«Hay que explicarle a la población que hay escenarios de interfaz urbano-forestal que no son humanamente defendibles»

Se oyen sirenas, coches que circulan a toda velocidad, rotores de helicópteros que sobrevuelan las casas, voces, a veces gritos, hay gente corriendo alterada, preguntas que se agolpan y que necesitan respuesta inmediata, muchos nervios, se respira urgencia en un ambiente cargado en el que el aire caliente pesa como el plomo, cuesta respirar y la boca se queda tan seca que la invade un sabor metálico. El viento ha cambiado de dirección, sopla con mucha más fuerza y en menos de 30 minutos amenaza la seguridad del pueblo donde está situado el puesto de mando avanzado. Hay que decidir inmediatamente si evacuar o confinar y hay que ejecutar la decisión con precisión de reloj suizo, si no queremos dar el pésame a nadie pasado mañana.

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Una parcela abandonada con vehículos y otros objetos supone una amenaza a las viviendas vecinas. ©2020 David Caballero

Los responsables de gestionar esa emergencia deben estar preparados para tomar, casi de forma mecánica, la mejor decisión en función de las prioridades que marca la Ley de Protección Civil: personas, bienes y monte.

“Es imprescindible mantener la calma para pensar y tomar la mejor decisión cuando todo a tu alrededor está alterado, de ella puede depender la vida de personas. A la situación de estrés que recreamos en un simulacro, añádele en un incendio real el humo, paveseo, alcaldes gritando y vecinos que no consigues localizar, ni confinar. En el simulacro no hay caos, ni destrucción, pero si interiorizas los conceptos puedes aplicar las tácticas aprendidas. Si no las conoces debes tomar decisiones sobre la marcha y el margen de error será mayor. Entre verificar y listo o decidir entrar tras el paso del incendio puede ser la diferencia entre salvar la vida de una persona y una infraestructura, o poner en peligro a los combatientes”, asegura Ferrán Dalmau, instructor del curso de Operaciones y Defensa contra Incendios Forestales en la Interfaz Urbano-Forestal que organiza la Escuela Nacional de Protección Civil (ENPC).

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Simulación en las instalaciones de la ENPC mediante fuego real y maquetas. Foto I. Muñoz

“Nos parece una situación que puede ser sumamente grave, un claro ejemplo de trabajo donde se mezcla la protección civil con la extinción de un incendio forestal. Nuestra intención es que el mayor número posible de mandos intermedios que participan en la extinción de incendios forestales tengan el mejor conocimiento posible sobre cómo actuar en caso de que afecte a zonas de interfaz. A nivel nacional, intervienen distintos dispositivos, con mentalidades, circunstancias y formas de actuar diferentes pero que se enfrentarán a situaciones de crisis muy similares y que, en ocasiones, deberán colaborar para solucionar”, comenta Julio César Ramos, coordinador de formación en incendios forestales de la ENPC.

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Clases teóricas con el banco de arena y la realidad virtual. Foto D. Caballero

El curso tiene una parte teórica pero con una clara orientación práctica. Tanto en el banco de arena, como en las experiencias de realidad virtual y en los ejercicios dentro de la ENPC, como después en el simulacro de incendio que llega a un núcleo urbano, los alumnos deberán demostrar que han asumido los tres mensajes clave que reciben y que manejan las herramientas básicas para gestionar con éxito una situación como esta.

“El curso está orientado a operaciones pero con mensajes muy claros. El primero es que estamos en una situación climática muy complicada en la que la vegetación no está siendo gestionada. Nos vamos a encontrar con escenarios muy peligrosos y difíciles de defender. Así que el alumno le decimos, guárdate las espaldas, analiza lo que ves y evalúa si puedes meterte a defender aquello o no, incluso si hay casas o personas. Hay situaciones en las que, por mucho que quieras, no vas a poder hacer nada.
El segundo mensaje es aprender a dejar impactar al fuego y entrar después. Es un mensaje difícil de asumir porque estamos acostumbrados a intentar parar el fuego antes de que llegue. Pero, hay momentos en los que hacer eso es poner a tu gente en riesgo, sobre todo cuando ya has evacuado a las personas”, asegura David Caballero, otro de los instructores del curso.

Nuestra intención es que el mayor número posible de mandos intermedios que participan en la extinción de incendios forestales tengan el mejor conocimiento posible sobre cómo actuar en caso de que afecte a zonas de interfaz

En los contenidos teóricos, los alumnos identificarán los distintos escenarios de interfaz urbano-forestal; conocerán los factores que decidirán la evolución del incendio y el daño que podrá causar; aprenderán las operaciones de defensa frente al fuego y de control de la emergencia; y analizarán la prioridad en la toma de decisiones. Se completa con la formación práctica y un simulacro final en el que deberán defender un núcleo urbano expuesto a un gran incendio forestal incontrolado.

