Soy forestal para entender mi entorno y mi territorio

Marta Corella Gaspar, Mención de Honor del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales de 2021. Ingeniera forestal y alcaldesa de Orea (Guadalajara)

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Marta Corella en la recepción de la Mención de Honor del COITF

Recoger la Mención de Honor de mi propio colegio profesional es un gran honor y un reconocimiento que nunca pude imaginar.

Estudié Ingeniería forestal porque quería entender. Entender mi entorno y entender qué pasaba para que un territorio con tantos recursos se fuera marchitando a pasos agigantados, hasta el punto de poner en peligro su futuro. Realmente fue la mejor elección que pude hacer.

Entonces, los movimientos ecologistas nos sonaban lejanos. Y ahí es donde se pinchamos de pleno, porque dejamos que, durante una etapa tras otra de la educación, se mostrara que cortar un árbol era un asesinato, que había árboles buenos y malos y que en España no había otra cosa que encinas. Este fue nuestro primer gran error y ahí está el primer gran reto: la educación y la formación.

Dejamos que, durante una etapa tras otra de la educación, se mostrara que cortar un árbol era un asesinato, que había árboles buenos y malos y que en España no había otra cosa que encinas. Este fue nuestro primer gran error y ahí está el primer gran reto: la educación y la formación

Siempre tuve claro que quería vivir en mi pueblo y eso me obligó a emprender y renunciar a opositar, que era lo normal entonces, ya que eso implicaba no poder vivir en mis amadas montañas.

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Pinar y torre de vigilancia en Orea. Foto Juntos por los Bosques

Aún hoy quien tiene la responsabilidad de gestión de estos bosques, tiene la oficina a 200 km de los mismos y gestiona más de 100.000 ha. Sería interesante establecer una superficie óptima máxima por ingeniero y abogar porque se genere más vinculación con el territorio. Crear puestos de trabajo cualificados en los municipios de montaña es tan esencial como planear una buena gestión del territorio.

En el camino dejé los trabajos de extinción de incendios, con los que financiaba mi carrera y que eran mi gran pasión profesional, primero como miembro del retén de incendios de Orea y cuando decidieron dar prioridad a hombres y perdí ese trabajo, como técnica coordinadora de medios aéreos del ICONA en la Comunidad Valenciana. No obstante, mi destino era siempre el mismo: mi pueblo, sus montañas y sus bosques.

Integré entonces la reivindicación de derechos en mi día a día, sin ser consciente de que el abanico cada vez se abría más, extendiéndose al espacio forestal, que era mi hogar y por ende a todos aquellos lugares que compartían esa misma realidad.

En mi mirada se instaló la reivindicación constante de ese componente social que está vinculado a los bosques y que una y otra vez se ha obviado desde el ámbito urbano, donde, por cierto, se encuentran las administraciones competentes y donde nacen los grandes movimientos ecologistas.

En mi mirada se instaló la reivindicación constante de ese componente social que está vinculado a los bosques y que una y otra vez se ha obviado desde el ámbito urbano. En nuestros territorios forestales de montaña, se rompió el imprescindible eslabón que unía recurso con oportunidad y eso empobreció cientos de pueblos y está poniendo en grave peligro los bosques

Estos espacios forestales han sufrido el terrible azote del abandono humano, sólo hay que superponer el mapa forestal con el de población para comprobarlo. Han donado recursos, talento, juventud, economía y, de forma dramática y silenciosa, han renunciado a sus saberes, dejando la puerta abierta a que estos municipios forestales seamos tratados como menores de edad y se haya instalado la extraña idea de que nuestros derechos pueden ser pisoteados por invisibles y supuestamente inexistentes.

En nuestros territorios forestales de montaña, se rompió el imprescindible eslabón que unía recurso con oportunidad y eso empobreció cientos de pueblos y está poniendo en grave peligro los bosques, tal y como los conocemos.

Ese eslabón es una moneda de dos caras:

– una es la gestión forestal con una visión holística que debe enseñarse no sólo en la universidad, sino en etapas tempranas de la educación.
– y otra es la afección humana en el territorio, cuya ausencia genera espacios que superan nuestra capacidad humana de conser-vación.

