Hoy se cumplen cuatro años del asesinato de Francesc Xavier Ribes Villas y David Iglesias Díez, agents rurals de Lleida, en acto de servicio.
Sus compañeros han querido hacerles un homenaje con un video para mantener su memoria y recordar a la sociedad, de paso, el trabajo de servicio público que realizan los agentes forestales o medioambientales en toda España.
Xavier y David fueron a hacer un control rutinario de caza, según cuenta Aminta, la Asociación de ayuda a huérfanos de Agentes Forestales y Medioambientales. “Iniciaron las inspecciones en el término municipal de Aspa, comarca del Segrià. Unos puestos de zorzales en un olivar joven les llamaron la atención, y acudieron a uno de ellos donde se encontraba el cazador que acabaría con su vida”.
El asesino tenía 28 años y no había pagado la licencia del coto de caza, según Aminta. Con una escopeta del calibre 12 disparó un tiro en la cabeza a cada uno de los agentes y “un segundo disparo cuando yacían en el suelo”.
Francesc Xavier Ribes Villas tenía 43 años, dejó viuda y un hijo de 10 años.
David Iglesias Díez tenía 39 años, dejó viuda y una hija de 7 años.
Mariquilla Madruga, una joven e impactada agente del Medio Natural de Extremadura, escribió unas líneas emocionadas en aquellos momentos. Fue un desahogo espontáneo ante una dolorosa noticia. Rescatamos este texto, que nunca publicó Mariquilla, como recuerdo de Xavier y David y como testimonio de los sentimientos de muchos agentes en aquellos momentos.
A los compañeros David y Xavier

Homenaje de Mariquilla en las Hurdes (Extremadura) en el momento que conoció la noticia del asesinato de Xavier y David
Hoy es de esos días en los que te planteas si has elegido bien la profesión o si, por el contrario, habría sido mejor luchar contra tu vocación y dedicar tu vida laboral a otro oficio menos peligroso. Es veintitrés de enero de 2017. Desde Cataluña me llega la peor noticia para comenzar una jornada de trabajo. Dos compañeros, agents rurals de Lleida, han sido asesinados mientras realizaban un control rutinario de caza. Parece mentira, ¿verdad? Pues a veces la realidad supera la ficción.
David y Xavier, han salido, como cualquier día de trabajo, al campo. Hoy su cometido era el control de la actividad cinegética. Pero la mala suerte ha hecho que en su camino se cruzara un cazador sin alma. Las noticias que nos han llegado es que los dos agentes le han pedido que les mostrara la documentación necesaria para la práctica de la caza. Él, sabiendo que estaba incumpliendo la legislación sobre caza y sin mediar palabra, ha apuntado con su escopeta de caza y disparado a los dos agentes. Ambos han fallecido en el acto.
Estos dos compañeros dejan esposas e hijos. Dejan una vida llena de sueños, llena de esperanza. Dejan una profesión vocacional. Dejan una herida difícil de cerrar.
Y a mí me deja llena de miedo porque podría haber sido yo. Pánico porque, en otra ocasión, podemos ser cualquiera de los compañeros y compañeras que formamos este colectivo en toda España los que estemos frente al gatillo de un desequilibrado.
Siento una profunda tristeza dentro de mí, que supongo, es la que me hace plantear si he elegido correctamente este noble oficio.
A esta pena se suma la desunión que vivo por parte de los compañeros y compañeras, el abandono que percibo por parte de la Administración regional hacia nuestro colectivo y la soledad que estoy sintiendo ahora mismo. Estoy en medio de la sierra, en un bosque cualquiera de Extremadura, a la espera de la convocatoria para guardar cinco minutos de silencio por la pérdida de estos dos compañeros.
Y como la vida es imprevisible, con penas y alegrías que aparecen a su propio capricho, mientras trascurren estos minutos de silencio, recibo la llamada de mi hermano para anunciarme que ha ganado una plaza de profesor asociado en la Universidad de Extremadura. Una plaza por la que lleva luchando un tiempo.
La alegría que aflora en mi es muy grande, pero la pena que siento me impide disfrutarla como se merece la noticia. Mi hermano Miguel, tan luchador, tan trabajador y tan gran profesional es digno de ese triunfo.
Y desde aquí, desde lo alto de tierras hurdanas, sigo con mi pequeño homenaje a mis dos compañeros. Un homenaje desde mi bolígrafo y mis letras, desde una pista cualquiera de un monte extremeño, desde un día cualquiera de trabajo, bajo el sol que ellos ya no podrán disfrutar. Vaya desde aquí el reconocimiento de una inexperta y triste agente del Medio Natural, con ganas de luchar por el colectivo, buscando fuerzas para defender la naturaleza, con ilusión de venir cada día a Las Hurdes y volver, volver feliz a casa, después de cada jornada de trabajo.
¡Qué nadie me quite las ganas de ponerme las botas cada día! D.E.P. compañeros.
Mariquilla
@Maria_Madruga_