Sin pueblos, ni habrá paraísos, ni tendremos futuro
Marta Corella, alcaldesa de Orea
Discurso del acto inaugural del Día Internacional de los Bosques 2022 celebrado en Orea y Orihuela del Tremedal
Permitirme que empiece con una frase que se quedó grabada en mí, mientras documentaba el libro “De Mujeres Vivencias y Sabores”, que dice así: “Qué íbamos a saber nosotras…”
Era una frase que se repetía en bocas sabias cada vez que intentaba bucear en los recuerdos de nuestras mayores; de esas mujeres que mantenían vivos nuestros pueblos de montaña en los peores momentos del año.

La gestión forestal ha permitido a los pueblos de montaña regenerar el bosque, prestar servicios ambientales a la sociedad y mantener pueblos vivos. Foto I. Muñoz
Pueblos de mujeres fuertes, que quedaban al cuidado de mayores, niños y animales en los largos inviernos, mientras los hombres trashumaban con el ganado, o con oficios imposibles de desempeñar con los rigurosos fríos. “Nosotras ¿qué íbamos a saber?”, me decían. Hoy quiero cambiar ese relato porque sí sabían y sí sabemos.
Las mujeres queremos tener oportunidades en nuestros pueblos, porque sí queda vida en nuestras montañas: hombres y mujeres del bosque, de pequeñas huertas y grandes rebaños; de leñas para calentar hogares, de saberes que con tristeza vemos cómo el tiempo destiñe; gentes que valoramos el papel protector y productor de nuestros bosques.
Pueblos que teníamos una industria adaptada al entorno y no al revés. Con un modo de vida que ahora llamamos economía circular y con una economía basada en la bioeconomía. Justamente el ejemplo de la “economía verde” tan necesaria para afrontar el reto de una transición ecológica justa y sostenible.
Y aquí seguimos: invisibles. Trabajando incansables para que la acción, tan necesaria para nuestros pueblos, no quede cautiva de las palabras. Que los diagnósticos se transformen en estrategias y éstas en hechos. Educación, comprensión, reconocimiento, legislación, adaptación fiscal, profesionalización, compensación por servicios ecosistémicos…y un largo etcétera; porque sabemos, que la ausencia de la mano humana en nuestros bosques es nefasta.
Y me sigo preguntando, ¿por qué aún no se valora nuestro papel como habitantes indígenas de las montañas de nuestro país, como custodios y garantes de su conservación?

Foto I. Muñoz
Desde las montañas, en la esencia de la vida, en esta España donante, que no vacía, que entiende el idioma de su entorno, porque forman un vínculo indisoluble y que está dispuesta a compartir y transmitir, pido voz. Pido complicidad, sobre todo en todos aquellos movimientos, que pretenden preservar espacios a los que llaman “naturales”, tendiendo puentes y creando vínculos, con quienes los han traído al presente en excepcional estado de conservación. Así que gracias.
Gracias a Juntos por los Bosques por creer en nosotros, por elegirnos como sede, a estos dos pequeños pueblos forestales, Orihuela del Tremedal y Orea. Gracias Rafael Samper por aceptar afrontar juntos este gran reto, pueblos que podrían ser todos los pueblos forestales de montaña de nuestro país, con la complejidad que ha conllevado y a sabiendas que aquello que se celebra fuera de las grandes urbes, no tiene tanta repercusión mediática.
Somos pequeños pueblos que luchamos para salir adelante, para que se nos reconozca, para crear oportunidades sobre todo para jóvenes y mujeres. Y por visibilizar, que hay vida más allá de las grandes ciudades y demostrar que en los pequeños pueblos también suceden grandes cosas.
Las gentes de montaña somos resilientes y generosas. Cuidamos nuestro espacio, sabiendo que el trabajo que hacemos hoy lo disfrutaran generaciones futuras. Y en eso se basan los pueblos selvicultores como los nuestros. Gentes acostumbradas a remar en la dificultad, de lo contrario ya no estaríamos, que defendemos nuestra dignidad, por humilde que sea, a veces por encima de nosotros mismos.
Por eso, con el deseo de que en esta celebración podamos compartir y sumar complicidades, en compañía de alcaldes y alcaldesas de esta tierra os damos la bienvenida a estas maravillosas montañas y a nuestros infinitos bosques.
Aunque sé muy pocas cosas de forma certera, esta sí que me atrevo a decirla: que nadie se engañe, sin pueblos, ni habrá paraísos, ni tendremos futuro.