El incendio de Jubrique: la extinción interminable

El incendio de Jubrique, que este septiembre quemó en sierra Bermeja 8.401 hectáreas, un mes después de declararlo controlado sigue sin estar extinguido. Tocones de pino, troncos de alcornoque o encina enterrados y alguna raíz, han permanecido ardiendo lentamente hasta hoy. La normativa dice que un incendio se debe dar por extinguido cuando no queden focos activos en su interior y hasta que eso no suceda el incendio más peligroso, grave y difícil de extinguir este año en Andalucía seguirá oficialmente controlado, pero no extinguido. La vigilancia activa continúa hasta que no se vea la más mínima columna de humo.

bombero-infoca-apaga-tocon-jubrique-osbo

Miembro de INFOCA apaga un punto caliente bajo la tierra. Nótese el tamaño del hueco que ha dejado la combustión. Foto COP Málaga INFOCA

“Con todo lo que ha pasado en este incendio, ya solo nos faltaba que se reprodujese. Es difícil pero no imposible, por eso hay que esperar dos o tres días a no tener ninguna alerta de punto caliente para darlo por extinguido”, comenta Adriano Vázquez, director del Centro Operativo Provincial (COP) de Málaga del INFOCA.

Es un trabajo paciente, de vigilancia activa, con rutas a pie. Primero fueron cámaras térmicas las que ayudaron a localizar los puntos calientes que siempre quedan en todos los incendios. Después, un recorrido a pie por todo el perímetro y zonas cercanas. Más tarde la búsqueda selectiva por lugares donde intuyen que, por las especies dominantes, la orografía o la cantidad de vegetación que albergaba, pueda permanecer un ascua bajo tierra, un tronco en lenta combustión con su interior incandescente.

Las cámaras térmicas ya no detectan los puntos calientes que están bajo tierra, es ahí donde está ahora el peligro. Así que, hay que tirar de experiencia y de intuición para descubrir lo que el ojo no ve, pero sí que se huele.

“Hemos pasado por algún punto y no hemos visto el humo por ninguna parte, sin embargo, nos daba el olor a madera que se quemaba. Al día siguiente hemos encontrado el humo, eran unas raíces bajo tierra”, recuerda Eduardo Resta Rastrollo, uno de los cuatro técnicos del COP de Málaga que me acompañan en un recorrido por parte del incendio, que estuvieron en su extinción y que ahora realizan labores de localización y liquidación de puntos calientes.

humo-punto-caliente-jubrique-osbo

Un punto caliente bajo la tierra. Estas pequeñas señales de humo son las que buscan los retenes del INFOCA y agentes medioambientales de Andalucía para extraer la madera que está en combustión y apagarla. Foto COP Málaga INFOCA

“El último punto caliente ha sido un tronco enterrado en un cortafuegos”, comenta José del Río, técnico también del COP. Se trataba de un tronco de pino que quedó enterrado hace unos años en la elaboración de un cortafuegos, cerca de la zona de Los Reales. “El fuego llegó hasta él y al estar bajo tierra, sin oxígeno, la combustión es muy lenta, como si fuese un horno. Pasamos una primera vez por la zona y no vimos señal de humo, después volvimos a pasar y fue cuando lo vimos”.

Son pequeñas carboneras que el viento puede dejar al descubierto. ¿Cuántas hay en las casi 10.000 hectáreas que afectó el incendio? “Es una incógnita, cada día hemos descubierto algún punto caliente, es imposible saber si quedan uno, catorce o ninguno, en esta extensión es imposible saberlo”, asegura Adriano Vázquez.

“El problema es que este horno puede tener encima una capa de pinocha seca que se ha caído de los pinos quemados y que es un combustible fantástico para que aquello empiece a arder”, apunta Israel Sagués Vadillo, técnico también del COP de Málaga.

¿Pueden estos focos calientes volver a originar un incendio?

“Depende”, afirma Antonio Vera Mena, el cuarto de los técnicos que nos acompaña por un monte empinado, en el que el fuego dejó la tierra negra y algunos retazos de pinos verdes en laderas de color marrón porque los pinos quemados aún mantienen sus acículas secas y, a su lado, hay treinta, cuarenta o hasta cien hectáreas de palillos negros, pinos calcinados que te hacen imaginar la fuerza que tuvieron las llamas en algunos momentos. “Depende de la zona, la pendiente, el estado de la vegetación a su alrededor, de si hay viento o no. Que estemos un mes después vigilando el incendio sin darlo por extinguido es porque hay posibilidades de que eso suceda”.

incdendio-jubrique-pinar-carbonizado-osbo

La intensidad del incendio dejó zonas completamente calcinadas. Foto I. Muñoz

En el interior del incendio, en la zona quemada, es muy difícil que un punto caliente reproduzca el incendio si todo alrededor está quemado, podría provocar quizás que se quemase alguna isla verde, pero poco más. El peligro es que tenemos un perímetro muy grande e irregular, solo con eso ya teníamos mucho trabajo, muchos kilómetros que recorrer”, afirma Eduardo Resta.

