no se decidan a ponerlo en marcha?

david-caballero-osbo Con las urbanizaciones con las que he trabajado he tenido la fortuna de contar con personas que eran líderes muy convencidas y que querían cambiar las cosas de manera coherente y decidida. Esto ha arrastrado a toda la urbanización y ha facilitado mucho las cosas. Mi experiencia es muy positiva y gratificante. Se trata de un trabajo de varios años, el plan es tan solo el punto de partida y una declaración de intenciones.

Hay que perseverar y continuar con las asesorías, visitas, jornadas de información y sensibilización a los propietarios. Hay que trabajar cada campaña con los jardineros y responsables de mantenimiento y supervisar las acciones sobre los aspectos más importantes (fajas perimetrales, limpia de parcelas abandonadas, retirada de setos inflamables, retirada de restos, adecuación de viarios, instalación y revisión de hidrantes, ensayos y simulacros de evacuaciones, implementación de sistemas de aviso y control etc.).

En otros casos, he visto urbanizaciones que lo único que pretendían era cubrir el expediente con cuatro papeles en los que se explicaban los recursos de autoprotección y los puntos más sensibles. Es hacerse trampas al solitario: en caso de emergencia es como si no hubiésemos hecho nada, estamos en la casilla de partida. Las habilidades sociales del técnico de prevención son tan importantes como el conocimiento técnico sobre incendios y prevención.

En ocasiones, se alude al presupuesto, como que no tienen la obligación de mantener fajas de prevención, o que esto es responsabilidad del ayuntamiento. En otros casos, aunque los propietarios quieren actuar sobre la vegetación, las regulaciones locales y autonómicas no les dejan tocar ni una rama “de este pino que es mío”. La comunicación y cooperación con los municipios es clave para crear comunidades adaptadas a los incendios forestales.

He visto urbanizaciones que lo único que pretendían era cubrir el expediente con cuatro papeles en los que se explicaban los recursos de autoprotección y los puntos más sensibles. Es hacerse trampas al solitario: en caso de emergencia es como si no hubiésemos hecho nada, estamos en la casilla de partida

El problema de la interfaz supera el ámbito de la normativa forestal y afecta al de la regulación urbanística y la protección civil ¿disponemos de normativa clara que facilite tomar la decisión de autoprotegerse?

Definitivamente no. Tenemos cada vez más conocimiento de los factores y procesos que están detrás de la afectación de la población, las viviendas y las infraestructuras en zonas de interfaz. Observamos los fenómenos y las consecuencias en los incendios, pero no tenemos todo ese conocimiento integrado en un único documento. Algunas de las regulaciones autonómicas están más elaboradas que otras, pero no tenemos una norma técnica completa y común que recoja toda la casuística y detalles para el diseño, implantación y seguimiento de medidas y técnicas de protección y prevención, tanto en la mesoescala como la microescala de interfaz.

Es sorprendente, y hasta cierto punto frustrante, que el Código Técnico de la Edificación no recoja los aspectos básicos de protección de edificaciones frente a fuentes externas de incendios, cuando tanto la ingeniería de protección frente al fuego como el conocimiento sobre los métodos y materiales de construcción dan soluciones para incendios externos. Además, la adecuación de eficiencia energética, de acuerdo a la certificación que recoge el RD 47/2007, ya incluye elementos constructivos y materiales que son un gran paso adelante en la protección frente a incendios forestales (acristalamientos, aislamientos, cubiertas etc.) Es decir, con un poco de esfuerzo y con esta buena base de partida, es cuestión de ponerse a trabajar.

Algunas de las regulaciones autonómicas están más elaboradas que otras, pero no tenemos una norma técnica completa y común que recoja toda la casuística y detalles para el diseño, implantación y seguimiento de medidas y técnicas de protección y prevención, tanto en la mesoescala como la microescala de interfaz.

Es difícil convencer a un propietario que modifique o altere su vivienda y su jardín cuando no contamos con una norma básica que lo respalde. Con toda la razón del mundo nos dice “si no lo dice ninguna norma yo no lo hago”, y entonces apelamos al sentido común y a su buena voluntad. La cosa se complica aún más si saltamos a la escala de urbanización. Algunos aspectos básicos que estamos viendo en las emergencias por incendio forestal (red de viarios, alineación de vegetación, accesos a viviendas, redes de hidrantes etc.) no se recogen en ninguna norma técnica completa para el diseño de urbanizaciones adaptadas a los incendios forestales.

