Gestión del territorio, abandono rural, cambio climático y Gelocatil: los ingredientes en la coctelera de los incendios convectivos

Saber para comprender, conocer para disipar nubarrones de duda, cerrar heridas y seguir adelante. Con esta intención organizó la asociación “La Culebra no se calla” una mesa redonda en el pueblo de Villanueva de Valrojo (Zamora) con una ponencia del jefe de los GRAF de Bomberos de Cataluña, Marc Castellnou, sobre el porqué de la mayor intensidad de los grandes incendios y la frecuencia con la que se repiten en todo el mundo.

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Rodal que se salvó del incendio, muestra del estado de las masas forestales en la Sierra de la Culebra. Imagen I. Muñoz

Marc Castellnou lanzó un mensaje muy claro desde el primer momento “la era de la extinción ha llegado a su fin. Tenemos grandes incendios que no son como los de los años 90, los de ahora son tan intensos, lanzan tanta energía que cambian las condiciones a su alrededor y hacen que estén fuera de nuestra capacidad de extinción. Así que tenemos que replantearnos nuestra política de gestión del paisaje, es el camino”.

La pregunta que estaba en el aire en un auditorio lleno era ¿por qué?, ¿por qué se quemó su sierra de la Culebra en un incendio que duró varios días pero que devoró el paisaje a una velocidad que, por momentos, desbordó a los equipos de extinción de Castilla y León, los de las comunidades autónomas, Unidad Militar de Emergencias y Ministerio que acudieron a colaborar en la extinción?

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Marc Castellnou

Para Castellnou “lo que sucedió en Zamora el año pasado fue que se produjeron incendios de sexta generación, capaces de crear sus propias condiciones meteorológicas y generar tormentas de fuego. Vimos comportamientos convectivos del incendio especialmente al atardecer. En estos casos, se forman pirocúmulos que hacen caer los vientos convectivos en todas direcciones expandiendo el fuego a una velocidad imposible de parar. No son incendios normales con un frente de llamas que se va moviendo. Estos incendios convectivos expanden el fuego de forma caótica e imprevisible en todas direcciones”.

No es casualidad, ni es un fenómeno que se dé solo en España. “En cinco años estos incendios han pasado de ser una excepción a ser lo normal en Europa. Estos fenómenos se daban hace años en incendios de miles de hectáreas, ahora se nos dan en incendios de decenas de hectáreas, que se transforman en megaincendios. Con mucha facilidad se forman pirocúmulos que transforman un simple incendio forestal en uno extremo que se lleva por delante toda la biodiversidad, todo lo que hemos protegido y lo que nos queda de un mundo rural, que tanto hemos castigado desde el mundo urbano”, señaló Castellnou.

Facilitó varios datos de incendios registrados en Cataluña el verano pasado, “extrapolables a los de cualquier otra parte de España”, que muestran la imposibilidad de parar este tipo de incendios en esos momentos. “Lo deseable es enfrentarse a un incendio que emite 3.800 kw/m para tener éxito en la extinción. Sin embargo, estamos trabajando frente a incendios de aproximadamente 8.000 kw/m. Pero es que los 10.000 kw/m es el límite de la supervivencia humana. Un minuto expuesto a esa energía provocan graves quemaduras que seguramente causarán la muerte. Se trata de un límite físico, no es una cifra que se nos antoje para no apagar incendios”.

¿Por qué se producen incendios con tanta energía?

Marc Castellnou lo tiene claro: “por la acumulación de combustible en nuestros montes, por el abandono de la gestión forestal y el abandono rural. Lo que vimos el año pasado en las Hurdes, Zamora o Valencia, Aragón o Cataluña es fruto de este abandono”.

Según Castellnou, 90.000 kw/m se corresponde con una carga de 30 toneladas de vegetación por hectárea. “Cuando tenemos 10 tn /ha no se producen más de 10.000 kw/m. El mayor problema no es el cambio climático, que produce episodios meteorológicos que generan las condiciones ideales para grandes incendios forestales, que tengamos esos incendios forestales es culpa de la carga de combustible por falta de gestión de los montes”.

90.000 kw/m se corresponde con una carga de 30 toneladas de vegetación por hectárea. “Cuando tenemos 10 tn /ha no se producen más de 10.000 kw/m. El mayor problema no es el cambio climático, que produce episodios meteorológicos que generan las condiciones ideales para grandes incendios forestales, que tengamos esos incendios forestales es culpa de la carga de combustible por falta de gestión de los montes”.

Insistió en esta idea desde distintas perspectivas, sobre todo a raíz de una reciente discusión en Twitter sobre una afirmación hecha por él en un encuentro anterior en Orea. “Básicamente me reafirmo en lo que dije, es un problema de acumulación de vegetación. El cambio climático está generando situaciones de estrés en nuestros montes, lo que genera materia muerta que puede arder con más intensidad. Si se gestiona esa vegetación tendremos incendios bajo nuestra capacidad de extinción. Todo lo que está pasando no es culpa del cambio climático, comienza con la falta de gestión y el abandono del mundo rural por el mundo urbanita que se cree independiente y que podrá sobrevivir a los efectos del cambio climático sin los servicios del mundo rural”.

