Entrevista a María Antonia Rubio Sánchez (Toñi), bombera forestal
“Siempre decimos: salimos y volvemos todos. Hay que ir, apagarlo con cabeza y volver”
Toñi trabaja como especialista en la brigada de refuerzo contra incendios forestales (BRIF) de Lubia. Es la más veterana de la base, tiene cincuenta años de energía y vitalidad. Lleva desde 2009 dedicada a los incendios forestales y tiene el convencimiento de que este es el trabajo de su vida.
“He hecho de todo, soy auxiliar de clínica, he trabajado de dependienta, de carnicera y he tenido una explotación de ganado vacuno durante 12 años. Es un trabajo muy sacrificado en el que no ganas lo que deberías ganar. Lo hace quien tiene sus propias dehesas y no tiene que pagar un alquiler elevado por los pastos. Ochenta animales daban para un sueldo al mes, no puedes pagar a nadie y necesitas ayuda. Si, además, tienes la mala suerte de que el ganado contraiga una enfermedad, te matan vacas y no te dejan vender, entonces te ahorcan”.
Así que, después de pasar por distintas experiencias laborales, empujada por su hija probó fortuna en la extinción de incendios. “Mi hija estudiaba en la Escuela de Capataces de Almazán y estuvo trabajando tres años en una brigada helitransportada en Taniñe (Soria). Me animó a que probase porque me decía “te gusta el monte y volar”. Y me alegro muchísimo de que me animase. Solo puedo decir que mi trabajo me encanta”.
Reconoce que nunca pensó que se dedicaría a trabajar en incendios, pero ahora le cuesta ni siquiera imaginar que tenga que hacer otra cosa. “Me tira el monte. Si tuviera que ejercer de auxiliar lo haría, pero al que le gusta el monte…” y deja la respuesta en el aire para que lo imagine quien la oye.
Toñi podría ser perfectamente el ejemplo de muchas personas que viven en un entorno rural: emprendedora y con capacidad para adaptarse a las circunstancias y trabajar en distintas ocupaciones. Ahora lo llaman resiliencia, pero es lo mismo que han hecho una generación tras otra en todos los pueblos. Nació en Quintanarejo, un pequeño pueblo al lado de Vinuesa, “donde todo es monte”. Pero la vida “y mi marido”, la llevaron hasta Buitrago, “un pueblo donde todo es cereal, así que o te dedicas a la agricultura o no haces nada”. La semilla del monte la llevaba dentro, esperaba su momento para brotar.
A Toñi no se le pasa por la cabeza que hombres y mujeres no sean iguales en su trabajo, aunque recuerda la primera vez que se acercó, “hace quince años”, a pedir trabajo en una brigada. “Me recibió una chica y me dijo “no te cojo porque eres una chica”. Ahí es donde salió mi cabezonería porque las chicas podemos hacer cualquier cosa. Quizás fuese su problema, ella no podría, pero yo jamás he tenido ningún problema en trabajar en esto. Todo el mundo puede hacer de todo intentándolo. En un conjunto, como somos nosotros en la BRIF, todos aportamos. Habrá cosas que se den mejor a unos, o a otros, pero todos juntos hacemos el trabajo”.
Desde el 1 de junio hasta el 30 de octubre Toñi, con sus compañeros, se centra en la extinción de incendios con la helitransportada BRIF de Lubia. “Trabajamos en toda España. Cuando suena la sirena, te montas en un helicóptero y vas donde te toque. Al que le guste volar es una experiencia muy bonita. Pero, hay que reconocer que, desde el momento que te montas en el helicóptero hasta que vuelves del incendio, hay riesgos”.
¿Se piensa en ellos cuando vas en el helicóptero camino de un gran incendio?
“No. Desde el primer momento nuestro técnico nos explica dónde vamos, qué vegetación encontraremos, si hay alguna población cerca, las condiciones generales, lo que menos piensas es en el riesgo. No puedes confiarte nunca, pero vas muy ilusionada”.
Suena la sirena en la base y la adrenalina se dispara. “Depende de las veces que suene ya sabes si te quedas en Soria o vas fuera. Y lo cierto es que estás deseando irte fuera. Entrenas todos los días para estos momentos. No quieres que se queme nada, pero estás deseando trabajar porque entrenas para cuando sucede un incendio. De alguna manera estás deseando salir y apagar bien tu fuego”.
No quieres que se queme nada, pero estás deseando trabajar porque entrenas para cuando sucede un incendio. De alguna manera estás deseando salir y apagar bien tu fuego
Durante el resto del año la motosierra y la desbrozadora son las herramientas principales. Trabajos de desbroces, podas, reparación de cortafuegos y quemas prescritas ocupan la mayor parte del tiempo durante el invierno. “Se trata de evitar condiciones que favorezcan un gran incendio, de prevenir”.