Es difícil convencer a un propietario que modifique o altere su vivienda y su jardín cuando no contamos con una norma básica que lo respalde. Con toda la razón del mundo nos dice “si no lo dice ninguna norma yo no lo hago”, y entonces apelamos al sentido común y a su buena voluntad. La cosa se complica aún más si saltamos a la escala de urbanización

¿Cómo se debe transmitir a la ciudadanía, sin alarmarla, el riesgo que corre si no toma medidas de autoprotección? ¿Está justificada en este caso la alarma para que tome conciencia?

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Entorno inmersivo de realidad virtual en el que se muestra una microescala afectada por un incendio cercano y cuando llegan las llamas. ©2019 David Caballero

No se puede presentar un aspecto tan serio y con consecuencias tan graves con cromos de Disney. La realidad es muy dura. La gente muere. Las casas y todo lo que contienen se destruyen por completo. El medio natural desaparece. Y esas cicatrices tardan años, cuando no décadas, en cicatrizar. Quien ha presenciado y sufrido esos eventos tiene una percepción muy diferente de las urbanizaciones. Deberíamos ser más explícitos presentando las consecuencias y también más honestos. De esta manera ganaremos credibilidad.

Hay que contar lo que puede ocurrir, y cada vez con más probabilidad, pero también que se pueden dar pasos para evitarlo porque el gran ejército de la prevención son los propietarios. Sin su convencimiento no avanzamos nada. En Europa tenemos la ventaja de que nuestras casas son poco combustibles, a diferencia de EE UU que están construidas en su mayor parte de madera, arden y participan en la emisión de energía.

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Entorno inmersivo en el momento en el que las llamas alcanzan a la vivienda. ©2019 David Caballero

Nuestro problema tiene que ver con la dejadez de los jardines, de las zonas comunes y, en varios casos, con el capricho de situar una urbanización en medio del monte con los accesos comprometidos. En estos casos, en los que no podemos evacuar ni confinar, podemos tener un gran desastre.

Vengo pontificando sobre la necesidad de contar con un “mapa de habitabilidad” de nuestro territorio frente a incendios forestales, en el que se dibujara, con colores, los diferentes grados de defendibilidad y de resultados no deseados. Así podríamos poner en contexto y mirar en perspectiva el reto que supone la interfaz en nuestro país y empezar a incorporar la responsabilidad el propietario en la protección de las comunidades frente a los incendios. Esto ajustaría la balanza de la respuesta exigida a los cuerpos de intervención, que muchas veces va más allá de lo razonable.

Además, contamos con poderosas tecnologías de la comunicación y el entretenimiento que podrían servir como vectores para insertar estos importantes mensajes. Personalmente estoy muy implicado en el diseño y creación de entornos inmersivos (realidad virtual) en los que se puede vivir en primera persona estos episodios y poder comprobar la relación entre la prevención (o la falta de ella) y las consecuencias. La tecnología de los juegos digitales permite el desarrollo de estos entornos interactivos e inmersivos, muy acordes con el tipo y modo de consumo de imágenes que hace el público objetivo (adolescentes, jóvenes).

No se puede presentar un aspecto tan serio y con consecuencias tan graves con cromos de Disney. La realidad es muy dura. La gente muere. Las casas y todo lo que contienen se destruyen por completo. El medio natural desaparece. Y esas cicatrices tardan años, cuando no décadas, en cicatrizar. Quien ha presenciado y sufrido esos eventos tiene una percepción muy diferente de las urbanizaciones. Deberíamos ser más explícitos presentando las consecuencias y también más honestos.

Un aspecto importante de la autoprotección es la vertiente social, es decir, que no se trata solo de autoprotegerse sino que es también protección para los demás ¿Es posible obligar a un vecino de una urbanización a tomar medidas de autoprotección?

Este es un punto clave. Una cadena es tan fuerte como su eslabón más débil. Es muy necesario crear una única célula de autoprotección sin resquicios. Para ello la comunidad, al completo, ha de tener clara la amenaza, las acciones que se proponen tomar y el compromiso como colectivo de ir todos a una. Y eso es tremendamente difícil.