Antonio recuerda que se han encontrado huecos en el suelo muy profundos. “Los han originado tocones de pinos que han ardido, son tan grandes que a mi me tapan. Me da respeto cuando empiece a caer toda la pinocha y tapen los agujeros originados por la combustión de esos tocones. Este es uno de los peligros cuando el incendio está estabilizado o controlado, patearlo en busca de los puntos calientes y encontrarte un hueco enorme en el que puedes caer y encontrarte con unas buenas ascuas dentro”.

“El problema es que ya está cayendo la pinocha y ese horno que pueda estar debajo va a tener continuidad. De hecho, ya nos sucedió un pequeño incidente la semana pasada por la pinocha que había caído”, apunta José.

Esa misma pinocha fue la que dificultó enormemente las labores de extinción. “Había sustrato acumulado en algunas partes que llegaba hasta la cintura del retén. Por mucho que retirases para hacer una línea de defensa no había forma de retirar toda la vegetación”, recuerda Israel.

incendio-jubrique-pendiente-rocas-osbo

Las peridotitas, piedra que adquiere el color rojizo cuando se oxida en el exterior, de ahí el nombre de Sierra Bermeja, fueron uno de los grandes problemas durante la extinción por el peligro que suponía su desprendimiento para los dispositivos. Foto I. Muñoz

El otro problema era el tipo de suelo y las peridotitas que abundan en el terreno, un tipo de roca que se disgrega con facilidad, que está suelta y que rueda pendiente abajo cuando desaparece la vegetación que las sujeta. “A veces daba la impresión que teníamos que levantar las piedras una a una para apagar el fuego que tenían debajo, era muy difícil dejar el suelo desnudo para hacer una línea de defensa efectiva”, recuerda Antonio.

Uno de los accidentes que sufrió el dispositivo fue la caída de una roca “del tamaño de un capó de un coche” que golpeó en la espalda a un miembro de un retén. “De milagro todo quedó en un fuerte golpe”, recuerda José, pero fue un grado de presión más en un incendio al que no le faltaban desgracias y sustos a diario.

Es cierto que la lluvia vino de lujo, fue el empujón que necesitábamos, aunque el incendio estaba ya muy cerca de estabilizarse. Pero la lluvia aceleró, y de qué manera, el paso de incendio activo a controlado, sin pasar por estabilizado”, afirma Adriano.

Asienten todos los compañeros y alguien casi respira aliviado cuando piensa en voz alta, mientras mira a la sierra, “no sé la de horas que habríamos tenido que echar para pasar de estabilizado a controlado con las piedras medio sueltas, la pinocha en el suelo, tantísima vegetación y esta orografía”.

Todos los incendios se apagan, antes o después se acaban apagando”, sentencia Adriano.

panoramica-incendio-jubrique-osbo

Panorámica de uno de los valles afectados por el incendio. Foto I. Muñoz

¿Cómo se detectan los puntos calientes y cómo se apagan?

punto-caliente-bajo-tierra-jubrique-osbo

Tocones de pinos cortados, raíces, o troncos de alcornoques y quercíneas, que arden más lentamente por la densidad de su madera, son las especies que más puntos calientes provocan después de controlar el incendio. Foto COP Málaga INFOCA

La forma de trabajo ha consistido en revisar el perímetro y unos cuantos metros hacia el interior del incendio. La intención es evitar cualquier mínima reactivación que pudiera iniciar un nuevo foco en la zona que no se quemó. Una vez revisado todo el perímetro “estamos yendo a cualquier mínimo humo que vemos en cualquier parte y visitamos zonas que consideramos más sospechosas”, asegura José.

Una vez se detecta una pequeña columna de humo se desentierra el tocón, la raíz o el tronco que esté ardiendo. “Si al tocón llegamos con la manguera se le echa agua hasta apagarlo. Si no es así, hay que escarnarlo, es decir, sanearlo, separar con la azada la parte incandescente del resto de la madera y luego la enterramos”, comenta José.

“Es un trabajo que hacemos también en los incendios más pequeños. En ocasiones, cuando el incendio está próximo a un núcleo urbano, cualquier columna de humo, por pequeña que sea, genera una alarma que para nosotros no tiene mayor importancia pero que, desde el punto de vista social, sí la puede tener”, apunta Israel.

Tan solo que en este incendio la superficie a revisar es enorme. “Por eso somos tan precavidos. Ya solo le faltaba a este incendio que le demos por extinguido y se reproduzca, porque nos ha ocurrido de todo: accidente mortal, aéreo, de descargas, de un desprendimiento. Más cosas negativas no nos pueden pasar”, lo dice Adriano apelando a una estadística de mala suerte, si es que existiese, pero casi suena como un ruego a no se sabe quién.

Esta semana ha bajado algo la presencia del dispositivo en el incendio. Hasta hace siete días el incendio se dividió en dos zonas y se mantenía presencia las 24 horas en las dos, con recursos que llegaban de distintas zonas de la provincia. Ahora se mantienen dos turnos de agentes de medioambiente y un retén con camión autobomba las 24 horas y se refuerza durante el día con uno o dos retenes en función de disponibilidad del servicio.