Sudores en el Puesto de Mando Avanzado

curso-interfaz-mapa-marañosa-PMA-osboEn el puesto de mando avanzado se reparten responsabilidades entre los alumnos: director de extinción, oficial de comunicación, coordinación de medios aéreos, meteorología, logística… todos los representantes de las administraciones que participan en la emergencia están en el PMA.

A los alumnos del curso, entre los que se encuentran profesionales de los dispositivos de Galicia, Comunidad Valenciana, Unidad Militar de Emergencias UME, Bomberos de Navarra, Bomberos de Vizcaya, de Zaragoza, de Ávila y Protección Civil, se suma un pelotón del Batallón 1 de la UME con autobombas y coches de apoyo; el servicio de Protección Civil de Guadarrama y, en el último momento, una brigada de extinción de la Comunidad de Madrid que se encuentra muy próxima a donde se desarrolla el simulacro. En total, junto con instructores y personal de la Escuela Nacional de Protección Civil hay más de sesenta profesionales.

Ferrán Dalmau divide a los intervinientes en cuatro grupos: Alfa, Bravo, Charly y Delta. Cada grupo tiene un sector de actuación y uno de ellos específicamente proteger el casco urbano. Y David Caballero dibuja el escenario en el que se van a desenvolver. “Estamos en julio, se acerca un gran incendio a nuestra población, sopla un viento del este-sureste que nos va a rolar a sur. Esto significa que viene muy fuerte, con inestabilidad atmosférica y nos viene un flanco. El incendio ya ha rodeado el núcleo urbano y amenaza con cortar la vía de escape. Hemos creído que no iba a afectarnos pero, al cambiar de forma brusca el viento, nos ha obligado a venir a defender el municipio”.

El primer intento es hacer frente al fuego, pero parece que este incendio tenga información sobre el dispositivo de defensa y lo burla constantemente.

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Los componente de la UME que participan en el simulacro lanzan manguera en uno de los puntos que intentan defender de la llegada del fuego. Foto I. Muñoz

Primer imprevisto, un grupo de ciclistas ha aparecido en la carretera que atraviesa el pueblo y lo comunica con la carretera principal, hay numerosos coches que observan desde esa carretera el avance de las llamas y la Guardia Civil avisa que está desbordada para desalojar la zona e impedir que acceda nadie a la población. “Hay que destinar personal a dos puntos para informar de que la vía de acceso está cerrada y está prohibido el paso”, señala Ferrán al equipo del PMA. En ese momento, tienen la vista puesta en la fotografía de satélite que muestra la vegetación que rodea la población y el casco urbano, donde buscan los edificios más adecuados para hacer un posible confinamiento, evalúan la topografía, la meteorología y buscan apoyos para defender la población, o minimizar el posible impacto de las llamas.

Las últimas previsiones anuncian que el frente de llamas llegará en veinte minutos a las primeras casas. Por radio, Protección Civil pregunta qué hacen con los niños del colegio. Se evalúa la posibilidad de evacuarlos inmediatamente, pero la carretera está comprometida así que se decide confinar hacia el interior de la población. Se busca el edificio más seguro y de mayor tamaño para confinar a más personas. Se recaba información sobre el número de habitantes, edad media y circunstancias especiales de la población.

En breve vas a ver sudar al equipo del PMA. La gente se lo toma muy en serio y es bueno que sea así, aquí podíamos aplicar eso de que se juega como se entrena, pues esto es un entrenamiento y pasado mañana es muy probable que tengan el partido de verdad”, me comenta Ferrán mientras prepara otro imprevisto que no va a dejar respirar al PMA.

Días después, en conversación telefónica, Ferrán se encuentra en Galicia donde en la campaña del año pasado tuvieron un episodio de simultaneidad de incendios que afectaron a zonas de interfaz. “Una de las personas que actuó como director de extinción había sido alumno de este curso el año anterior. Nos ha confirmado que utilizó con éxito las herramientas que les facilitamos. No hay nada más reconfortante como instructor de un curso que comprobar que lo que has enseñado ha sido útil”.

“En breve vas a ver sudar al equipo del PMA. La gente se lo toma muy en serio y es bueno que sea así, aquí podíamos aplicar eso de que se juega como se entrena, pues esto es un entrenamiento y pasado mañana es muy probable que tengan el partido de verdad”

¿Arriesgar la vida del dispositivo o dejar impactar y entrar después?

