Una ducha, una cama caliente y una cena gracias a la solidaridad de las personas que sufragan el viaje

Xevi Bolumar

Las encargadas de la logística trabajan a marchas forzadas para conseguir un alojamiento para el equipo, pero parece imposible que un hotel de la ruta disponga de tantas plazas. Seguimos conduciendo y buscando soluciones y va pasando la noche. Cada vez tenemos más dudas de si encontraremos algo. Son las 21:00 y vamos haciéndonos a la idea de que puede que tengamos dormir en los coches.

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Centro de refugiados próximo a Núremberg. No nos permiten hacer fotografías del interior. Es como los hospitales de campaña que montamos cuando el COID

Es entonces cuando el equipo logístico hace su magia. Nos comunican que han conseguido que un municipio muy próximo a Núremberg nos proporcione un albergue de emergencia. Están preparando un polideportivo con catres de campaña.

Este tipo de cosas me recuerdan que las personas que trabajan en unidades logísticas deben tener tres puntos fuertes:
1. Una gran capacidad de resolución de problemas.
2. La tenacidad de pelear las cosas hasta el último segundo.
3. Tener «amigos» hasta en el infierno (dicho popular de mi tierra).

Estos momentos demuestran que la logística es uno de los elementos clave del éxito o el fracaso. Debido a la gran distancia que hay entre Varsovia y nuestro destino, llegamos al campamento a las 02:20 de la madrugada.

La gente está muy cansada y la temperatura del local no invita a mucho más que a acostarse vestidos bajo las mantas. El lugar, dadas las circunstancias, nos salva la noche, pero solo hay dos servicios para casi cuarenta personas y no hay duchas. No nos permiten hacer fotografías del interior del recinto. El aspecto es como el de los hospitales de campaña que construimos hace ya dos años para el inicio del COVID.

Caemos rendidos en pocos minutos.

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El convoy casi al completo antes de salir de nuevo

La mañana siguiente amanece nevando de nuevo. Retiramos la nieve de los vehículos mientras la gente se va preparando para salir de nuevo de ruta.

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Cuando llegamos a un local de hostelería a comer, la actividad en las cocinas se vuelve frenética

Hacemos una parada en una pequeña cafetería y arrasamos con la vitrina de bollería. Dar de comer a semejante convoy es todo un reto.

Está nevando muy intensamente y los niños se marean con el viaje así que tenemos que detener el convoy en varias ocasiones. El viaje de vuelta va a ser más complicado de lo que fue el de ida.

Un municipio francés se ha puesto en contacto con nosotros y nos ha ofrecido un alojamiento para esta noche. Solicitamos información del local y, por lo que describen y las fotografías que nos envían, es muy similar al de la noche anterior.

Llevamos muchos niños en el convoy y tanto ellos como sus madres están ya muy agotados. El punto de inicio de su viaje fue abandonar su hogar en medio de la guerra, con poco más que lo puesto, y algunos de ellos aún no han podido dormir en una cama decente y darse una ducha desde hace varios días.

Llevamos muchos niños en el convoy y tanto ellos como sus madres están ya muy agotados. Abandonaron su hogar en medio de la guerra, con poco más que lo puesto, y algunos de ellos aún no han podido dormir en una cama decente y darse una ducha desde hace varios días.

Por lo que decidimos que, pese a lo difícil que va a suponer encontrar un hotel, vamos a hacer todo lo posible para que esta noche tengan una cama confortable y una ducha caliente. Las aportaciones económicas de toda la gente que se ha volcado en ayudarnos en este proyecto nos permiten sufragar los gastos de semejante convoy.

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Organización de las habitaciones en el hall del hotel

Cada pequeño esfuerzo que ha hecho la gente ha sido para poder pagar el combustible de los vehículos, la posibilidad de darles un plato caliente de comida, una cama decente y una buena ducha.

Ahora mismo, no me imagino un dinero mejor invertido que este. Sobre todo viendo las caras de las familias cuando les decimos que no se preocupen por nada. Que todo lo que necesiten lo podemos cubrir nosotros.

Rous y Sara son las enfermeras del equipo. Además de ocuparse de la parte logística y ser nuestras traductoras ya que saben hablar francés, inglés y alemán, son las encargadas de la logística. Hemos tenido una suerte inmensa contando con ellas en el equipo. Y por segunda vez, vuelven a obrar el milagro. Después de muchas llamadas telefónicas, consiguen un hotel en el que hay plazas para todo el convoy.

Pero nos dicen que no tienen servicio de recepción 24h. La recepción cierra a las 20:00 horas. Se comprometen a mantenerlo abierto hasta las 21:00 como una excepción. Y por la distancia a la que nos encontramos no tenemos margen. ¡¡Nos quedan cuatro horas de coche!!

Así que decidimos que el coche que no lleva niños salga a toda velocidad hacia el destino y el resto iremos al ritmo que necesiten nuestros pasajeros y nos permita la nieve. Conseguimos llegar a tiempo por los pelos.

A las 22:00 horas ya está todo el mundo instalado en su habitación de hotel y cenando. Conseguimos estar un poco más cerca de casa.