Entrevista a Laura Monclús, ingeniera técnica aeronáutica, pilota de helicóptero sanitario y de extinción de incendios forestales, técnica de AESA
«Para que no haya ni un solo accidente, aeronaves en el suelo. Siempre vamos a tener un riesgo, de lo que se trata es de minimizarlo»
Laura es pequeña de estatura, delgada y a primera vista puede parecer frágil. Pero detrás de su sonrisa permanente y su actitud positiva hay una personalidad fuerte, decidida, “testaruda” dice ella, que siempre ha tenido sus objetivos muy claros y que nunca ha tenido miedo de emprender nuevos caminos. Ha ejercido de ingeniera técnica aeronáutica; de copiloto, piloto y comandante de helicóptero dedicada a la emergencia sanitaria y la extinción de incendios forestales; de directora de una empresa de servicios aéreos y ahora es técnica en la Agencia Estatal de Seguridad Aérea AESA. Ese extenso y variado camino le permite conocer perfectamente el sector aeronáutico y tener una visión panorámica del papel de la mujer. Desde la asociación Ellas vuelan alto trabaja para visibilizar a las mujeres que ocupan puestos de responsabilidad profesional como ejemplo motivador para las más jóvenes.

Laura Monclús con su hijo y el helicóptero detrás, la difícil conjugación familiar y laboral
Laura lleva toda su carrera profesional en un paisaje masculinizado. Primero en la ingeniería aeronáutica, donde las mujeres son ahora el 24 % del alumnado y, después, el mundo de los pilotos de aeronaves, “especialmente el de los helicópteros en donde no más del 2,5 % son mujeres”, parecen territorios más hostiles para ellas.
“Vivimos en una cultura que ha potenciado menos la participación de la mujer en este tipo de carreras. Hacer una carrera STEM (las relacionadas con la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas) exige un esfuerzo muy grande y tener una familia te puede frenar en tu futuro profesional. Tienes que tener las ideas muy claras de lo que quieres hacer, de lo que te va a costar y, además, un apoyo familiar que te permita tirar para adelante”.
¿Los hijos siguen siendo responsabilidad principal de la mujer?
“La mujer carga con la familia casi siempre. Cuando una pareja decide tener hijos quien suele hacerse cargo es ella, que pide un permiso de reducción de jornada y se pierde las mejores oportunidades de progresar profesionalmente. Al final suele ser él quien recibe esa oportunidad y esto supedita la vida familiar”.
Puede que sea una decisión elegida
“Seguro que sí, pero hay mucha carga cultural en ella y tenemos que trabajar todos para que eso no sea así. Ancestralmente a la mujer le ha tocado cuidar de las familias, pero también es verdad que hemos evolucionado. Tener una familia es tan bonito y debe suponer tanta responsabilidad para un hombre como para una mujer. Cada vez hay más hombres que, ante los objetivos de su pareja, han sido capaces de ceder por ella. Tenemos que llegar a que sea lo normal, que no esté prestablecido asumir ningún papel por ninguno de los dos sino que cuando surja una oportunidad se pueda aprovechar en igualdad”.
Hemos empezado fuerte la conversación, como una descarga precisa sobre la llama. Veamos de dónde venimos, cómo ha sido el recorrido y hacia dónde vamos.
La mujer carga con la familia casi siempre. Cuando una pareja decide tener hijos quien suele hacerse cargo es ella, que pide un permiso de reducción de jornada y se pierde las mejores oportunidades de progresar profesionalmente
Ingeniera técnica aeronáutica
Laura dejó su Tarragona natal para instalarse en Madrid y hacer la carrera de Ingeniería Técnica Aeronáutica, aunque siempre quiso ser piloto de avión. Pero la suerte quiso cruzarse en su camino, precisamente en un avión, camino de casa para celebrar su decimoctavo cumpleaños.
“Coincidí con el presidente del Aeroclub de Sabadell. Al verme con mi libro de física, comenzamos una conversación y me invitó a hacer un vuelo en helicóptero por el Delta del Ebro, unos meses después, por la celebración de una feria en Reus. Allí me presenté y me quedé enamorada, se me olvidó lo de ser piloto de avión, ya solo quise ser piloto de helicóptero”.
Esa experiencia se alojó en el hueco del cerebro que escavan las emociones, a la espera de quién sabe qué en el momento adecuado.