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Ferrán Dalmau y David Caballero apuntan detalles del simulacro a los alumnos del curso. Foto I. Muñoz

En el simulacro, desde los equipos desplegados llegan continuamente informaciones que añaden más tensión al ambiente: en uno de ellos un interviniente puede haberse partido una pierna, se solicita evacuación inmediata.
Informa Charly que su situación no es fácil y duda si podrá mantenerla con seguridad para hacer frente al fuego. Al equipo Alfa no le funciona la emisora, hay que solucionarlo inmediatamente, es imprescindible estar conectados. “Equipo Bravo informe de la situación de Alfa si tiene contacto visual”, se da la orden en el PMA.

Llegan continuamente imágenes el avance del incendio, la situación es cada vez más complicada, evitar el impacto de las llamas sobre el núcleo urbano parece que va a ser imposible. “Ha cambiado la situación en el flanco derecho, el fuego ha saltado la línea de defensa y amenaza nuestra posición a nuestra espalda”, se oye por radio. Hay que reposicionar a la brigada de la CAM.

Simultáneamente, el equipo Charly tiene que abandonar su posición, el viento ha vuelto a cambiar y el incendio está a menos de 100 metros del núcleo urbano.
Sobre el mapa en el PMA, el director redistribuye los equipos. La tensión por el peligro y las duras condiciones de un día de calor del mes de julio provocan varios golpes de calor en algunos intervinientes. Hay que evacuar rápidamente y se decide montar en el campo de fútbol un puesto sanitario de primera atención.

Vuelve a fallar la emisora del equipo Charly, no está clara su posición y la última comunicación avisaban que abandonaban urgentemente el flanco derecho. En el PMA se oyen los primeros juramentos antes de que el avión de coordinación ofrezca información precisa de la posición de este equipo.

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El equipo Charly ha colocado las defensas delante de las primeras casas pero el frente desprende tanta energía que tendrá que abandonar su posición. Foto I. Muñoz

La exigencia social es “salva mi casa”, no dejes que el fuego la toque, pero la exigencia técnica te dice que no puedes hacer nada, espera que impacte y entra después. Es una decisión técnica a la que le aportamos razonamientos y experiencia pero que no tiene apoyo legal y evitaría muchos problemas tener ese apoyo. La pregunta de los alumnos suele ser, si se quema una casa o una persona ¿Cómo respondo ante el juez? Entonces, le proponemos el tercer mensaje: que ellos mismos identifiquen las situaciones o escenarios complejos y hablen con los vecinos, los avisen de que si llega un incendio con unas determinadas características la capacidad de defensa de su vivienda va a ser prácticamente nula. Así que, en tiempo de paz, vamos a intentar organizar la respuesta. Será la única forma de defender su propiedad”, asegura David Caballero.

Ferrán no considera que sea un problema de legislación específica para facilitar estas decisiones a los responsables de la emergencia. “La ley de Protección Civil ya fija personas, bienes y monte ¿es que los bomberos forestales no son personas? Cualquier juez entenderá, si se lo explica correctamente el técnico, que si hay un impacto le estás obligado a la gente a trabajar en la zona del hombre muerto cuando el incendio está fuera de capacidad de extinción. Y eso lo dice la física, más de 10.000 kW/m no puede hacerlo frente el ser humano”.

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Los alumnos del curso analizan la decisión de «verificar y listo» que han ejecutado sobre una vivienda aislada en el monte. Foto I. Muñoz

Se trata de un mensaje casi revolucionario: dejar impactar y entrar después. “Es que si no lanzamos este mensaje la gente no acaba de entenderlo. Se trata de conseguir el mínimo daño posible. Cuando vamos a muchos incendios vemos cada año cómo los bomberos forestales no pueden entrar en muchos sitios. La atmósfera está tan caliente que succiona del fuego hacia arriba y aquello tira con una enorme fuerza, con el agravante de tener urbanizaciones cerca. La partida de ajedrez comienza con el fuego dándote jaque en el primer movimiento, ¿qué haces? Y todo indica que va a ir a peor”, afirma David Caballero.

“La cultura de incendios forestales tiene la mentalidad de ataque, ataque, ataque. Pero ¿qué pasa cuando no puedo atacar y tengo que defender? Cuando viene un incendio fuera de capacidad de extinción no tiene sentido poner personas delante del impacto. Cuando les explicas el porqué de las cosas, aunque al principio les pueda chocar, después se entiende”, asegura Ferrán.

“La cultura de incendios forestales tiene la mentalidad de ataque, ataque, ataque. Pero ¿qué pasa cuando no puedo atacar y tengo que defender? Cuando viene un incendio fuera de capacidad de extinción no tiene sentido poner personas delante del impacto, será una irresponsabilidad.

Las tres herramientas básicas que enseñan en el curso son: verificar y listo; preparar y listo; preparar y defender. Se completan con cinco tácticas secundarias. “Una de ellas es que asumo que no puedo detener el impacto, lo dejo impactar y después intervengo. Las casas suelen aguantar el impacto, a no ser que se dejen ventanas abiertas, o tengan rendijas en el tejado por donde se cuele una pavesa, o tengan material combustible en el jardín”, comenta Ferrán.