Y ahí esta nuestro segundo gran error y el reto que conlleva su enmienda: vincularnos al territorio, formando parte de su tejido social y trasladando con nuestras acciones el valor que tiene el componente social, vinculado a los bosques que hay que gestionar.

Nuestro segundo gran error y el reto que conlleva su enmienda: vincularnos al territorio, formando parte de su tejido social y trasladando con nuestras acciones el valor que tiene el componente social, vinculado a los bosques que hay que gestionar. Necesitamos entender y transmitir esos profundos y simbióticos vínculos que se establecen entre pueblos y bosques

Pero es que, aquellas personas de ciudad bienintencionadas fueron sumándose a grupos ecologistas, que han ido reivindicando lo que ahora sabemos que es nefasto: la desafección humana en el territorio.

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Orea, el pueblo a mayor altitud en el Alto Tajo.

Ante la máxima de que la Naturaleza es sabia, que lo es, hay que saber explicar que su ciclo vital nos supera con creces y que somos nosotros quienes necesitamos, hoy más que nunca, bosques resilientes que sean grandes sumideros de carbono, que presten servicios ecosistémicos (por los que hay que exigir compensación para los territorios que los generan) y que sean generadores de recursos, de momentos de ocio y, por supuesto, de salud. Para todo ello es necesario gestionar.

Necesitamos reaprender el idioma que una vez hablábamos con fluidez, necesitamos entender y transmitir esos profundos y simbióticos vínculos que se establecen entre pueblos y bosques.

Por eso pido a compañeros y compañeras de profesión forestal (siempre un saludo a las “mujeres forestales estupendas en red”), el compromiso de estar a la altura de quienes nos precedieron.

A quienes trabajáis en formación, en la empresa privada y por supuesto y sobretodo, en el sector público donde se sufren las mayores presiones políticas de turno, que en ocasiones pueden llegar a retorcer el camino de la ciencia causando daños irreparables en el territorio, pero que son pasajeras, a todos vosotros y vosotras os pido que mantengáis la mirada en el futuro y que no cedáis a modas efímeras.

Y ahí está nuestro gran tercer error. No hemos sabido ocupar el espacio que nos corresponde como gestores de los espacios forestales.

Necesitamos sumar complicidades. Necesitamos que todas esas personas de buena voluntad entiendan que nuestra misión no es otra que garantizar un futuro a nuestros bosques, sus pueblos y con ello a la Humanidad. Porque insisto, ni el planeta ni los bosques nos necesitan en absoluto.

Nuestro gran tercer erro: no hemos sabido ocupar el espacio que nos corresponde como gestores de los espacios forestales.
Necesitamos sumar complicidades. Necesitamos que todas esas personas de buena voluntad entiendan que nuestra misión no es otra que garantizar un futuro a nuestros bosques, sus pueblos y con ello a la Humanidad.

Sé que no es sencillo, porque nuestro compromiso y trabajo trasciende nuestro propio ciclo vital y en esta sociedad donde todo va tan rápido, trabajar para generaciones futuras no termina de convencer.

Y lo sé. Sé que remar en una dirección que no es favorable a la corriente es agotador, pero puedo decir que es tan incómodo y duro como reconfortante al final de cada día, cuando llega el silencio de la almohada.

Es necesario que seamos referentes para los ingenieros e ingenieras forestales y de montes del futuro, porque serán necesarios para los retos que plantea el siglo XXI y para nuestros pueblos, sin cuya existencia, tampoco habrá paraísos.

Por ello, recibir esta Mención de Honor me hace enorgullecerme aún más de nuestra misión, cada cual en sus coordenadas y me da aliento e impulso para continuar.

Deseo, de corazón, estar a la altura de esta Mención de Honor y que esta pasión creciente por la tierra, por los saberes, por los indisolubles vínculos que existen entre pueblos y bosques, que es lo que me ha movido hasta ahora, siga guiando mis pasos el tiempo que la vida me lo permita.

Compañeros, compañeras, decano:

Gracias de corazón.

Texto de Marta Corella Gaspar al recibir la Mención de Honor del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales de 2021,
con motivo de la celebración de San Francisco de Asís, patrón de los forestales.