“Continué con mi carrera, comencé a trabajar y un día un proveedor de la tienda de mis padres les dijo que tenía un ultraligero y que era sencillísimo hacerse piloto. Quedé con él, me dio una vuelta y decidí sacarme el título. En aquel entonces valía lo mismo que sacarse el carnet de conducir. Con otros tres chicos de la escuela nos compramos un ultraligero y estuvimos volando. Hasta que un día me dije que era el momento de hacer lo que llevaba años queriendo hacer: ser piloto de helicóptero. Le dije a mi madre que me iba a sacar el título privado de helicóptero”.
Y entonces su madre le hizo la pregunta clave “¿Privado para qué? ¿de qué sirve eso? Sácate el comercial”.
“Yo ya tenía una edad y creía que nadie me daría trabajo de piloto. Y mi madre, con ese sentido práctico que tienen las madres, me dijo: sin la licencia seguro que nadie te va a dar trabajo. Con su ayuda pude pagarme el curso”.

Laura Monclús, pilota de helicópteros
Dos años de intenso trabajo
“Por las mañanas trabajaba en el INTA, por las tardes al aeródromo de Cuatro Vientos a estudiar y, por la noche, me iba a la tienda de ropa que tenía abierta en Madrid a ver lo que se había vendido para reponerlo. Cuando terminé el curso me dije que tenía que intentarlo. Dejé la tienda, el trabajo y me recorrí todas las empresas de helicópteros de España. Me salió trabajo en Sabadell, de operadora junto al piloto”.
Adquirida la experiencia necesaria, Laura se marchó a Sevilla al antiguo Inaef, ahora Babcock.
“Estuve destinada en la base de Madroñalejo y después en el GREA, en Los Palacios, que era un grupo de rescate. Después pasé algo más de dos años en La Cartuja en vuelos sanitarios. Donde era necesaria una asistencia allí estaba yo. Fueron experiencias muy positivas todas ellas”.
Recuerda que en uno de los destinos se compró una furgoneta California. “Ahora las instalaciones están muy bien pero cuando llegué a la base de Málaga había dos sillones, uno para el comandante y otro para el mecánico. Y yo me veo sentada en mi coche leyendo un libro. Me dije, a esto hay que ponerle solución. Conocí las furgonetas California y, aunque era un dineral, pensé que era una inversión. Durante ocho años me movía por las bases con ella. Tenía una estantería con libros y otra con las cosas de comer y, en muchas bases, dormía en la furgoneta”.
¿Disponían las bases de baños para mujeres?
Se ríe al oír al recordar que “yo iba con mi pulverizador de amoniaco y cuando se salía la gente, entraba yo con mi bayeta y rociaba aquello bien, hacía un repaso bueno. Alguna chica reclamaba, con razón, que nos pusieran baño, pero lo cierto es que éramos tan pocas que no había en aquel momento”.
Vuelve a reírse cuando se recuerda con sus guantes, el pulverizador y la bayeta: “a grandes males, grandes remedios, hay que ir dando soluciones”.
¿Se acepta la situación porque es lo que hay?
“Bueno, al final ves que eres el bicho raro, entre comillas, porque nunca me han tratado mal, ¡eh! Me preguntaba hasta qué punto podía reclamar, va a venir alguien y me va a quitar el puesto porque estoy reclamando. Es un error, pero es lo que piensas cuando estás empezado”.
El entorno social y cultural ha cambiado, aunque sean solo quince años.
“Hoy recuerdo vivencias que se vivían como algo normal y pienso: no, no eran normales, no estaban bien. Pero se habían normalizado porque en el entorno en el que vivíamos era lo normal. Lo vives así y quizás no lo era tampoco entonces, pero lo aceptas y tampoco estás todo el día dándole vueltas”.
Y recuerda algo que puede parecer anecdótico, pero era otro de los detalles normalizados. “El mono de piloto era masculino y, teniendo en cuenta mi tamaño, aquello era como un saco. Te gastabas un dinero en ir a la modista para que lo arreglase un poco para tener un aspecto medio decente”.
Hoy recuerdo vivencias que se vivían como algo normal y pienso: no, no eran normales, no estaban bien. Pero se habían normalizado porque en el entorno en el que vivíamos era lo normal. Lo vives así y quizás no lo era tampoco entonces, pero lo aceptas y tampoco estás todo el día dándole vueltas
No convierte el recuerdo en un reproche, tan solo es un recuerdo.
“Seguro que he tenido algún compañero más difícil -se vuelve a reír al oírse decirlo de forma tan correcta- pero también he tenido otros que me han ayudado mucho. Es cierto que había un cierto punto de vista machista pero la mayoría era buena gente, así que lo otro queda como un aprendizaje.