¿Cómo es la convivencia dentro de una BRIF?
“Quien no lo viva no puede entenderlo. La unión que hay ahí es enorme. Si no hay unión apagar un incendio es difícil. Somos una piña y no puede fallar nada. Tengo que cubrir las espaldas y me la tienen que cubrir. Debo confiar muchísimo en el que va delante y en el que va detrás de mi. Siempre hay algún compañero que te empuja desde abajo o te da la mano desde arriba”.
Si no hay unión apagar un incendio es difícil. Tengo que cubrir las espaldas y me la tienen que cubrir. Debo confiar muchísimo en el que va delante y en el que va detrás de mi. Siempre hay algún compañero que te empuja desde abajo o te da la mano desde arriba
Le insisto a Toñi en que la convivencia durante mucho tiempo con las mismas personas en una base puede provocar roces, a ver si, raspando un poco esa vitalidad optimista que refleja al hablar de su trabajo, consigo encontrar algo con lo que no esté tan feliz. “Con los compañeros que tengo no he tenido nunca una discusión fuerte. Los más jóvenes a la hora de correr pueden recorrer más metros que yo en el mismo tiempo, pero para llevar una mochila o la herramienta, por ejemplo, la lleva el que está más descansado, o puede más en ese momento. Cada uno aportamos algo diferente dentro del equipo”.
A Toñi le cuesta elegir el momento más más peligroso en un incendio y enumera unos cuantos.
“No te puedes confiar nunca en un incendio. El que ves más sencillo es el que más problemas te puede causar. Cuando se trata de un incendio provocado nunca sabes hasta dónde puede llegar y si te puedes encontrar una encerrona.
Te puedes encontrar un desprendimiento de piedras; el desembarco del helicóptero puede ser otro momento peligroso porque no sabes dónde se podrá realizar; y cuando se hace de noche, y te quedas en el incendio, es siempre un peligro porque no ves igual que por el día y no sabes lo que te vas a encontrar”.
No te puedes confiar nunca en un incendio. El que ves más sencillo es el que más problemas te puede causar
Muchas de esas situaciones podrían hacer pensar a cualquiera esto no es para mi. “Los que trabajamos en incendios no pensamos en el riesgo, pensamos en hacer nuestro trabajo y ya está. Los técnicos miran por tu seguridad, y el capataz que lleva la cuadrilla está pendiente de que nunca quede nadie atrás. Además, mientras apagas el incendio, estás alerta por ti y los compañeros que trabajan contigo. Siempre decimos: salimos y volvemos todos. Hay que ir, apagarlo con cabeza y volver”
Precisamente un desprendimiento fue el susto más grande que tuvo en un incendio.
“Llegamos en línea al frente y, mientras nos preparábamos para ponernos a picar, oímos el chillo de una chica y vimos lo que pasaba, rodaba hacia nosotros una roca enorme. Quedó gente detrás, otros quedamos en medio, pero la suerte que tuvimos es que se rompió antes de llegar. Ese día llegué con mal sabor de boca a casa. Aunque todos los ojos vayan buscando siempre el peligro, hay cosas que, por mucho que mires y estés alerta, no puedes ver”.
¿Llevas bien lo de montar en el helicóptero?
“A mi me encanta, aunque esos aparatos también caen, pero confías en la tripulación muchísimo, son gente muy experta. Lo que no quiero es caer al agua, nado fatal, ya se lo he dicho, al agua no”.
¿El incendio del que saliste más satisfecha por el trabajo realizado?
“Todo el incendio que lo dejas apagado y volvemos todos juntos ya te deja satisfecha. Pero ese incendio que amenaza una cosecha, una granja, o una población y llegas a tiempo son los que te dejan mejor. Pero todos los incendios son iguales, uno de tres hectáreas se te puede convertir en 300 si no llegas a tiempo”.
¿Tiene algo especial ser la más veterana de la brigada?
“Yo me siento joven. Pero tengo que reconocer que cuando los más jóvenes se ponen a correr van como galgos, hasta con cara de felicidad, ¡pero si no sufren! Es bonito trabajar con los jóvenes, nosotros aportamos unas cosas, pero ellos nos dan esa alegría y esa vitalidad de trabajar. Por la edad no me he sentido mal en ningún momento. Mientras físicamente nuestro cuerpo pueda no hay problema. Pero reconozco que me da miedo hacerme mayor, no poder continuar con lo que estoy haciendo”.
