El pino canario, el árbol que le gana al volcán
El volcán de La Palma vuelve a dar al ser humano su verdadera dimensión frente a la naturaleza. Su fuerza es tan brutal, salvaje y desmedida que no tenemos medio de frenarla. Toda nuestra tecnología nos sirve para intentar anticiparnos a sus efectos, evitar riesgos y poder salvar a las personas. No es poco, pero siempre nos tuerce el brazo si es un pulso de fuerza: la lava camina imparable y arrasa lo que encuentra en su trayecto. Una vez más, el tiempo y la evolución de la naturaleza le ganarán la partida a la catástrofe. En esa evolución, el héroe local es el pino canario, una especie capaz de vivir donde otros árboles no podrían ni acercarse.

Toma de muestras de los especialistas del Instituto Volcánico de Canarias en Cumbre Vieja. Al fondo un pinar de pino canario sobre lava de antiguo volcán. Foto INVOLCAN
Adaptado a vivir con el fuego y los volcanes, el pino canario es un endemismo de las islas al que algunos autores han calificado de fósil viviente, como representante de un pino ancestral cuyos fósiles están presentes en todo el Mediterráneo.
Su fuerza, menos explosiva y ostentosa que la de un volcán en erupción, pero igualmente poderosa, está en su capacidad de adaptación a condiciones de vida muy exigentes. Ha hecho de la necesidad virtud: adaptarse o morir.
La característica que lo hace especial frente a otros pinos es su capacidad para rebrotar del tronco quemado, de un tocón o de cepa. De ahí que sea el árbol mejor adaptado a vivir en un ecosistema volcánico o a rebrotar tras un incendio de los que tenemos en la geografía nacional. No es la única especie capaz de hacerlo, también hay pinos tienen esta característica en ambientes subtropicales de Méjico y EEUU (Pinus leiophylla y P. echinata) y Pinus rigida, especie típica de arenales costeros del este de EEUU.
Pero, aunque sus condiciones para la regeneración natural son excelentes, no es siempre cosa sencilla, depende de bastantes variables en función de la semilla, de la edad de las plantas y de las condiciones de agua y luz en las que debe desarrollarse.
Está documentado cómo su adaptación a condiciones muy exigentes hace que potencie una raíz pivotante más fuerte y de mayor tamaño junto a hojas esclerófilas o propias de vegetación con escasos recursos hídricos.
En la zona donde está la boca del volcán es una zona intermedia en la que el pinar de pino canario está más abierto que en altitudes mayores o en el norte de la isla. «En el lugar de la erupción el pino canario convive con otras especies más propias de la costa como el tabaibal cardonal», afirma David Ramírez, decano del Colegio de Ingenieros Técnicos Forestales en las Islas Canarias.

Pinar de Pilancones 1100 m.s.n.m. (T.M. S.B. Tirajana) Autor David Ramírez
“La zona de costa ha sido tradicionalmente la más poblada en las islas y, por tanto, su vegetación es la que más ha sufrido la presencia y presión humana. A mayor altitud el pinar es más denso, a medida que desciende de altitud pierde las condiciones favorables. Aunque será capaz de vivir en zonas volcánicas la regeneración tardará siglos. El pino canario es nuestro paladín, el héroe canario”, sentencia David Ramírez.
Entre las características que le permiten convivir con el fuego se encuentran: una gruesa corteza, de 3 a 5 cm es lo habitual, aunque puede llegar a medir 18 cm en los ejemplares más grandes y longevos; el ya citado rebrote; su elevada altura con las copas bien alejadas del suelo para evitar el fuego; las acículas largas y las piñas serótinas (capaces de mantenerse cerradas durante mucho tiempo, sin soltar las semillas, hasta que el calor de un incendio las hace abrirse).
“El pino canario es un árbol que por lo general mide entre 15 y 25 m de altura y su tronco entre 0,5 y 1 m de diámetro, aunque puede sobrepasar los 60 m de altura y los 2,5 m de diámetro”, lo describe David.
Que sea capaz de regenerarse tras incendio no significa que pueda sobreponerse a sobreexplotación. De hecho, no podía regenerarse de forma natural a la velocidad que necesitaba la sociedad canaria tras la colonización europea, sobre todo entre los siglos XVI y XVIII. “A finales del siglo XIX y principios del XX hubo que hacer trabajos de repoblaciones para acelerar el proceso natural de recuperación”, afirma David Ramírez.
Su capacidad para retener suelos en pendientes muy elevadas, como suele haber en numerosas zonas de las islas canarias, le convierten en el aliado perfecto para evitar erosión y pérdida de suelo fértil.
Pero es desde los años 40 del siglo XX cuando se produce la gran recuperación a partir de las repoblaciones de Patrimonio Nacional. Los distintos inventarios forestales nacionales muestran su evolución favorable a partir de entonces, principalmente en altitudes alrededor de los 1.200 metros.
Regeneración