He disfrutado mucho con mi trabajo. Pero también he sufrido cuando algún compañero dijo alguna vez, no sé si por mi habilidad o por el hecho de ser mujer, que yo no llegaría nunca a nada. Eso duele, principalmente porque no me lo decía a la cara. Si alguien te dice de frente tus defectos, siempre puedes empeñarte en solucionarlos, es un acicate”.
Laura concedió a aquel comentario el beneficio de la duda. “Lo sientes como un ataque e intuyes que algo tiene de machismo por quién lo dice y cómo, pero no sabes si realmente es así. Después, cuando conseguí ser piloto y comandante de aeronave, deduces que efectivamente era un comentario machista, es evidente que no era por incapacidad. No contaba con que yo era muy testaruda”.
Esto sucedió entre 2007 y 2010, casi anteayer. “Han cambiado mucho las cosas, no solo en cuanto a la forma de ver a las mujeres en este trabajo sino incluso en la propia forma de la operación. Fíjate que se han introducido nuevas normas en regulación de tiempo de vuelo, en disponer de un dispositivo más profesional, en mejora de instalaciones, de la utilización de los epis e incluso de los cascos que a veces no llevaban ni los pilotos de aeronaves. Llevamos diez o doce años de evolución continua que es fantástica. Queda mucho por hacer, pero debemos sentirnos orgullosos todos por el esfuerzo realizado y de cómo han evolucionado las cosas. Seguro que en los próximos diez años conseguiremos muchas más cosas positivas”.
“Han cambiado mucho las cosas, no solo en cuanto a la forma de ver a las mujeres en este trabajo sino incluso en la propia forma de la operación. Llevamos diez o doce años de evolución continua que es fantástica. Queda mucho por hacer, pero debemos sentirnos orgullosos todos por el esfuerzo realizado y de cómo han evolucionado las cosas»
Cuéntame un recuerdo personal positivo
“Desde 2010 hasta 2018, me dediqué mucho a incendios y tengo que decir que sentí un cariño, una atención y un compañerismo entre los bomberos forestales casi mayor que en mi sector de piloto de extinción. No sé si era porque se trataba de gente más joven y con una mentalidad más abierta. Pero he estado en las Brif en La Iglesuela, Tabuyo, Pinofranqueado, Puerto del Pico y en bases de Cataluña, Andalucía, Canarias y en todos los lugares el trato de los equipos de tierra fue siempre muy bueno”.
En algunas de estas bases coincidió con otras mujeres responsables de los equipos de tierra. “En Madroñalejo, donde coincidí con una técnica fantástica, y en posteriores bases donde ya había una mujer seguramente todas habían alisado el terreno”.
¿Piloto o pilota?
Sin tener clara la respuesta correcta intercambiamos opiniones sobre el uso intencionado del lenguaje para reivindicar parcelas profesionales de igualdad entre hombres y mujeres.
Dice la Real Academia de la Lengua Española que el sustantivo pilota:
“Se trata de uno de esos femeninos novedosos, fruto de la reivindicación actual de formas específicas para designar a las mujeres que alcanzan territorios antes solo reservados a los hombres.
El femenino pilota, de reciente aparición y aún muy minoritario en el uso, convierte la palabra piloto, hasta ahora común en cuanto al género, en un sustantivo de dos terminaciones, una para el masculino (piloto) y otra para el femenino (pilota). En realidad, más allá de la extrañeza que pueda causar la novedad de pilota, no hay razones para censurar su empleo, pues resulta de aplicar la pauta general de los sustantivos que designan seres sexuados cuyo masculino acaba en -o, que forman el femenino sustituyendo esa -o por una -a (como bombero/bombera, médico/médica, físico/física, etc.), pauta que tiene muy pocas excepciones (modelo, testigo)”

Laura Monclús
Hasta 2016 trabajó en Hispánica de Aviación “donde fui dos años comandante de helicóptero”. Pero circunstancias familiares le obligan a cambiar de trabajo y destino. “Tiré de mi parte de ingeniería y, continuando con la pasión por este mundo, me pude dedicar más a la gestión en la empresa. Me permitió conocer la relación de los operadores con la administración pública. Prácticamente, he conocido todos los ámbitos de nuestro sector, eso me ayuda a compartir mi experiencia con mis compañeros y supervisores de AESA para que, de alguna manera, la norma encaje con la realidad, que haya una mayor cercanía hacia los operadores”.