Comarca de incendios que tradicionalmente tardan tiempo en apagarse

Esta zona del sur de Málaga ha tenido grandes incendios en distintas épocas. En 1966 un incendio en sierra Bermeja, en una zona muy similar a la que se ha quemado este año, quemó 5.000 hectáreas. Probablemente buena parte de los pinares de carrasco que ahora copaban la sierra sean fruto de la recuperación de aquel incendio.

En Igualeja, en 1975, el incendio quemó unas 10.000 hectáreas. De nuevo en este término municipal de Igualeja, más los de Parauta, Istán y Tolox, en 1991, un incendio quemó 8.150 hectáreas.

Más recientemente, en 2012, el incendio de Ojén quemó 8.255 hectáreas y afectó a los términos municipales de Marbella, Mijas, Ojén, Monda, Coín y Alhaurín el Grande. Tuvieron que ser evacuadas más de 4.000 personas, se quemaron infraestructraas, viviendas y perdieron la vida dos personas cuando volvieron a su vivienda una vez habían sido desalojadas.

Los incendios, por muy diversos motivos, han sido frecuentes en la Costa del Sol. Por tendidos eléctricos, por accidentes de coches en la autovía o en carreteras interiores, negligencias al quemar restos de podas, o al intentar quemar un avispero, han sido algunos de los más repetidos o conocidos por originar grandes incendios.

mapa-sierra-bermeja-osbo

Mapa de la Costa del Sol donde puede verse Sierra Bremeja (1.508 msnm) sobre Estepona, Sierra Blanca (1.275 msnm) sobre Marbella. Más al este se encuentra la sierra de Mijas (1.150 msnm) sobre Fuengirola.
Pueden apreciarse los núcleos urbanos junto a la costa, aunque numerosas urbanizaciones y viviendas individuales se extienden desde allí hasta el comienzo de las distintas sierras.
Mapa de la Plataforma Sierra Bermeja Parque Nacional

La Costa del Sol es una zona muy poblada, con una gran superficie de interfaz urbano-forestal que condiciona cualquier operación de extinción. Las sierras, muy próximas a la costa, son especialmente abruptas, con enormes pendientes para alcanzar en muy pocos kilómetros alturas superiores a 1.200 metros. No en vano “Málaga es la segunda provincia española con más desnivel montañoso después de Huesca”, comenta Israel.

“Al estar cerca de la costa, el régimen de vientos juega un papel muy importante en la propagación del fuego. A esto unimos la orografía, con unas pendientes enormes; una vegetación muy abundante en las sierras más occidentales; la pérdida de actividad humana en ellas, junto con jornadas de altas temperaturas y con mucho viento el resultado puede ser lo que ha sucedido este año en Jubrique”, asegura Adriano, un incendio que “en determinados momentos se comportó de manera explosiva”.

Apunta Antonio un detalle para él muy importante “las zonas que nos han dado una ventana de oportunidad frente al incendio han sido las que están más intervenidas por el ser humano, como los castañares y los alcornocales. Señal de que la gestión forestal, entendida en un concepto amplio que va más allá de las tradicionales actuaciones en infraestructuras preventivas, es imprescindible si queremos tener éxito frente a los incendios forestales”. Asiente el resto de compañeros.

incendio-jubrique-pinocha-pendiente-osbo

Grandes pendientes, piedras sueltas, vegetación abundante y una orografía muy abrupta, sumadas a altas temperaturas y fuertes vientos presentaron el escenario ideal para que el incendio tuviese un comportamiento explosivo en algunos momentos. Foto I. Muñoz

Recuerda Israel cómo, entre las ocho y las nueve de la noche, las llamas recorrieron más de 700 metros de pinar en línea recta, ladera arriba hasta hacer cumbre, “pero es que a las tres de la madrugada había recorrido 8 kilómetros ladera abajo hasta llegar a la gasolinera que está en la autovía”.

El viento fue tremendo el primer día y con unos cambios impredecibles. Después la orografía tomó el protagonismo”, asegura Adriano.

“Los veteranos nos contaban que antiguamente estaban un mes entero apagando los grandes incendios en esta zona y nosotros no les creíamos, pensábamos que eran exageraciones. Ya llevamos un mes desde que lo dimos por controlado y aquí seguimos sin poder declararlo extinguido”, recuerda Israel.

Ninguno de ellos ha estado en un incendio que les llevase tanto tiempo darlo por extinguido, ni que fuese tan pesada la tarea, ni física, ni mental, ni emocionalmente.

José del Río resume el sentir general “ya tenemos ganas de cerrar este incendio, hablar de él es recordar continuamente lo que pasó, se está haciendo largo”. Se refiere principalmente a la muerte de Carlos Martínez Haro, el compañero del retén de Almería que murió en un atrapamiento. Cuestión que pesó mucho anímicamente en el dispositivo los días posteriores durante la extinción y a la que tuvieron que sobreponerse para conseguir apagarlo.

El 14 de septiembre se dio por controlado el incendio, un mes después continúan los trabajos para convertirlo en historia y las posibilidades de que se reproduzca se reducen cada día. Aún así, todos sonríen cuando José expresa un deseo con cierto sentido del humor “un poquito de lluvia tampoco nos venía mal ahora”.