Y, por fin, Raúl Quílez recibió su premio Batefuegos de Oro 2020
Hacía diez meses que Raúl Quílez había obtenido el premio Batefuegos de Oro 2020 pero aún no había recibido la estatuilla que lo demuestra. Pandemia, cierres perimetrales, nuestro deseo de darle el premio personalmente y circunstancias adversas varias habían impedido hacerle entrega del reconocimiento. Hasta que llegó el momento, en Valencia, frente al mar en el barrio de la Malvarrosa, en una jornada especialmente agradable por la temperatura, el ambiente y la compañía.

Isabel Poza, Raúl Quílez y Miguel Ángel Porrero en el momento de entrega del premio Batefuegos de Oro 2020
Llevábamos tiempo buscando el momento de encontrarnos en persona con el Batefuegos de Oro 2020. Raúl Quílez es una referencia profesional en el mundo de los incendios forestales en España, charlar distendidamente de esto y aquello, de todo y de nada, siempre alrededor de los incendios forestales es una oportunidad que no se puede dejar pasar.
Alrededor de una mesa, con una buena paella en el centro, la conversación fluye rápida, sincera y alegre. Miguel Ángel Porrero, presidente del Observatorio Social el Batefuegos de Oro, Isabel Poza, secretaria de OSBO, y Raúl empiezan recordando lugares, estudios, amigos y compañeros comunes. Enseguida surgen nombres de gente que ya no está, se recuerda su valía y se lamenta su pérdida.
La conexión es fácil, con unos años de diferencia, se comparte la experiencia y la sensación de ser pioneros, de haber participado en el nacimiento de una especialidad que entonces no era tal y que, con el paso de los años, ha dado prestigio internacional a sus profesionales.
Y surgen muchas anécdotas. Sobre pilotos rusos de helicópteros que no hablaban ni una palabra en español cuando llegaban en verano y combatían las llamas como si fuese su país; de modelos de helicópteros en los que había que volar con la puerta abierta y de otros, cargados con la helitransportada y todo su equipo, en los que había que aguantar la respiración para “ayudarle a levantar del suelo”, porque andaba algo justo de potencia.
Se recuerdan los incendios que duraban una semana, al igual que ahora, aunque todavía no pertenecían a ninguna generación, y en los que “nadie se marchaba, aunque hubiese superado las horas, hasta que no llegaba otro turno a relevarle para continuar en el mismo punto que lo dejábamos y no perder lo trabajado”, recuerda Isabel.
Se habla de lo vivido, no con nostalgia, sino “como recuerdo de dónde se partió, reconocimiento de dónde estamos y proyección para el futuro”, asegura Raúl. Es imposible no hablar de determinadas bases; de las primeras helitransportadas, de cómo se hacían las predicciones y los primeros análisis de riesgo, de la formación que, de la mano del Ministerio y Eimfor, trajo a los mejores especialistas norteamericanos para formar a una nueva generación de profesionales.
No son batallitas de veteranos de guerra, esto sucedió anteayer, en los años 80 y principio de la década de los noventa. El tiempo ha pasado demasiado deprisa, pero “lo mejor está siempre por llegar”, coinciden los tres.
“De Estados Unidos vino una ola a España y con el paso de los años les hemos devuelto un tsunami. ¿Quién podía pensar que algunos de aquellos profesionales acabarían siendo una referencia internacional?” se pregunta Raúl. Aquellos cursos marcaron un antes y un después.
Hablan con la pasión de quien está enamorado de su profesión: de hacia dónde puede evolucionar, del papel y la responsabilidad de España como referencia técnica y profesional para muchos países; del tipo de incendios que viene, fruto de otra sociedad, otra economía y otras condiciones naturales.
Yo solo escucho, aprendo y me empapo de su experiencia. No tomo notas, no me daría tiempo y no es el momento, solo disfruto de una conversación plagada de anécdotas, de datos, de ideas y de nuevos proyectos con la intención de mejorar la respuesta y la seguridad del operativo, de seguir aumentando el conocimiento y las herramientas de los profesionales que combaten los incendios.
Pero eso es otra historia y ya tendremos tiempo de profundizar en ella. Ahora es el momento de darle el reconocimiento de la profesión: el Batefuegos de Oro 2020. ¡Enhorabuena!