¿Echas de menos volar para apagar incendios?
“Echo de menos ver el mundo desde otro punto de vista. Cuando vuelas piensas que aportas tu grano de arena a la sociedad. Ves cosas duras en accidentes o en incendios, pero te sientes útil. Echas de menos el compañerismo con la gente de tierra. Sabes que les ayudas a apagar los incendios porque en realidad son quienes los apagan. Hay mucha convivencia personal con emociones fuertes a flor de piel. En 2012 en Valencia, cuando me dijeron que estaba Pepe Nieva por allí bajé a saludarlo después de años sin verlo. Al llegar me dijeron que se había caído su helicóptero. Volver a volar después de esos cuarenta minutos de descanso fue muy duro.
Hoy me siento afortunada de aportar mi granito de arena desde otro lugar”.
Ese lugar es AESA. ¿qué labor desarrolla la agencia de seguridad aérea?
“En AESA se ha hecho un esfuerzo muy grande por entender a todas las partes, por hacer el trabajo de inspección y supervisión que es su responsabilidad, pero además por atender las necesidades de todos los actores y por trabajar conjuntamente para garantizar el futuro y la seguridad en el sector. Se han puesto sobre la mesa las necesidades del piloto, las obligaciones a las que se enfrenta el operador y cuáles son los requisitos de la norma para mantener los estándares de seguridad para tratar de llegar a un equilibrio. No se pueden bajar los estándares de seguridad y que puedan suceder accidentes, pero tampoco subirlos tanto que ahoguen al sector y no se utilicen los medios aéreos en los incendios”.
“Estamos intentando regular los tiempos de vuelo de descanso en trabajos aéreos, que no están regulados desde Europa. En los grupos de trabajo hemos modificado la norma de lucha contra incendios y rescate que no será nunca perfecta pero sigue evolucionando por la experiencia acumulada. Para mi es importante porque yo también formo parte de ese colectivo”.
En AESA se ha hecho un esfuerzo muy grande por entender a todas las partes, por hacer el trabajo de inspección y supervisión que es su responsabilidad, pero además por atender las necesidades de todos los actores y por trabajar conjuntamente para garantizar el futuro y la seguridad en el sector.
Le pregunto si volar en helicóptero es un riesgo y repite una máxima aeronáutica que puede aplicarse a cualquier sector de la automoción.
“Para que no haya ni un solo accidente, aeronaves en el suelo. Siempre vamos a tener un riesgo, de lo que se trata es de minimizarlo. Hace años se decía en la profesión que tenías que llenar la bolsa de la experiencia antes de que se te acabe la bolsa de la suerte. Ese dicho hoy no tiene ni sentido, todo está medido, regulado y supervisado”.
Hace años se decía en la profesión que tenías que llenar la bolsa de la experiencia antes de que se te acabe la bolsa de la suerte. Ese dicho hoy no tiene ni sentido, todo está medido, regulado y supervisado”.
También decían las malas lenguas que un helicóptero es un montón de tuercas llenas de grasa. (Suelta la penúltima y sonora carcajada de la entrevista).
“Pues están muy bien montadas, es alta tecnología. Las cabinas de los helicópteros de ahora están muy evolucionadas, es impresionante la cantidad de ayudas que tiene el piloto. La prueba es que en la evolución del sector los accidentes al principio eran principalmente debidos a problemas técnicos, o de mantenimiento, y ahora fallan más las personas, algo que se intenta mitigar a través de la formación, el entrenamiento, los simuladores y la normativa”.
¿No pensaste nunca más en pilotar un avión?
Un helicóptero solo necesita un agujero donde meterse, no precisa ni de pista de aterrizaje. Los helicópteros son uno de los medios aéreos más importantes y seguros que tenemos. Se dedican fundamentalmente a atender necesidades de la sociedad: a trasladar personas a lugares muy difíciles, a rescatar enfermos o heridos, o a apagar incendios forestales. Y, sin embargo, la sociedad los ve como algo extraño. La prueba es que cuando un helicóptero se acerca a cargar agua a una piscina provoca que la gente se acerque a hacer fotos y videos por ser una novedad”.
Según hace el comentario se da cuenta de que incluso a ella, comandante de helicópteros con miles de horas de vuelo, aún hoy le siguen fascinando estos aparatos.
¿Qué es necesario para que haya más pilotas de helicópteros?
Visibilizar, hay que mostrar a una niña que se puede ser piloto y será una de las cartas entre las que eligirá. Hay que mostrarlo como algo natural, normalizarlo.
