El fuego: la guadaña del bosque
Juan Miguel Villarroel García
Gerente de la Asociación Forestal de Navarra
FORESNA-ZURGAIA
El calor ya esta aquí; el combustible, en el monte; y el viento traicionero llegará. Solo falta la negligencia o la locura humana para que el monstruo aparezca una vez más en nuestros territorios.

Valle del Roncal. Foto Mercedes Unzu
Quiero, a partir de estas desgracias que vuelven a repetirse, – cada vez con más fuerza e intensidad – comentar las cosas que nos preocupan a los propietarios forestales y a los gestores de los montes y bosques navarros. El fuego es como una alimaña, espera su momento, que se den las condiciones oportunas para atacar y, tarde o temprano, aparece en verano o en invierno. Sabemos que actuará ya que forma parte de la naturaleza.
Cuando esto ocurre, nuestras administraciones, con la colaboración de los propietarios y de toda la sociedad, actúa con todos los medios de extinción posibles, por tierra y por aire. La sociedad aplaude cuando se logra domesticar y aplacar a la bestia, impidiéndole consumir nuestros bosques y nuestra riqueza vegetal y animal. Bomberos, pilotos, gestores…, son aclamados como héroes de una guerra que no debiera haber comenzado, en la que muchos de ellos, en su afán de apagar el incendio, van más allá de lo que la prudencia y su sueldo les obliga, cosa que les honra.
Y ahora les aviso que mi discurso cambia radicalmente.
Desde Europa se habla de plantar tres millones de árboles, para salvar el planeta. Un discurso que ha calado en profesores, políticos, empresas y un largo etcétera. Y ahora todo el mundo quiere plantar: las compañías para mitigar su huella de carbono, los colegios en su famoso día del árbol, parece ser que todo se soluciona con plantar un arbolito.
Sin embargo, he de decir algo que puede sonar mal o políticamente incorrecto: no siempre lo mejor para el bosque es plantar un árbol.
He de decir algo que puede sonar mal o políticamente incorrecto: no siempre lo mejor para el bosque es plantar un árbol.
Es algo así como si se acordara una política de fomento de la natalidad para frenar el envejecimiento de la población de Europa y se incentivara tener hijos a granel, como churros. El mensaje sería “lo importante es tenerlos”, luego lo que pase con ellos da igual, sin importar cómo cuidarlos, cómo sacarlos adelante, cómo protegerlos frente a todas las adversidades.
Plantar árboles en algunas zonas es necesario, qué duda cabe, y hay que saber qué tipo de árboles son necesarios para esas zonas, los objetivos por los que se utilizan unas especies y no otras, buscar un equilibrio entre producción y protección, y después aplicar la silvicultura necesaria para que esos pequeños árboles, puedan llegar a ser señores del bosque, o si no pueden serlo, que su misión en el territorio ayude a corregir la erosión, o sean lugares de refugio de distintas especies, como lo era el Vedado de Eguaras que se quemó en 2021, junto a las Bardenas Reales. La silvicultura es una bella palabra que une cultura y bosque, aunando el cultivo y el árbol.
El bosque en Europa y en España crece y avanza, pero eso no es lo importante. Lo realmente importante es cómo lo hace.
Y en estos momentos, nuestros bosques no están limpios, están llenos de malezas, hierbas, arbustos, y tienen así una carga de combustible importante, que además con el abandono del cultivo del bosque, y de los entornos rurales que lo miman, va en aumento. Lo que está pasando en países como EEUU, Canadá o Australia, pronto será una realidad y, si no que se lo pregunten a los GRAF de Cataluña, ellos han explicado los llamados incendios forestales de quinta y sexta generación.
Por ello, quiero llamar la atención en que tan importante es plantar un árbol, como cortarlo y podarlo, y saber dónde, cuándo y cómo gestionar el bosque, manteniendolo limpio y vigoroso.
Hoy es más necesario que nunca aplicar la silvicultura en nuestros bosques, elaborar documentos de planificación forestal, introducir el pastoreo extensivo, activar trabajadores forestales en zonas rurales, recuperar en definitiva el bosque como un ser vivo, que merece y debe ser cuidado y tratado con mimo, como lo hacían nuestros abuelos.
Hoy es más necesario que nunca aplicar la silvicultura en nuestros bosques, elaborar documentos de planificación forestal, introducir el pastoreo extensivo, activar trabajadores forestales en zonas rurales, recuperar en definitiva el bosque como un ser vivo, que merece y debe ser cuidado y tratado con mimo
Sin duda alguna es más rentable invertir en prevención que en extinción de incendios y, además, si tenemos un monte gestionado, lo tenemos para que la lucha entre el fuego y el bosque sea más justa, y el coste e inversión de la extinción sea menor.
Empresarios, educadores, periodistas, ciudadanos, limpiar y cortar forman parte de la realidad forestal. Un motoserrista no es un asesino sino un cirujano, siempre que actúe con conocimiento, buscando lo mejor para el bosque. Además, la Administración pública realiza la supervisión de lo que se hace en la propiedad más intervenida que existe, dada su evidente riqueza y contribución al bien e interés general.
Las cortas y entresacas, eliminando los árboles débiles o enfermos, suponen una notable contribución a la fijación de carbono, ya que parte de esa madera se transformará en muebles u otros utensilios y, además, genera espacios para que los árboles que quedan en la masa crezcan al disponer de más luz y nutrientes en el suelo. Pero, además, gestionar significa oxigenar el bosque, hacerlo más resistente y resiliente frente a plagas y enfermedades, y prepararlo contra el fuego.
Un motoserrista no es un asesino sino un cirujano, siempre que actúe con conocimiento, buscando lo mejor para el bosque. Las cortas y entresacas, eliminando los árboles débiles o enfermos, suponen una notable contribución a la fijación de carbono. Gestionar significa oxigenar el bosque, hacerlo más resistente y resiliente frente a plagas y enfermedades, y prepararlo contra el fuego.
Como siempre en la vida, añoramos, amamos, queremos y valoramos más las cosas cuando las perdemos, sin ser conscientes de lo que teníamos. Hoy lloramos lo que se quema en Navarra, y en otras regiones, pero eso está perdido. Nuestra labor es recuperarlo, ahí sí que, las plantaciones son necesarias si no llega la regeneración natural. Pero centrémonos en los próximos años en limpiar y gestionar los montes, recordando que tan importante como plantar es cortar, es decir, gestionar nuestros recursos de manera sostenible.
Por último, quiero señalar que la madera cada vez va a tener más peso y relevancia como material renovable, reciclable y no contaminante, en una sociedad que huye del plástico y otros materiales contaminantes.
Por ello, hemos de buscar un equilibrio entre la protección y la producción de nuestros montes. Pero, sin olvidar que intervenir y trabajar el bosque es algo bueno, ya que, si no lo hacemos, el combustible se acumula, las plagas llegan, y las catástrofes naturales hacen más vulnerable al bosque. En definitiva, un bosque cuidado y limpio es garantía de permanencia; un bosque lleno de maleza y sucio, es sinónimo de incendio y desaparición del bosque.
El monte es un TODO, y como tal hay que gestionarlo.