Así como tenemos la gran mayoría de la población que es sensata y actúa en consecuencia, hay siempre una porción de esa sociedad que actúa a espaldas de lo que se ha convenido. Suelen ser personas ajenas a la propiedad, propietarios que no se preocupan de ella y solo la tienen para especular, gente con pocas posibilidades económicas, personas con dificultades físicas o mentales o simplemente irresponsables a los que les da igual.

Una comunidad sólida debería tener mecanismos para neutralizar estas singularidades y asegurar que los planes se cumplen. Por ello, y según las circunstancias, los vecinos podrían ayudar a aquellos propietarios que no pueden o no saben y obligar a aquellos otros que no quieren o no aparecen.

Tanto el municipio como las diputaciones o comunidades autónomas podrían disponer de herramientas legales y fiscales para llevar estas actuaciones a cabo. No obstante, los aspectos sociales son delicados. Detrás hay una convivencia diaria y en algunos casos aspectos más difíciles de resolver, como la presencia de okupas que no se integran en una estructura social como una asociación de propietarios.

La autoprotección social es clave. Una cadena es tan fuerte como su eslabón más débil. Es muy necesario crear una única célula de autoprotección sin resquicios. Para ello la comunidad, al completo, ha de tener clara la amenaza, las acciones que se proponen tomar y el compromiso como colectivo de ir todos a una. Y eso es tremendamente difícil

¿Dispone la sociedad española de una adecuada cultura del fuego? ¿Sabemos convivir con él, prevenirlo y combatirlo si es necesario?

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Jardín quemado por las llamas en la entrada a Cadalso de los Vidrios, en la carretera que le une con Rozas de Puerto Real (Madrid). Arizónicas en el muro exterior. Foto I. Muñoz

No se puede generalizar. En cuanto a la interfaz hay muchas realidades. Tenemos las urbanizaciones en los alrededores de las grandes ciudades, en las que la población es esencialmente urbanita y que tiene una muy escasa percepción del riesgo de incendio forestal.

En el ámbito rural la cosa es diferente, donde el fuego es un elemento con el que se convive, que se conoce y se utiliza. No obstante, en el ámbito rural, las condiciones de iniciación y propagación de incendios están cambiando, son más rápidos, más energéticos y por tanto más incontrolables. Los cultivos, que antaño eran puntos de oportunidad, ahora transmiten el fuego. La población que antes participaba en la protección e incluso en la extinción cada vez está más envejecida o desligada del paisaje. La presencia de extranjeros que se han retirado en una casita en alguno de estos parajes, complica las emergencias por incendio ya que, frecuentemente, desconocen qué significa esa amenaza y qué pueden hacer para protegerse.

La cultura rural en España siempre ha contado con el fuego como un aliado y, en algunos casos, como una amenaza. Pero es la desconexión de la población con el paisaje la que hace que éste se vea como un decorado y no como un elemento vivo al que hay que adaptarse y al que hay que proteger. Sería ideal ir reincorporando ese conocimiento a las nuevas generaciones de chavales entre 10 y 15 años, en actividades al aire libre, en granjas educativas que vayan creando una semilla de una sociedad más adaptada al fuego. Después invitarles a actividades de veranos en escuelas de bomberos, como ocurre en Francia y Portugal, donde se les enseña, de manera amena, los principios de protección civil y gestión de emergencias.

Pero es la desconexión de la población con el paisaje la que hace que éste se vea como un decorado y no como un elemento vivo al que hay que adaptarse y al que hay que proteger

Usted ha creado la herramienta WUIX que permite calcular el riesgo de incendio por contacto de la vegetación con la vivienda. ¿En qué consiste y cómo se puede utilizar?

WUIX es un acrónimo del término inglés Wildland-Urban Interface Index, es decir un índice que caracteriza las tipologías de interfaz urbano-forestal de acuerdo a la continuidad de la cobertura de la vegetación y la fricción  con las viviendas. Se trata de un índice muy sencillo, ideado en el proyecto europeo WARM (2001-2004), desarrollado en 2006 e implementado por primera vez en la cartografía de zonas de interfaz de la Comunidad de Madrid en 2013. Recientemente (2019) he publicado un cuaderno técnico (disponible para la descarga libre) en el que se explica el fundamento teórico, las limitaciones y la interpretación de este índice.

