Gestionar los bosques para conservarlos es progreso

Miguel Ángel Porrero
Presidente del Observatorio Social El Batefuegos de Oro OSBO

Hablamos continuamente de lo rural, de ser de campo, pero ¿qué significa esto y cómo se adapta nuestra profesión forestal, de prevención y extinción de incendios, a esta nueva realidad? La riqueza de nuestros bosques, de la que se habla a menudo, debe traducirse en un entorno igualmente privilegiado. No podemos tener bosques ricos y entornos empobrecidos que hacen que su continuidad esté comprometida. Es paradójico que lo que nos proporciona riqueza real sea abandonado de forma tan, aparentemente, alegre y despreocupada.

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Pedro Bernardo (Ávila) Foto I. Muñoz

Frente a esta realidad nos encontramos con otra no menos compleja: el fenómeno de los “bosques y montes superproductivos”. Las alteraciones climáticas y sociales y la falta de aprovechamiento sostenible de nuestros montes y bosques, nos llevan a un crecimiento continuo de los espacios naturales, prácticamente sin parón vegetativo, abocados a un riesgo de catástrofe cuando llega el fuego a ellos. La consecuencia son incendios forestales cada vez más virulentos, menos controlables y que, por desgracia, acaban también con la vida de los encargados de extinguirlos.

El progreso debe potenciar y conservar lo bueno, si no, no es progreso, pero la idea misma de progreso varía con el tiempo. Hace años cambiamos la energía que nos daban los productos forestales y el carbón por el petróleo y el gas natural. Eso representaba el progreso. Hoy se aboga por fuentes energéticas menos contaminantes como la eólica o la solar que serán sustituidas, sin lugar a dudas, por otras fuentes dentro de unos años.

Sin embargo, los bosques seguirán ahí, aportando productos naturales renovables y servicios fundamentales para la vida de las personas. Los profesionales forestales debemos gestionar esos montes “superproductivos” en beneficio de todos, para que esa riqueza llegue a la sociedad. De nada nos servirá llenar nuestras zonas naturales de aerogeneradores si descuidamos el monte donde se instalen, si, una vez más, el progreso pasa por encima de la población rural, de nuestro campo. Gestionar los bosques para conservarlos es progreso.

Nuestro compañero Francisco Rodríguez y Silva lo sabía y, por ello, dedicó su vida a transmitir conocimiento a sus alumnos. La lucha contra los incendios forestales es larga y difícil, pero es exitosa porque en ella interviene la ciencia, la experiencia técnica, el trabajo y el compromiso de muchos profesionales con un objetivo común que hacen posible que tengamos en España uno de los mejores colectivos contra incendios del mundo.

El premio Batefuegos de Oro es en realidad un reconocimiento a todos estos profesionales que, cada año, arriesgan todo lo que tienen para librarnos de la amenaza de los grandes incendios. El premio reconoce su importante labor y los anima a seguir con el mismo esfuerzo y entrega. Es nuestra misión: dar visibilidad social a un colectivo que cada vez goza de mayor reconocimiento.

Gracias a las administraciones públicas, gestores y propietarios de montes comprometidos con la conservación de sus bosques; a todo el colectivo de bomberos, protección civil, agentes, técnicos, cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado; a las empresas auxiliares de todo tipo que participan en la extinción; a las escuelas y entidades de formación especializadas y a nuestros patrocinadores del Observatorio Social El Batefuegos de Oro que nos permiten decirle a la sociedad quiénes son y qué hacen todos los profesionales que protegen el monte.

Os deseo felices fiestas y lo mejor para 2023. Estoy seguro de que todos seguiremos dando lo mejor de nosotros.