Y añade, “poner al personal entre la interfaz y ese tipo de incendios será una irresponsabilidad. Hay escenarios que no son humanamente defendibles y hay que decírselo a la población. Si los cascos urbanos no disponen de políticas de autoprotección va a haber casos en los que el dispositivo tendrá que retirarse. Seguro que hará todo lo que pueda y más, pero no puede caer sobre sus espaldas toda la dejadez urbano-forestal de nuestra sociedad”.

«Hay escenarios que no son humanamente defendibles y hay que decírselo a la población. Si los cascos urbanos no disponen de políticas de autoprotección va a haber casos en los que el dispositivo tendrá que retirarse. Seguro que hará todo lo que pueda y más, pero no puede caer sobre sus espaldas toda la dejadez urbano-forestal de nuestra sociedad”

David cree que no serán casos aislados “por el tipo de incendios que nos vienen, cada vez más energéticos. Lanzan pavesas por adelantado, con mucha fuerza de cabeza, incluso de flanco, obligando a continuas recolocaciones y comportándose muy agresivamente. Tenemos menos oportunidades de defensa. Lo lógico es transformar la urbanización en algo más resistente al fuego, convertirla en una zona de oportunidad donde el fuego vaya a menos, no a más. Hay que transformar la vegetación del perímetro, pero también la del interior, porque saltan pavesas dentro y si tienes material inflamable se va a quemar tu casa, aunque no llegue el fuego”.

Otra cuestión, más difícil de asumir, es que la dirección de extinción se vea obligada a optar por el mal menor. “Si por salvar dos personas pongo en serio peligro a siete, en algún momento tendré que tomar una decisión. No va a ser fácil pero vamos a situaciones en las que esto puede pasar muy fácilmente”, asegura Ferrán.

Concienciar a la sociedad para que demande soluciones a los responsables públicos

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Simulación del comportamiento del fuego mediante maquetas y fuego real en las instalaciones de la ENPC. Foto I. Muñoz

Por si fuera poco, en una de las posiciones aparece un periodista local con una cámara de fotos. Quiere saber qué están haciendo para salvar las casas del pueblo y confirmar si es cierto que hay una brigada perdida. En el pueblo hay una gran confusión y las noticias son cada vez más alarmantes, les han obligado a confinarse pero nadie les da información de la situación real y de cómo va a afectar a sus viviendas un incendio que, hace dos horas, era impensable que les pusiera en peligro. Le acompañan hasta el PMA donde el oficial de comunicación intenta calmarlo y le ofrece algunas explicaciones que no terminan de convencer al periodista. Más tensión en el PMA.

Mientras el oficial de comunicación termina de calmar al periodista incrédulo, sobre el PMA empieza a caer paveseo. El lugar no es seguro y se decide levantar el PMA inmediatamente. “Salimos con tranquilidad del PMA, evacuamos con tiempo y con un poco de dignidad”, aconseja con cierto prurito profesional Dalmau, que controla la simulación.

No hay una sola llama en ningún punto del poblado de La Marañosa, donde se desarrolla la simulación, pero no hay nadie que no esté metido de lleno en su papel. Efectivamente, la sugestión ha hecho sudar a los responsables del PMA.

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Urbanización en Ibiza. Foto COITF

La experiencia termina con una situación límite, el fuego ha alcanzado el poblado y los intervinientes se protegen con una cortina de agua detrás de las autobombas que participan en la extinción. En una reunión de urgencia, el director de extinción recaba información de los distintos grupos intervinientes sobre la mejor manera de colocar los vehículos para lograr la protección de los profesionales del dispositivo.

El curso incorpora todos los años las novedades observadas en la campaña anterior. Pone ejemplos, sitúa a los alumnos en el contexto y analiza soluciones. “Cada año nos encontramos con una vuelta de tuerca más que dificulta la respuesta del dispositivo. La sociedad no es consciente de hasta qué punto puede correr peligro porque piensa que el paisaje es un servicio público, un decorado que no debe sufrir incendios. Pero no se ve como parte de él, de un sistema vivo que necesita gestión para evitar estos riesgos”, asegura David.

En su opinión, la solución pasa por concienciar a la sociedad “para que demande a los políticos que pongan en marcha la autoprotección, o nos pasará por encima el fuego. La parte técnica de la gestión, hasta el nivel de director general, lo tiene claro, pero es necesario romper esa barrera de ahí para arriba para que los presupuestos, los mensajes y las políticas vayan en la misma dirección”.

Y concluye con una decepción, “cada vez que un político presume de destinar más dinero a más medios aéreos pienso que no ha entendido nada”.

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