Mientras físicamente nuestro cuerpo pueda no hay problema. Pero reconozco que me da miedo hacerme mayor, no poder continuar con lo que estoy haciendo
EPI, mochila, mínimo dos litros de agua, un bocadillo y avituallas por si no les pueden atender a tiempo, más la herramienta, es el equipo que llevan a cuestas, alrededor de 20 kilos. “A veces el helicóptero te deja cerca del incendio, pero otras hay que patear bastante para después trabajar en pendientes elevadas, con terreno difícil y muchas horas. Es imposible que las rodillas y la espalda no se resientan. El problema de la BRIF es que hay algunos puestos de segunda actividad, pero hay que llegar en buenas condiciones a ese puesto”.
¿Crees que puedes inspirar confianza a los más jóvenes?
“Los que entran nuevos se arriman más al veterano pensando que tienes más experiencia, pero una vez te pones a trabajar somos todos iguales, con más años o menos, chica o chico. Una de las cosas que más me gusta de este trabajo es la igualdad entre todos los compañeros”.
Los que entran nuevos se arriman más al veterano pensando que tienes más experiencia, pero una vez te pones a trabajar somos todos iguales. Una de las cosas que más me gusta de este trabajo es la igualdad entre todos los compañeros
¿Qué se pasa por la mente cuando os acercáis a un gran incendio forestal desde el helicóptero y ves la fuerza que va tomando por instantes?
“Vas con ganas de apagar el incendio, tienes ganas de llegar. Yo creo que lo que más nos gusta a todos es trabajar con el batefuegos, apagar el fuego. Pero, a veces, cuando ves que un incendio no tiene mucha llama y ves el terreno, piensas: ¡vaya paliza que me voy a meter haciendo líneas de defensa!. Qué le vamos a hacer, también forma parte de nuestro trabajo, lo importante es dejarlo bien apagado y volver todos a casa”.
Toñi habla con emoción de su trabajo como si fuese ayer la primera vez que se subió a un helicóptero y apagó un incendio, ni se le pasa por la cabeza hacer otra cosa. Cada persona descubre su verdadera vocación en un momento de su vida. Pero es consciente de que también ella cumple años y, aunque, valiente como es, dice que se subiría al helicóptero “con una garrotilla”, después reconoce que “una persona con 65 años no se puede estar subiendo a un helicóptero. Pero sí que podemos hacer en el monte lo que hacemos durante el invierno, cortar, desbrozar y prevenir. Hay mucho por hacer. Necesitamos más puestos de segunda ocupación, pero yo no pienso abandonar, voy para adelante. Espero ser una abuela en la BRIF”.
Lo de abuela no es en sentido figurado porque tiene dos nietos: Nuane, de cuatro años, y Anzo, de uno. “Me casé muy joven”, aclara enseguida. Nuane sabe a lo que se dedica Toñi “cada vez que ve un helicóptero dice: mi abuela va ahí arriba montada”.
Sus dos hijas han trabajado en incendios. La mayor incluso compartió cuadrilla con Toñi en la helitransportada de Taniñe, aunque ahora tienen otras ocupaciones.
Esta familia por si sola destroza todas las estadísticas de presencia femenina en la extinción de incendios. ¿por qué hay tan pocas chicas?
“Porque muchas piensan que no podrían hacer el esfuerzo físico que requiere. Están equivocadas, solo hace falta entrenar un poco, cuidar la alimentación y querer hacerlo, cualquiera puede si le gusta el monte y la naturaleza. Que las chicas se animen, solo hay que querer trabajar”.
Entre tanta descarga de adrenalina también hay “momentos de emoción cuando has vivido situaciones de peligro y ves que todo ha salido bien. Cuando estás con compañeros que sienten como tú que forman parte de un equipo, que han trabajado bien, que nadie se esconde y tu técnico te felicita por el buen trabajo es una satisfacción enorme para volver a casa”.
Curioso trabajo en el que se dejan todas las fuerzas y un sencillo sentimiento de orgullo de grupo recarga las pilas emocionales. Hasta el siguiente incendio. “Pero el siguiente nunca es en la playa, y mira que se lo digo, llevadme alguna vez a la playa, pero no hay forma, siempre a la montaña, a trabajar”, se lamenta irónica Toñi con una sonrisa en la cara.
Gracias por dar visibilidad a las mujeres!
Como bomberas forestales, necesitamos el apoyo de los medios para conseguir referentes que animen a más mujeres a formar parte de esta profesión tan apasionante.
Ese es el espíritu!
Gran artículo! Una Luchadora ???