Lo que pretende es avanzar en la descripción de una métrica que permita clasificar las zonas de interfaz de una manera objetiva, numérica, y que tenga una aplicación práctica para la prevención. La aplicación es muy sencilla y puede ser integrada en cualquier plataforma de información geográfica para su utilización en la planificación preventiva. Es de libre descarga y utilización.

El índice utiliza dos capas de información, la presencia de vegetación y la presencia de edificaciones. Ambas pueden obtenerse con facilidad, a partir de una ortofoto y de los datos del catastro. Dado que WUIX está orientado al análisis de la mesoescala de interfaz (es decir, la urbanización) es necesario ser muy cuidados en la elaboración del mapa de vegetación, que debe darse en resoluciones muy finas (típicamente de 1 o 2 m).

Al ser un análisis topológico es independiente de las condiciones atmosféricas y topográficas que gobiernan los incendios. Aunque no explica todo el fenómeno de riesgo por incendio, sí reúne en un único índice dos de los componentes más importantes. Actualmente WUIX está siendo revisado y evolucionado hacia una versión más compleja que añade la direccionalidad de las amenazas. El índice ha sido comprobado con casos de incendios reales, como el de Mati en Grecia, para evaluar su capacidad predictiva de daños no deseados sobre viviendas.

¿Para cuándo dispondrá de WUIX tridimensional?

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Un modelo 3D voxelizado de una vivienda y la vegetación circundante. ©2019 WUIVIEW

El índice WUIX se calcula en dos dimensiones. Aunque los resultados explican bastante la realidad del contacto entre las viviendas y la vegetación, así como la capacidad potencial de ésta de propagar los incendios (continuidad), en la realidad todo ocurre en tres dimensiones. La versión tridimensional de WUIX hace uso de pequeños cubos o voxels en los que se divide el espacio y que contienen información sobre lo que hay en cada punto, ya sea vegetación, casa o aire.

Mientras que el algoritmo para 3D es una evolución sencilla del de 2D, la captura de datos en tres dimensiones es el verdadero reto. Para ello, recientemente, hemos desarrollado un método y un algoritmo que hace uso de fotografías tomadas desde un dron y que crea una nube de puntos por fotogrametría tridimensional. Después agrupamos esos puntos en cada uno de los voxels y obtenemos así la distribución tridimensional de la vegetación y de las viviendas. El resto del proceso es muy similar. Esta técnica se ha desarrollado como parte de las actividades del proyecto WUIVIEW, y un vídeo en YouTube muestra el proceso.

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Usted trabaja en el proyecto Wuiwiew cuyo objetivo es crear una herramienta de gestión de riesgos en zonas de interfaz. ¿En qué momento se encuentra el proyecto?

WUIVIEW tiene como principal objetivo realizar simulaciones de cómo puede ser el ambiente de fuego y sus consecuencias en una propiedad en zona de interfaz, incluyendo la combustión de las plantas del jardín, de los diferentes objetos y materiales y de los elementos constructivos de las viviendas. Hacemos eso utilizando modelos sofisticados de cálculo termo-fluidodinámico, como FDS (Fire Dynamics Simulator) y los alimentamos con el comportamiento observado en experimentos de laboratorio sobre la combustión y emisión de calor de esta vegetación y objetos presentes en la microescala.

WUIVIEW ha avanzado notablemente en el conocimiento sobre la exposición de los elementos más vulnerables de una vivienda (tejados, acristalamientos) y de otras instalaciones y construcciones (depósitos de gas GLP, cobertizos y garajes etc.), así como del comportamiento térmico de algunas especies de jardín, en particular de las arizónicas (Cupressus arizónica), que tantos problemas dan. Ahora estamos en la fase de aplicar todo lo estudiado a casos reales, es decir capturamos (con drones etc.) la posición, tamaño y características de las viviendas, la vegetación y objetos de parcelas reales y las sometemos a esos escenarios de incendio para ver cómo se comportarían las ventanas, los tejados, los depósitos de gas etcétera y derivar así una serie de conclusiones y recomendaciones.