Foto David Ramírez
Sus semillas aladas, las segundas más grandes de los pinos mediterráneos tras las de Pinus pinea, se han relacionado con una gran capacidad colonizadora para recorrer grandes distancias, tanto por aire como por agua.
Comentan J. Climent, R. López, S. González, L. Gil, que la producción de semilla comienza entre los 15 y 25 años y que no suele ser muy abundante, excepto en ejemplares de gran copa. La floración se puede producir desde febrero a mayo, en función de la climatología. Aunque su maduración es bienal y la diseminación se produce durante el tercer verano, son frecuentes las piñas serótinas que permanecen cerradas hasta 10 o 12 años.
Será el fuego y sus altas temperaturas quienes hagan que las piñas se abran y diseminen sus semillas. Que tengan éxito en su germinación dependerá también de que el fuego haya eliminado la gruesa capa de acículas que cubre el suelo y dificulta que la semilla agarre. De ahí que las quemas controladas, que eliminan esa pinocha, sea uno de los tratamientos que mejor se adapta a la gestión de estas masas y a la prevención de incendios forestales.
Esta serotinidad han observado distintos autores que es más marcada en pinares en zonas húmedas, con más vegetación, “precisamente donde los incendios son más intensos y recurrentes por la mayor acumulación de biomasa” (Climent et al., 2007)
Además de la espesura de la capa de acículas que hay en el suelo, su germinación necesita de abundante luz para lograrlo, por lo que parece ser que la regeneración natural se da mejor en pinares no muy cerrados y con cierta disponibilidad de agua. La falta de agua en verano o el frío en invierno suelen ser la causa de la muerte de las plantas más jóvenes.
Imagen del volcán de Cumbre Vieja el lunes 4 de octubre de 2021 en la que se puede ver los pinares de pino canario en la cumbre sobre lava de anteriores erupciones
Principales usos
Cuentan Eduardo López, José M. Climent y Gregorio Montero que los principales usos del pino canario han sido la madera, comercializada como pino blanco y como pino tea, “siendo esta última la más apreciada de todas por su coloración pardo- rojiza y por su gran durabilidad al ser prácticamente imputrescible”.
Otro uso que se le dio a la madera fue la fabricación de cajas para transporte de frutas. Estos aprovechamientos ya han desparecido y la gestión de la especie está dirigida a su conservación más estricta.
Entre los siglos XV y XVIII se aprovechó la pez para el calafateado de los barcos. La enorme cantidad de resina de esta especie provocó su sobreexplotación. Los troncos se quemaban y enterraban en hornos en el suelo del que se extraía la brea que, junto con la estopa, cerraba las juntas e impedía que entrase el agua en los barcos.
Tradicionalmente la pinocha se utilizaba como cama para el ganado y los piñones fueron alimento.
Hoy día el pino canario proporciona servicios ecosistémicos como fijación de carbono, paisaje, lucha contra la erosión o captación de agua mediante la condensación de la niebla en gotas que alcanzan el suelo. “Una selvicultura que maneje de forma adecuada la densidad de las masas, y su estructura, favorecerá el incremento de agua interceptada» (Aboal et al., 2000).
El pino canario en La Palma

El Pino de la Virgen en La Palma. Foto Gobierno Canarias
La “isla bonita” ofrece uno de los mejores ejemplos de pinares de Pinus canariensis, es la isla que más superficie tiene de esta especie. En el parque nacional de la Caldera de Taburiente sus pronunciadas pendientes las ocupan un extenso y espectacular pinar. Mientras, en el parque natural de Cumbre Vieja, donde se encuentra el volcán que desde hace dos semanas expulsa lava y ceniza y ha destruido cerca de 900 viviendas, ocupa extensas superficies principalmente en su cumbre.
En este parque natural, donde se ubican buena parte de los cráteres de erupciones de los últimos 500 años, crece un enorme pinar sobre los campos de lava que un día expulsaron.
No son los únicos ejemplos, el pinar de la Garafía tiene una reserva integral de aproximadamente 1.000 ha de pino canario.
Otro ejemplo muy especial son los pinares de El Paso, cuyo término municipal alberga 7.000 ha de pino canario. Allí se encuentra el árbol singular del Pino de la Virgen, un ejemplar de pino canario de más de 32 metros de altura y un tronco con un radio de 1,20 m. La primera referencia que se tiene de él es con la llegada de los castellanos a las islas en 1492.
Cuenta la historia que un soldado encontró una imagen de la virgen María en su tronco, aunque otras fuentes aseguran que se trataba de un pino ya venerado incluso antes de la llegada de los castellanos.
Referencias
– J. Climent, R. López, S. González, L. Gil El pino canario (Pinus canariensis), una especie singular. Revista Ecosistemas 16 (1): 80-89. Enero 2007. Asociación Española de Ecología terrestre.
– Eduardo López, José M. Climent, Gregorio Montero. Selvicultura de Pinus canariensis. Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA).
– About J.R., Jiménez M.S., Morales D., Gil P., 2000. Effects of thinning on throughfall in Canary Islands pine forest – the role of fog. Journal of Hydrology. 238 (2000), 218-230.