Tras la deforestación llegan los incendios en la selva amazónica
Hasta ahora teníamos asumido el uso del fuego como herramienta para ganarle terreno a la selva, en busca de amplios terrenos para la ganadería o en los que plantar soja o palma, principalmente. Ahora sabemos que la deforestación, sea cual sea su causa, provoca incendios y crea las condiciones ideales para que se originen en lugares húmedos de la selva tropical donde nunca antes se habían producido. Deforestación, expansión de tierras de cultivo y ganadería e incendios van de la mano, apoyados en condiciones meteorológicas más exigentes le ganan terreno a la selva y auguran una posible transformación en la selva tropical hacia un ecosistema de matorral tropical alternativo.
Esta es una de las conclusiones de un estudio realizado por Centro de Ciencia y Tecnología Forestal de Cataluña CTFC, la Universitat de Lleida (UdL) y la Universidad de Purdue de Estados Unidos. A través de la teledetección han comprobado la relación entre la cobertura del suelo y los incendios de 2019 en la selva amazónica.
“Si continúan las tasas actuales de deforestación y patrones de tala, muchos bosques tropicales húmedos podrían enfrentar un cambio de régimen inminente hacia un estado de ecosistema de matorral tropical alternativo”, afirma el artículo publicado en la revista Environmental Research Letters, bajo el título Recent deforestation drove the spike in Amazonian fires.
Según los datos del estudio, realizado desde el 26 de septiembre de 2018 hasta el 25 de septiembre de 2019, más de 92.000 km² de bosques tropicales húmedos se vieron afectados por incendios, 69.000 km² en la cuenca del Amazonas.
Superpusieron los registros espaciales de ocurrencia de incendios de 2019 con mapas de pérdida anual de bosques para comprobar que “el 85 % de los incendios que se produjeron en 2019 dentro del bosque húmedo tropical amazónico ocurrieron en áreas deforestadas en 2018 (figura 1). Menos del 1 % de los incendios se propagaron a áreas donde no se ha producido pérdida de bosques desde 2000”.
El 85 % de los incendios que se produjeron en 2019 dentro del bosque húmedo tropical amazónico ocurrieron en áreas deforestadas en 2018
Por países, los que tuvieron los valores más altos fueron Perú, con el 95% de los incendios en áreas deforestadas en 2018; Colombia con el 91% y Brasil con el 88 % de los incendios en áreas deforestadas en 2018.
Hicieron también el análisis en el resto América del Sur para comparar si sucedía lo mismo en otros ecosistemas. La conclusión es que “el efecto de la deforestación sobre la actividad de los incendios en el bosque húmedo tropical fue más importante que en el resto biomas de América del Sur” (figura 1).
En las sabanas tropicales y templadas los incendios afectaron a un 35 % de zonas previamente desmontadas, y en las zonas de matorrales mediterráneos montanos esto sucedió en el 14 % de la superficie quemada el año anterior, se trata de zonas “donde la conversión a áreas agrícolas es menor que en los bosques tropicales húmedos”.
Cambio de uso y cambio climático
Una de las consecuencias de la deforestación es la disminución de la humedad del combustible, el aumento de la temperatura local y de la velocidad del viento. Según Adrián Cardil, autor principal del artículo y Sergio de Miguel, ambos del CTFC en el Global Forest Biodiversity Initiative GFBI “la deforestación junto con sequías extremas pueden crear las condiciones necesarias para la expansión del fuego en áreas históricamente intactas del Amazonas, agravando la conversión de la cobertura e incluso creando un peligroso ciclo de retroalimentación”.
La ganadería y la plantación de soja son las dos principales causas de deforestación en las selvas tropicales (7.500 km² solo en 2018). “El desmonte y el desarrollo de infraestructuras de transporte contribuyen a mejorar el acceso a las áreas forestales, la pérdida de la cubierta del dosel y una mayor inflamabilidad del combustible. Junto con un potencial creciente de eventos climáticos extremos, esto puede crear una tormenta perfecta para la transformación acelerada de los bosques húmedos tropicales en tierras de cultivo y, posteriormente, en vegetación de matorral tropical tras el abandono del uso de la tierra agrícola” (figura 2).
“La deforestación junto con sequías extremas pueden crear las condiciones necesarias para la expansión del fuego en áreas históricamente intactas del Amazonas, agravando la conversión de la cobertura e incluso creando un peligroso ciclo de retroalimentación”.
El análisis de los datos los lleva a concluir que “la tendencia actual de deforestación, expansión de incendios y degradación forestal puede causar cambios catastróficos en la Amazonía”: pérdida de biodiversidad; emisión de grandes cantidades de carbono a la atmósfera y modificación del régimen hidrológico, fundamental en la dinámica climática regional y global además de sustentar la producción agrícola en las áreas productivas de Brasil, el segundo mayor exportador mundial de alimentos. “La reducción de la cobertura forestal y los cambios en el uso de la tierra en la Amazonía pueden crear un efecto en cascada que altere por completo el ciclo del agua, el clima y la seguridad alimentaria del planeta”, sentencia el artículo.
Posibles Soluciones
La pérdida de bosques y la expansión agrícola de los últimos años hace pensar a los investigadores en “una incidencia de incendios aún mayor en el bosque húmedo tropical del Amazonas en los próximos años”.
No es un problema exclusivamente de incendios, lo es de tala ilegal y usurpación de tierras, de falta de voluntad pública y de políticas relevantes.
En su opinión, la solución puede venir por políticas que incentiven “la conservación de los bosques y limiten la expansión humana y la deforestación, en lugar de basarse en la supresión. La compleja economía informal que se ha establecido en muchas de las regiones fronterizas agrícolas ha prosperado gracias a la débil presencia del compromiso público y la aplicación de la ley”.
Dada la enorme cantidad de carbono que fija la selva amazónica, su importancia como refugio de biodiversidad (se calcula que entre la mitad y dos tercios de las especies del mundo), y su capacidad como regulador climático, “se necesitará un compromiso político regional e internacional en gobernanza y socioeconomía para abordar la deforestación”. Para los autores, son necesarias “políticas de manejo forestal integrado, incluida la regulación ambiental y económica, la integración social de las partes interesadas y las prácticas forestales sostenibles en toda la región amazónica”.
Conseguir la participación social en estas políticas requerirá, en su opinión, del «fortalecimiento de las estructuras de educación, salud pública y seguridad. El desarrollo socioeconómico sostenible parece imperativo para prevenir la tala ilegal, la protección de los derechos de tenencia y la gobernanza de la tierra de los indígenas, así como el desarrollo sostenible de los sectores agrícola y forestal”.