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Simulación WUIVIEW de un caso real en Rozas de Puerto Real (Madrid), con incendio de vegetación cercana en el jardín y afectación a la vivienda. ©2020 WUIVIEW Consortium/CERTEC

El proceso lo repetiremos dos veces en la Comunidad de Madrid, y una vez en una urbanización de Suecia, pero pretendemos establecerlo como un servicio de asesoría para aplicarlo en el futuro. Estamos explorando además cómo influyen los jardines en la propagación de los incendios a través de toda la urbanización, es decir, buscamos la conexión entre la microescala y la mesoescala de interfaz. Este será el tema de un nuevo proyecto para el cual ya hemos presentado una propuesta a la Comisión Europea. Es la evolución natural de WUIVIEW.

WUIVIEW tiene como principal objetivo realizar simulaciones de cómo puede ser el ambiente de fuego y sus consecuencias en una propiedad en zona de interfaz, incluyendo la combustión de las plantas del jardín, de los diferentes objetos y materiales y de los elementos constructivos de las viviendas.

¿Quiénes serán los destinatarios finales de los resultados: ingenieros, arquitectos, urbanistas, el ciudadano particular?

El resultado principal de WUIVIEW son unas recomendaciones centradas, por un lado, en el diseño y materiales constructivos, en particular en lo referente a cubiertas (tejados), acristalamientos (ventanas, ventanales, puertas de cristal) e instalaciones anejas (garajes, cobertizos). Por otro lado, inciden en el efecto del diseño de los jardines en el ambiente de fuego y humo que pueden generar, y cómo las distancias pueden hacer que las llamas, la radiación o el humo afecten a las viviendas o a las personas que en ellas puedan protegerse (confinamiento).

WUIVIEW inicia la andadura hacia la descripción técnica detallada de aspectos prestacionales que deberían ser la base de una norma técnica completa que, hoy por hoy, no tenemos y que sería muy útil a arquitectos, jardineros e industriales de la protección frente al fuego. Además, algunos aspectos básicos, como las distancias entre la vegetación y la edificación, la presencia de objetos y materiales en los porches, terrazas, garajes o cobertizos, la protección de acristalamientos y la instalación de depósitos de gas GLP, pueden ser recogidos en manuales de buenas prácticas para su uso por propietarios y vecinos.

Han investigado a nivel de mesoescala cómo puede avanzar el fuego ¿Cuáles son los factores fundamentales que ponen en grave riesgo a los núcleos urbanos a nivel de mesoescala?

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Vista aérea del reciente incendio en Eurovillas (Madrid) en el que un incendio de pasto se complica al afectar una parcela abandonada con arizónicas muy crecidas. ©2020 David Caballero

La escala de urbanización, o mesoescala, es el gran reto de la prevención de incendios en la interfaz. Y lo es principalmente porque exige la colaboración de todos los propietarios de la comunidad con un objetivo común. Seguimos observando en incendios recientes (p.e. Valdepiélagos, La Cabrera, Eurovillas etc.) que la presencia de setos de especies inflamables aumenta el nivel de riesgo espectacularmente, desde un incendio de baja o media intensidad que se aproxima desde la zona forestal a una combustión de media o alta intensidad en los setos alrededor de las viviendas. Estas combustiones tan intensas propagan el fuego dentro de la urbanización por los mismos setos, generan pavesas y hacen que el fuego vaya a saltos por las parcelas abandonadas o sin construir, generando nuevas combustiones que amenazan las propiedades y complican mucho la operación a los medios de intervención.

En la mesoescala debemos concentrar los esfuerzos en adecuar las especies de los setos, e incluso crear discontinuidades, y cuidar mucho más las parcelas abandonadas o sin construir. Esto es especialmente relevante en las parcelas perimetrales, es decir aquellas que están en contacto o en la cercanía de zona forestal.

La escala de urbanización, o mesoescala, es el gran reto de la prevención de incendios en la interfaz. En la mesoescala debemos concentrar los esfuerzos en adecuar las especies de los setos, e incluso crear discontinuidades, y cuidar mucho más las parcelas abandonadas o sin construir. Esto es especialmente relevante en las parcelas perimetrales, es decir aquellas que están en contacto o en la cercanía de zona forestal.

¿Es aquí donde hay que poner más énfasis en la protección, antes de que llegue a la microescala, es decir a cada una de las viviendas?