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Sierra de la Culebra tras la extracción de la madera quemada. Imagen I. Muñoz

Fue especialmente crítico con el objetivo de conservación de biodiversidad a costa de no intervenir en el medio rural y natural. “La sociedad urbana que hemos creado depende de un paisaje. Sin embargo, esta sociedad urbana un día eligió depender de un paisaje lejano y mantener el suyo intacto, no tocarlo. Ha sido el mundo rural con su actividad tradicional quien ha conservado la biodiversidad hasta ahora y es la política del mundo urbano de no gestión del territorio el que la está destruyendo”.

Para Castellnou la manera de mantener vivo el paisaje es invertir en bioeconomía. “Queremos biodiversidad y que nos salga gratis, no hacer nada. Y, además, le dejamos toda la responsabilidad al mundo de las emergencias, de la extinción. Y esto nos está costando una barbaridad a nivel de país. Por eso decimos no me des más medios de extinción, dame una oportunidad gestionando el paisaje, crea oportunidades de actividad en el medio natural que ayuden a mantener la población rural”.

Otra posibilidad de mantener vivo el paisaje y el territorio es, en su opinión, reconocerle económicamente al mundo rural el servicio que presta en el tercer sector, “que es el de seguridad frente a los incendios y de protección de biodiversidad. La visión de un mundo con alta biodiversidad pero sin paisanos en el territorio es una entelequia que no se aguanta. Esto lo dice el mundo de emergencias encargado de mantenerlo. Esta es una realidad y un problema europeo, no es solamente español”.

Insistió Marc en la necesidad de gestionar el paisaje frente a las soluciones de volver a invertir en medios de extinción: “no por tener más medios vamos a ser más eficaces contra los incendios si no gestionamos el paisaje. Con esa cantidad de energía desprendida por los incendios no es cuestión de tener más medios, como si quieres tener un portaviones, no vas a conseguir apagarlo. Un incendio que quema tres mil hectáreas por hora no es atacable”.

“No por tener más medios vamos a ser más eficaces contra los incendios si no gestionamos el paisaje. Con esa cantidad de energía desprendida por los incendios no es cuestión de tener más medios, como si quieres tener un portaviones, no vas a conseguir apagarlo. Un incendio que quema tres mil hectáreas por hora no es atacable”.

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Sierra de la Culebra tras trabajos de extracción de madera. A la derecha, un nodal afectado por el fuego que los habitantes de Villanueva de Valrojo esperan salvar de la corta. Imagen I. Muñoz

Ante las preguntas de dos bomberos forestales en la sala, que cuestionaban parte de este mensaje en su demanda de mejores condiciones profesionales en Castilla y León, Castellnou aclaró su mensaje: “los bomberos de base tienen que estar bien formados, bien equipados y en una estructura, pero no quiero bomberos infinitos. La respuesta de Europa a los incendios del año pasado no ha sido invertir más en el territorio, ha sido comprar más aviones y más grandes. Es un problema de políticas, los que trabajamos en extinción somos el Gelocatil del problema. No podemos proteger ese territorio ignorando a la gente que ha mantenido ese paisaje. Por mucho que me den más medios no voy a poder mantener ese paisaje”.

Y dio un dato reciente: “el día 16 de abril ya tuvimos incendios que avanzaban a 17 km por hora cuando nuestra capacidad de extinción está alrededor de 1.200 metros por hora. Hay que separar el problema laboral, que tenemos todos, del problema estructural de fondo”.

Se hizo estas preguntas para terminar de cerrar la cuestión: “¿quiero tener a mis bomberos equipados? Sí. ¿Quiero tener mis camiones de extinción y helicópteros? Sí. Pero no quiero que todo lo que se invierta sea en extinción, quiero que se invierta en territorio, en gestión forestal. Sin embargo, el mundo de la extinción ha absorbido casi el 90 % de los recursos que se invierten en el medio forestal. De media en Europa la extinción de una hectárea supone un gasto de 13.000 euros. La respuesta de la UE para este año es más aviones”.

Y puso el siguiente ejemplo: “cuando el presidente del Gobierno nos pregunte ¿qué queréis para apagar los incendios? Y le respondamos que más medios y después compruebe que se nos quema más territorio nos dirá, con razón, que no sabemos hacer nuestro trabajo. Cualquier bombero forestal, frente a los incendios a los que nos enfrentamos, a sus ojos pensará que le faltan medios. Pero lo que falta en realidad es más gestión del territorio. No podemos basarlo todo en la extinción, si quieres defender el territorio tienes que invertir en el territorio”.