¿Qué consejo de das a una chica que tenga interés por volar?
Que se saque la licencia, como me dijo mi madre, pruébalo porque vas a disfrutar. Que vaya fuerte a por los objetivos, no va a ser un camino de rosas, como cualquier actividad en la vida, pero hay que trabajar duro y marcarse objetivos. Merecerá la pena.
Aunque ha volado distintos tipos de helicópteros reconoce que su preferido era el enorme Sokol. Cuando la brigada te veía en un helicóptero tan grande ¿qué decían? “No me veían, pensaban que ese helicóptero iba solo”.
Y a la frase le acompaña la última carcajada de la entrevista.
Ellas vuelan alto para visibilizar y normalizar
La asociación Ellas vuelan alto tiene como objetivo visibilizar a la mujer en el sector aeroespacial. Organizan distintos tipos de eventos que sirven para mostrar mujeres expertas en un tema puntero en el sector aeroespacial. “Muchas veces están ahí, como escondidas, sin visibilidad. En muchas mesas redondas vemos que no participan mujeres, es verdad que hay que rascar a veces un poquito pero están, solo hay que buscarlas”.

Actos de entrega de los Premios Ellas vuelan alto
En sus actos han participado aspirantes a astronautas de la Agencia Espacial Europea, catedráticas de la Universidad Politécnica, mujeres investigadoras, ingenieras, periodistas y pilotas. “Hay mujeres en todos los ámbitos del espacio y la aeronáutica. Ellas dan visibilidad al resto de mujeres y son referentes para las más jóvenes”.
En la asociación hay cerca de 150 socias y la idea es que siga creciendo. Suelen realizar diez eventos al año. Recientemente ha crecido la asociación porque ha abierto dos polos en Sevilla y Málaga. “Cada día son más las chicas que quieren formar parte y vienen con ganas de desarrollar actividades. Es verdad que el gobierno autonómico andaluz ha apostado mucho por la aeronáutica y el sector espacial en Málaga y Sevilla y eso se nota”.
En Galicia y País Vasco son varias las mujeres que han mostrado interés en integrarse y todo apunta a que serán los nuevos polos de expansión. “Prácticamente todas las empresas importantes del sector colaboran con la asociación, desde la ingeniería a las aerolíneas. Hay un compromiso real en todas ellas de trabajar por la igualdad profesional entre hombres y mujeres”. La financiación de las actividades se completa con las cuotas de las socias y socios, porque también admiten hombres en la asociación.
“Está demostrado que los equipos diversos dan mayor rentabilidad a las empresas. Tenemos puntos de vista diferentes y solo viendo todos tendremos una visión más global de las cosas. Empresas importantes de aeronáutica lo han comprobado y los promueven”.
¿Existen realmente dos formas de ver el mundo: la masculina y la femenina?
“Hasta los seis o siete años niños y niñas pensamos igual. Después empezamos a diferenciarnos, es evidente que hay un entorno cultural que nos arrastra, además de la falta de referentes. Si todos viésemos normal que las mujeres ocupen determinados puestos no nos plantearíamos esta cuestión. Es cierto que hemos sido educadas más en el cuidado, fíjate qué cantidad de médicas y enfermeras que hay, sin embargo, en las ingenierías en general no pasamos del 30 % en la universidad. De ahí nuestro interés en mostrar a las que trabajan en nuestro sector porque es un ejemplo para las más jóvenes de que podrán ser independientes, de que no les faltará el trabajo y de que podrán elegir”.
La filosofía de la asociación es la de compartir experiencias, ejemplos e ideas inspiradoras. “Todas somos unas apasionadas de este mundo con ganas de compartir, de crecer personal y profesionalmente, de conocer a otras personas con la misma pasión por este sector. Es muy importante escuchar, conocer y compartir nos permite ver nuevos puntos de vista. Puede servir para abrirte la mente o puede que para ratificarte en lo que piensas. Hay que ser un poco más humilde para enfrentarse a la realidad».
Se puede contactar con la asociación a través de su página web o de sus perfiles en redes sociales, Linkedin, Twitter (@ellasvuelanalto)
“La dirección de Red de redes ha ayudado a empoderar a otras mujeres en sus empresas, a crear redes de mujeres mediante charlas y jornadas. Tenemos mujeres muy potentes en EVA, con gran experiencia y ganas de compartirla con otras mujeres para que puedan también alcanzar sus metas. Visibilizar y normalizar, eso son nuestros objetivos”.