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Una parcela abandonada con vehículos y otros objetos supone una amenaza a las viviendas vecinas. ©2020 David Caballero

Va todo unido. Cada escala nos ofrece una oportunidad para crear un espacio en el que podemos controlar la evolución del incendio. La mesoescala exterior, es decir la zona forestal inmediata a la urbanización, puede ser un lugar donde el fuego propague en baja intensidad dentro de capacidad de extinción, donde tengamos mejor accesibilidad y haya presencia de agua.

En el perímetro podemos disponer una faja perimetral transitable y preparar las parcelas inmediatas con muros y retirar especies inflamables, con el fin de que el fuego no penetre con tanta facilidad en la urbanización.

Dentro podemos adecuar la vegetación de los jardines para que, en caso de lluvia de pavesas, no nos generen combustiones y propagaciones. Lo mismo aplica a las parcelas abandonadas o sin construir, retirando objetos y materiales (los coches abandonados en estas parcelas son muy frecuentes y crean problemas en caso de incendios) y por supuesto la vegetación (maleza, matorral, setos abandonados etc.)

La red de calles y carreteras juega un papel muy importante, ya que sirve de freno a la propagación, de discontinudad del combustible para operaciones de control por los medios de intervención y de infraestructura de acceso y evacuación. Todo ello configura el tejido de mesoescala de interfaz que, obviamente, está muy relacionado con lo que haya en cada una de las microescalas. Y eso comporta un trabajo en comunidad: lo que haga yo tiene implicación en el resto de los vecinos. La prevención es un esfuerzo común.

¿Cuáles son los principales “huecos” en la defensa contra el fuego a nivel de microescala?

Cuando visitas un incendio en el que han sido afectadas viviendas te das cuenta enseguida que nuestra microescala ofrece muchas oportunidades para la autodefensa y protección. Pero también se ve que muy frecuentemente se hace caso omiso a detalles que son determinantes.
Hay que tener en cuenta que nuestra microescala, por simplificar, está muy expuesta a tres factores de peligro:
a) la lluvia de pavesas, que genera igniciones dentro de la parcela y en la vivienda
b) la combustión de setos y otros elementos de jardinería inflamables
c) la combustión de objetos y materiales pegados a la vivienda, que, una vez que ha pasado el fuego, quedan quemando y afectando muy severamente a los puntos débiles de las edificaciones.

¿A qué aspectos concretos de la vivienda hay que prestar especial atención?

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Una casa completamente destruida en el incendio de Mati, Grecia. ©2018 David Caballero

En un edificio hay que prestar atención sobre todo a los tejados y a los acristalamientos. Los tejados son estructuras que frecuentemente acumulan restos vegetales, como pinocha, ramas, piñas etc., y que reciben y acumulan muy eficientemente las pavesas incandescentes en un incendio. Estas pavesas pueden iniciar pequeñas combustiones sobre la cubierta que, si está en buen estado y es de teja u otros materiales incombustibles, lo normal es que no pase nada. Pero cualquier desplazamiento o rotura de una teja, o de aberturas de ventilación sin proteger con una malla metálica, son entradas a estas chispas y a las llamas, iniciando una combustión por dentro que puede acabar en la destrucción de toda la edificación. La acumulación de pinocha y otros restos vegetales en los canalones incrementan esta posibilidad, ya que la combustión de este material puede afectar al borde del alero, o iniciar combustiones de los cabrios o de otros elementos vistos si son de madera.

Lo mismo pasa con las ventanas y los ventanales de terrazas y porches. Los paños de cristal pueden estar sometidos a radiación de la combustión de vegetación u objetos cercanos y aumentar mucho su temperatura. Dado que los marcos de las ventanas los apantallan, hay importantes diferencias con el calor que recibe el cristal en la parte expuesta, con lo que aparecen grietas que debilitan el acristalamiento. Las contraventanas y las persianas ofrecen un buen grado de protección.

Es especialmente relevante la combustión post-frontal latente (una vez que pasa el incendio) de objetos y mobiliario debajo de las ventanas en porches y terrazas son sistemáticamente puntos de entrada del fuego y de la destrucción de las viviendas. Son aspectos que los propietarios tienen que ir incorporando poco a poco en sus buenas prácticas de autoprotección para mejorar las posibilidades de supervivencia de sus casas al paso de un incendio.

Ha analizado cómo un incendio ha arrasado urbanizaciones como la de Mati en Grecia, causando más de 100 muertos. Conoce cientos de urbanizaciones y diferentes núcleos urbanos en todo el país metidos en el centro de terrenos forestales arbolados. ¿Puede pasar en España algo similar a lo de Mati o Paradise en California?

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Urbanización de Santa Ponça (Calvià). Foto COITF

Desde luego. Nuestra geografía tiene muchos ejemplos de zonas de interfaz que en incendios de gran energía (rápidos e intensos) serían difíciles de defender y que podrían amenazar a la población en los primeros compases del siniestro. No hay más que hacer un recorrido por nuestras costas para identificar situaciones parecidas, con salidas únicas comprometidas potencialmente por un incendio que empuja la población hacia el mar, en zonas de costa abrupta cerrada por acantilados y con bastante vegetación en el interior de la urbanización.

Estamos viendo desarrollos muy energéticos de incendios en lugares donde uno no se los podría esperar (por ejemplo en los fuegos de copas que vimos en el incendio de Mazagón, zona llana, de pinos piñoneros) o de intensidades que no podríamos imaginar. Por tanto, no es solo la estructura y localización de nuestras interfaces, es el aumento de la intensidad de los incendios, año tras año, que hace que la primera respuesta ante una amenaza de protección civil de grandes proporciones sea ineficiente.

Estoy especialmente sensibilizado con las urbanizaciones del norte de Alicante y sur de Valencia, y las múltiples situaciones complejas en la costa catalana, desde el Delta del Ebro hasta Port Bou, o las muchas y difíciles situaciones de interfaz costero en Baleares. Ya hemos presenciado algunos avisos que nos han puesto los pelos de punta (recordemos por ejemplo Vallirana 2013, Benitatxell 2016, Andratx 2013, Valleseco 2019 etc.) y que nos hacen prever potenciales desastres si no actuamos por adelantado, especialmente en la reacción adecuada de las personas.

Nuestra geografía tiene muchos ejemplos de zonas de interfaz que en incendios de gran energía serían difíciles de defender y que podrían amenazar a la población. No hay más que hacer un recorrido por nuestras costas para identificar situaciones parecidas, con salidas únicas comprometidas potencialmente por un incendio que empuja la población hacia el mar, en zonas de costa abrupta cerrada por acantilados y con bastante vegetación en el interior de la urbanización.

¿En dónde o en qué momento de un incendio de interfaz se encuentra el mayor riesgo?

Mi inquietud se centra, sobre todo, en el movimiento de las personas en el caso de emergencia. Uno planifica las rutas de evacuación como si todo fuera a salir bien y se fuera a desarrollar de manera ordenada. La realidad nos muestra algo muy diferente: la reacción es muy tardía y desordenada, aparece el pánico, el caos, los atascos y la confusión. Hay personas cuya reacción (irracional e impulsiva) les lleva a improvisar cosas, a hacer prácticas de bombero o jugar a héroes, sin conocer los factores y procesos que le rodean. Y todo eso es lo que nos puede matar.

Hemos de entender que la población, en general, reacciona ante el riesgo cuando este es inminente y, frecuentemente, inevitable. Es nuestra labor machacona de concienciación, educación y entrenamiento en buenas prácticas la que puede reducir las probabilidades de gran número de víctimas, especialmente si conseguimos que esa percepción del riesgo ocurra varias horas antes de que llegue. Luego trabajaremos en extenderla a días, semanas o meses antes. Sin una población informada y convencida poco podemos hacer ante esas catástrofes tan rápidas y destructivas.

El confinamiento por la COVID-19 ha variado nuestra presencia en el medio natural ¿podemos sacar alguna enseñanza relacionada con los incendios de interfaz?

Ha sido un periodo de reflexión y aprendizaje. Por un lado, ha quedado bastante claro la influencia que tenemos en el medio ambiente, ha sido una primavera de fortuna para plantas y animales. Por otro, llego a la conclusión de que no somos capaces de autoprotegernos como colectivo. Se nos ha entregado una curva aplanada en junio y no hemos tardado mucho en volver a hacerla crecer. Esta falta de consciencia de protección de grupo, el ir todos a una, es algo que también se observa en las zonas de interfaz.